11 abril, 2013

Los privilegios creados

O P I N I Ó N 
J O R G E   C H A B A T 
Los privilegios creados


A muchos ha sorprendido la relativa facilidad con la cual la reforma educativa fue aprobada. Incluso algunos afirman convencidos que si antes no se había logrado era simplemente por falta de voluntad o de agallas políticas. Sin embargo, el hecho de que la reforma educativa se haya aprobado en el Congreso, como seguramente se aprobarán otras reformas estructurales más, no significa que las resistencias a los cambios hayan desaparecido. De hecho, apenas comienzan.

Lo que hemos visto en las últimas semanas en las calles y carreteras de Guerrero y Oaxaca es sólo el inicio de una resistencia de facto a las reformas de parte de sectores de la población que se han beneficiado ampliamente del statu quo. Y en el tema educativo no es sólo Elba Esther y su grupo. Son miles de profesores que tienen comisiones sindicales, que dan la mitad de las clases que deberían de dar y que cobran un sueldo sin tener las calificaciones para ello. Desde luego, hay también miles de profesores que asisten regularmente a las aulas y desquitan su salario y que no tendrán problemas para aprobar las evaluaciones que se establezcan. Pero el problema son quienes tienen privilegios inmerecidos que sólo se explican por el régimen corporativista que crearon los regímenes de la Revolución Mexicana en el siglo pasado. Evidentemente ellos no tienen nada qué ganar con la reforma educativa y sí mucho que perder. Y ése es el gran reto que enfrentan los gobiernos que quieren cambiar el statu quo, en México y en todo el mundo: la resistencia de los intereses creados. Bien lo decía Maquiavelo en "El Príncipe", "Nótese bien que no hay cosa más ardua de manejar, ni que se lleve a cabo con más peligro, ni cuyo acierto sea más dudoso que el obrar como jefe, para dictar estatutos nuevos, pues tiene por enemigos activísimos a cuantos sacaron provecho de los estatutos antiguos, y aun los que puedan sacarlo de los recién establecidos, suelen defenderlos con tibieza suma, tibieza que dimana en gran parte de la escasa confianza que los hombres ponen en las innovaciones, por buenas que parezcan, hasta que no hayan pasado por el tamiz de una experiencia sólida".

En este sentido, es de esperarse que los profesores de Guerrero, Oaxaca y otros estados recurran a la movilización directa para oponerse a un inminente cambio en las reglas del juego que han regido la educación durante décadas. Y esta movilización no sólo va a incluir las manifestaciones públicas que permite la Constitución sino también actos ilegales, como bloqueos de carreteras, toma de instalaciones y destrucción de propiedad pública o incluso privada. Frente a ello la respuesta del gobierno no puede ser otra que la aplicación de la ley. Con prudencia y mesura, pero la aplicación de la ley. La gran pregunta es si la fuerza pública será suficiente y si no se corre el riesgo de que el Estado sea rebasado por los poderes fácticos. Hasta ahora el gobierno de Peña ha mostrado oficio político y una preocupación por obtener la legitimidad para las reformas que no había estado presente en gobiernos anteriores. Y ésa es la clave del éxito de la agenda reformista: el consenso entre las fuerzas políticas y el apoyo de la opinión pública. De eso depende el futuro de las reformas y, por ende, del país. Y este apoyo se mantendrá si el gobierno es escrupuloso en las formas legales. Esa es la diferencia entre la forma de hacer política en un régimen autoritario y en una democracia. Y no es que los gobiernos del PRI de pronto se volvieron demócratas. Es que no hay de otra si se quiere mantener la gobernabilidad.

Los próximos meses van a ser decisivos. La agenda de reformas del gobierno de Peña no sólo va a enfrentar la resistencia de los profesores sino la de algunos sectores de la clase política y de la opinión pública en el tema fiscal y, sobre todo, energético. Y es en este último donde el gobierno y el Pacto por México van a tener su prueba de fuego. El futuro del sexenio estará en juego con la reforma a Pemex. Si al final se logran aprobar las reformas estructurales, incluida la energética, el gobierno de Peña Nieto va a pasar a la historia como el gran transformador y como el que logró que México entrara finalmente a la modernidad. Si no, será sólo uno más de los gobiernos que quisieron cambiar al país pero no pudieron. Veremos. Esto apenas comienza.

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