REFLEXIONES LIBERTARIAS
LOS TIGRES DE DON PORFIRIO
Ricardo Valenzuela
Cuando Porfirio Díaz abordada el buque, Ypiranga,
que lo llevara al exilio luego del levantamiento de Francisco I Madero, con
boca de profeta afirmaba: “No tiene idea Panchito del tigre que acaba de
liberar.” Pero lo que lo que le faltó advertir a Don Porfirio, es que no
solo sería un tigre, lo que se estaba liberando era un zoológico que luego,
lentamente devoraría el país.
El periodista, Bernard Goldberg, recientemente publicó
un excelente libro titulado; “The 100 people who are screwing up America,” en
el cual identifica a los personajes que, en estos momentos cruciales para los
EU, contribuyen a mantener el país en una situación de grave problemática. Son
esas las cien anclas colgadas del cuello de los norteamericanos que no les
permiten abandonar esta encrucijada en la que viven.
Pero en México también podemos incrustar el bisturí
en la anatomía del enfermo, y encontraremos los tumores cancerosos que amenazan
la vida del paciente. Ante esa primera incisión, podemos identificar la punta
de un corpulento iceberg que, sumergido en las profundidades del océano, apunta
con precisión hacia ese moderno Titanic llamado México, con toda la potencia de
su gigante dimensión para provocar su naufragio, o mejor, tal vez mantenerlo
encallado per secula seculorom para seguir saqueándolo.
Muy consciente de que con un escrito es imposible
identificar los innumerables cancerígenos que devoran la anatomía nacional. De
que las herramientas disponibles sólo permiten asomarnos a la orilla de esa
impenetrable selva que, a través de muchas décadas, ha tejido una venenosa
maraña de complicidades preparando la guarida para estas nuevas y fatales
células, y así emerjan como consecuencia de los desarreglos históricos del
grave enfermo, trataremos de identificarlos.
Esta gusanera que devora el país es simplemente la
consecuencia mutante de nuestra historia. El México colonial oprimido por
España y la Sagrada Inquisición. El independiente que mantuvo el mismo ropaje
de la tiránica Corona española y las cadenas de una iglesia católica con aroma
a Torquemada. Llegaría entonces el revolucionario, gestor de los horripilantes
abortos que, durante un siglo, le han servido al país noches pesadillas y lo
más trágico; una sociedad civil tan enclenque que inspirara la obra de
Harrison: Subdesarrollo es un Estado Mental.
El gran escritor, Carlos Alberto Montaner, en una de
sus interesantes obras, luego de reafirmar el vergonzoso subdesarrollo
latinoamericano, señala sus causantes en un agudo análisis que pareciera
especial para México. ¿Culpables? La respuesta es un rotundo sí, las elites del
país. Los grupos que orientan cada paso de la sociedad actuando bajo cierta
estructura de valores o presupuestos intelectuales erróneos y contrarios a lo
que produce el avance de los pueblos. Los responsables principales son la mayor
parte de quienes ocupan posiciones de liderazgo en las estructuras sociales.
Aquellos hijos de la historia quienes, con una visión nebulosa, creencias
equivocadas y conductas impropias, alimentan un entorno que solamente perpetúa
la pobreza y la opresión.
Los primeros son políticos cuyo desprestigio es tal
que, para ser elegidos, tienen que demostrar no ser practicantes de esa
deshonrosa profesión. Que su filiación es otra, actores, empresarios, atletas,
cualquier cosa menos políticos. ¿Por qué? Entre la multitud de causas sobresale
la gran corrupción que por regla ha permanecido impune, pero en épocas de
crisis las sociedades son vengativas con los saqueadores del país. Pero
también, ante su claro deseo de perpetuar el status quo con sus interminables
privilegios, temen esa sociedad les cobra la factura.
La pasarela continúa con los empresarios. Una de las
ironías de México es la acusación en contra del desalmado capitalismo salvaje.
Pero la verdadera tragedia es que en México hay muy pocos capitalistas
dispuestos al riesgo, la aventura y la innovación, pero muchos jugando albures
con cartas marcadas las que, mediante un rito especial, el mismo gobierno es el
responsable de su distribución con las habilidades del mejor coupier. Ellos son
los buscadores de rentas seguras en sus relaciones con el poder político, no de
ganancias creando valor en un mercado libre. Son empresarios que, para obtener
esos privilegios, reparten su botín con los políticos responsables de las
reglas.
Continuamos con los representantes de la iglesia.
Son aquellos sacerdotes que mantienen una prédica en contra de la libertad,
economía de mercado y justifican la vulneración del estado de derecho. Pero más
triste es saber que adoptan esas actitudes armados de las mejores intenciones
convencidos, en su ignorancia, de su defensa por la justicia social, cuando en
realidad condenan a los pobres al fuego eterno de su miseria y desesperación. Y
es que “el camino hacia el infierno está empedrado de buenas intenciones.”
Aparecen ahora los intelectuales. Si en alguna
parte del mundo esta especie tiene Carte Blanche, es en México. La reputación
que adquieren por su prosa, por la mezcla de sus colores, se extiende a todos
los ámbitos de la vida pública y ello, los convierte en sagrados todólogos
nacionales. Y cuando esos seres afirman, su contenido pasa a convertirse en la
sagrada escritura de nuestra cosmovisión. Por eso vimos a Monsivaes debatiendo
a Milton Friedman, Carlos Fuentes refutando los escritos de Hayek, la
Poniatoska destrozando a Buchanan y así, generan un clima de hostilidad al
establecimiento de una democracia liberal hiriendo de muerte el futuro de todos
los mexicanos
Cerrando la fiesta emergen dos tipos
especiales de elites: los sindicatos corruptos, enemigos del mercado, de la
propiedad privada y los enlamados revolucionarios. Para ellos, la calidad del
estado se mide por la cuantía del gasto social en que incurre sin entender que
el propósito de cualquier sociedad sana y digna, debe ser reducirlo paulatinamente
hasta que sea innecesario. No entienden que, con el entorno adecuado, los
ciudadanos pueden vivir de su trabajo responsable, progresar y ahorrar sin las
trampas del gobierno. Los sindicatos liderados por los herederos de Don Fidel,
parecen tener como objetivo acabar con las empresas.
Este es el zoológico en el cual fueron entrenados
los cientos de especímenes que identificamos como los tigres de don Porfirio y,
para cerrar con broche de oro, yo incluyo el venenoso sistema educativo en
manos de burócratas que durante tantos años ha deformado los idearios, valores
y creencias de la juventud. Un sistema al que irresponsablemente cierta gente
les delega la autoría en la formación ética y moral de sus hijos, sabiendo que
estos soldados del sistema son los más inmorales y faltos de ética y tenemos el
producto final. Esta sociedad alimentada por lo que Octavio Paz definiera en su
famosa cita: "La
indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la
vida"
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