A simple vista todo parece estar
coordinado. El sábado, como sucede cada primer sábado de mes, el
Ejército Popular Revolucionario (EPR) distribuyó su periódico El
Insurgente, donde planteó que "la autodefensa armada de las masas debe
ser impulsada, pero no desde una perspectiva mediática, sino desde un
proceso real de autodeterminación, (y) verdadera autodefensa". Al día
siguiente los grupos de autodefensa en Guerrero –varios de los cuales se
encuentran en zonas de presencia guerrillera- pactaron un movimiento
popular junto con la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la
Educación. A simple vista, los planes insurgentes parecen seguir su ruta
de acción.
Estos planes, que se vienen construyendo desde hace varios meses, giran
en torno a la creación de un frente de masas, dibujado en los 27
comunicados que emitió el EPR el año pasado, dirigidos a sindicatos,
organizaciones de derechos humanos, periodistas, madres y familiares de
desaparecidos, y comunidades afectadas por la guerra contra el
narcotráfico. Ese frente tuvo una primera prueba el 1 de diciembre,
cuando durante la toma de posesión del Presidente Enrique Peña Nieto
desestabilizaron el Centro Histórico de la Ciudad de México, donde el
Secretario de Agricultura, Enrique Martínez, resultó herido –no de
gravedad- por un petardo que estrellaron en su vehículo.
La primera acción de gran envergadura en la capital federal fue todo un
éxito, medido en que ninguno de los cuadros militares que provocaron los
enfrentamientos, resultaron detenidos. La segunda se dio con la
emergencia súbita en varios estados de policías comunitarias y grupos
paramilitares que fueron avalados en un principio por gobiernos
estatales y el federal, donde se mezclaron aquellos que legítimamente se
sentían desprotegidos por la autoridad, y aquellos que defendían
intereses particulares –como narcotraficantes y talamontes-, o que
perseguían una agenda política e ideológica –como el EPR-. La tercera se
dio con el conflicto en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México,
donde según los órganos de inteligencia del Estado, hay un núcleo de
unas 200 personas muy beligerantes, entre quienes se mezclan cuadros
guerrilleros. La cuarta se encuentra en ebullición: la lucha por la
contrarreforma educativa.
Los vasos comunicante entre los maestros y la Coordinadora Regional de
Autoridades Comunitarias de Guerrero, que nació en 1998 en las zonas de
mayor influencia del EPR y de una de sus escisiones en ese estado, el
Comando Justiciero 28 de Junio, son antiguos. Públicamente niegan
cualquier vinculación con la guerrilla, aunque un frente de masas no
necesariamente opera como una estructura orgánica, sino como un
movimiento tras el cual un movimiento insurgente esconde sus objetivos
últimos. El EPR tiene entre sus fundadores a maestros, e inclusive,
algunos de los viejos dirigentes de la Sección 22 de la Coordinadora en
Oaxaca, participaron en 2005 en ese estado, cuando intentaron derrocar
al Gobernador Ulises Ruiz.
La movilización en Guerrero evoca lo que sucedió en Oaxaca hace ocho
años, cuyo contexto era la movilización magisterial ante la negociación
salarial, y a la cual se le sumaron organizaciones sociales y cuadros
del EPR, que tuvieron en sus calles un laboratorio de pruebas para la
guerrilla urbana. Las condiciones para la insurgencia, sin embargo, son
mejores hoy que entonces, al existir la variable de las policías
comunitarias y los grupos de autodefensa civil, armados y aceptadas
social y políticamente por las autoridades. Adicionalmente se encuentra
el factor geoestratégico. En 2005 Oaxaca era una ínsula. En 2013 es la
cuenca del descontento. Actualmente, el mapa de riesgo lo concentran
Oaxaca y Guerrero, pero Michoacán está en la misma situación, y Chiapas
se encuentra a punto de explotar por las mismas razones públicas de
inconformidad por la Reforma Educativa.
El EPR deslindó la "autodefensa de las masas trabajadoras" como
planteamiento político, de los grupos de autodefensa civil y las
policías comunitarias que han aparecido. Sin embargo, para efectos de la
política en el marco de la ley, son lo mismo. Los vasos comunicantes
son la inconformidad, la insurgencia y el Estado como enemigo común. La
ingenuidad de las autoridades estatales y federales ayudó
involuntariamente al EPR en la formación del ideal perseguido por
décadas, su frente de masas que construya el anhelado cuerpo político a
su brazo militar existente.
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