por Adrián Ravier
Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad
Rey Juan Carlos de Madrid y profesor de Macroeconomía en la Universidad
Francisco Marroquín.
Un artículo de Alfredo Zaiat en Página 12 acusa a Rogoff y Reinhart, dos de los máximos expertos monetarios, de mala praxis. Sintéticamente, explica que en su artículo "Growth in a time of debt"
(“El crecimiento en épocas de endeudamiento”), presentado ante la
Asociación Económica Americana (AEA), estos dos autores sesgaron los
datos para concluir que el crecimiento disminuye en forma abrupta cuando
la deuda pública representa más del 90 por ciento del Producto Interno Bruto.
El estudiante Thomas Herndon, de la Universidad de
Massachusetts Amherst, eligió la investigación de Rogoff y Reinhart para
cumplir con la tarea encomendada por su profesor de elegir una
publicación académica y tratar de replicar sus conclusiones con una base
de datos de acceso público. Al no contrastar los resultados,
solicitaron a los autores el excel con los cálculos y encontraron tres
problemas que se publicaron más tarde en "¿Acaso la deuda pública alta consistentemente socava el crecimiento económico?: Una crítica de Reinhart y Rogoff":
1. Rogoff y Reinhart habían incluido sólo 15 de los 20 países bajo
análisis en su cálculo clave sobre el crecimiento promedio del PIB en
los países con deuda pública alta. Por “error” no estaban considerados
Australia, Austria, Bélgica, Canadá y Dinamarca. Exclusión que alteró el
resultado final, aumentando así el impacto de la magnitud de la deuda
pública en el crecimiento. Con todos los datos incorporados al Excel, en
lugar de caer, la tasa de crecimiento se mantiene positiva. O sea, el
saldo era el opuesto a la conclusión presentada por Rogoff y Reinhart.
2. Para otros países, algunas cifras ni siquiera habían sido incluidas.
Rogoff y Reinhart explicaron ante el cuestionamiento que estaban
reuniendo las cifras paso a paso, y que cuando presentaron el ensayo en
la conferencia no había cifras disponibles de buena calidad sobre
Canadá, Australia y Nueva Zelanda tras la Segunda Guerra Mundial. Sin
embargo, excluyeron períodos de crecimientos de Nueva Zelanda con un
ratio deuda/PBI superior al 90 por ciento.
3. También realizaron promedios sesgados. Por ejemplo, un año malo para
un país pequeño como Nueva Zelanda tuvo el mismo peso que los casi 20
años de Reino Unido con una deuda pública elevada.
Rogoff y Reinhart reconocieron el error:
“Es aleccionador que se nos haya escapado semejante error en uno de
nuestros ensayos a pesar de nuestros mejores esfuerzos para ser
cuidadosos consistentemente. Redoblaremos nuestros esfuerzos para evitar
errores semejantes en el futuro. No creemos, no obstante, que este
error desafortunado afecte de ninguna manera significativa el mensaje
central del ensayo ni de nuestro trabajo subsiguiente”.
Zaiat afirma que estos errores fueron intencionales. Y que no es el
único: Hay otros casos similares, entre los más conocidos se encuentra
el fallido de la curva de Laffer para justificar la baja de impuestos a
los ricos durante la administración Reagan en la década del ’80. O
cuando el año pasado los economistas Blanchard y Leigh, del FMI,
tuvieron que admitir que los ajustes fiscales propuestos en las
economías europeas tuvieron un impacto negativo más fuerte que el
previsto.
Dos comentarios me han surgido de la lectura de este artículo:
1. No es novedad en la profesión que uno puede mostrar cuantitativamente
los datos que desee, tan sólo modificando el modelo, o cambiando la
muestra de países a incorporar al análisis, entre decenas de prácticas.
Esta es una nueva crítica al abuso de la estadística en la economía,
y Zaiat hace bien en criticar la arrogancia científica de la profesión
de quienes le asignan demasiado valor a los números, y muy poco a la
coherencia de los argumentos.
2. La mala praxis en economía existe. Quizás el profesional pueda
seguir trabajando después de este tipo de errores —intencionales o no—,
pero el mercado académico toma nota de ello. No me cabe duda que Rogoff y
Reinhart reciben un golpe en su reputación por fallos como este.
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