Empinados
Luis González de Alba
La
caricatura de Paco Calderón en Reforma fue
perfecta: los gobernadores de Oaxaca y Guerrero empinados sobre su “mesa de
diálogo” y con
los calzones bajados. Lo que ocurre atrás de ellos todos lo sabemos: Sección 22,
normalistas y CNTE se turnarán. Por eso uno recomienda al otro: “…Flojito…” Así no
duele.
No puede levantar sino burlas, y crueles, un gobernante que
afirma, tronado, que no pagará a profesores que no trabajen y horas después les
está pagando para que le hagan el favor de liberar la autopista
México-Acapulco, bloqueada a pocos días de las vacaciones de Semana Santa.
Ángel
Aguirre, de Guerrero, y Gabino Cué, de Oaxaca, parecen no haber aprendido que
el bluff del
terremoto que vendría si tocaban un pelo a Elba Esther Gordillo demuestra que bloferos inferiores
tampoco incendiarán el estado ni el país.
Les aterra que les suban la apuesta. Y el jugador, sin buenas
cartas, les pone “cara de as”, fanfarronea un poco quien no tiene juego y con
eso los empina. Un alarde que ya conocen, pero siguen sin el reflejo de
responder a tono.
Los gobernadores priistas (y lo son hasta cuando ganan por otros
partidos)
no tienen la natural costumbre de gobernar. Ni la de dar cuentas. En el
viejo régimen del PRI las decisiones al respecto de Sonora u Oaxaca llegaban
del DF. Eran exclusivas del presidente de la República.
Los gobernadores de origen priista siguen paralizados por el miedo a tomar,
solos, decisiones costosas y lo que ya les tomaron es la medida.
Detrás
de esta inmovilidad puede estar una falta de legislación para el uso de la fuerza.
A los lectores de la noticia nos asombró: el gobierno de Miguel Ángel Mancera
dotó a la policía del DF de un Protocolo de seguridad para
control de multitudes: qué hacer y, sobre todo, cuánto.
¿No lo había?
Los policías ocultan su incapacidad achacando a las comisiones
de Derechos Humanos una supuesta protección a los delincuentes.
Sin duda, la CNDH y las estatales deben vigilar el respeto a los
derechos de los acusados, así resulten culpables o no, pero también los de los
policías.
Disparar a quien comete una falta grave, pero desarmado, es un
delito de la autoridad; también lo es que un manifestante lance contra un
policía la llamarada de un soplete improvisado con un bote de espray: basta un
desodorante para baños y un encendedor: el chorro de fuego es mortal.
Un delincuente de la peor calaña, el que asalta pobres en un
camión, fue localizado por una patrulla al bajarse con su botín escaso. Las
imágenes en tv eran de risa: dos patrulleros, con pistolas en mano, corrían
alrededor de su patrulla correteados por el delincuente que empuñaba una
navaja.
Entrevistados después, los policías comentaron su temor a ser
acusados ante Derechos Humanos si disparaban.
Propongo
al camarada Mancera mi Protocolo para el control de multitudes.
1. Un camarada policía no puede huir, so pena de que su pelotón
se forme para rugirle al unísono “mariquita sin calzones”.
2. Si
el camarada pueblo está armado de navaja o cuchillo cebollero (lo que hasta un
niño logra con eso se vio en Halloween) puede
disparar, pero hay varios tipos de disparo: puede bastar con herir un hombro,
una pierna; si es arma de fuego, dispara entre cejas o tendrá funerales, y no
de héroe.
3. El uso de gases lacrimógenos no puede estar ni al arbitrio de
cada policía, ni de un camarada de oficina que selle la solicitud por
triplicado. Dejemos eso para obtener una orden de cateo. El camarada comandante
a cargo del control de multitud descontrolada puede y está obligado a
decidir.
4. Si el camarada anarco-banda usa espray en llamas, se le
aplica lo mismo como depilatorio.
5.
Debatir por capítulo La ley y el orden con los camaradas cuicos, ya que
tanto se exige tv educativa.
Lo alarmante de la noticia respecto del protocolo recién
publicado en el DF es la pregunta: ¿Lo tienen Guerrero y Oaxaca? ¿Lo tiene
Jalisco?
Seguimos confundiendo represión con aplicación de la ley según
protocolos públicos. Está de moda gritar: “Se criminaliza la protesta social”,
cuando los protestantes son quienes han llegado a crímenes como quemar policías
y golpearlos con las vallas de contención arrojadas a sus cabezas.
Ante esos tumultos, como el ocurrido en el centro del DF el 1 de
diciembre, ¿por qué no aparecen los tanques que arrojan agua a presión? Hubo destrucción de
comercios, mobiliario urbano y policías heridos. ¿Y la contención?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario