Masas de minusmentales y trance místico de Maduro
Editorial -
"Pájaros en la cabeza" titula el comentarista del ABC, de Madrid,
Álvaro Martínez, los desbordes histriónicos de Maduro, el sucesor de
Chávez, quien después de acusar a la CIA y al Pentágono de complotar
contra Capriles, está teniendo visiones de Chávez que se le aparece como
un pajarito.
Maduro se fotografió, en una especie de trance
místico, con un sombrero de paja en la cabeza y sobre el cual colocó un
pajarito. Todo esto, dice Martínez, es un atropello cotidiano a la
inteligencia de los venezolanos, aunque tan lúcidos no parecen ser,
pensamos, considerando la clase de fauna que han venido respaldando en
las elecciones.
Mientras este circo se desarrolla, las cosas van
de mal en peor en Venezuela, pues cada día hay más apagones, escasean
los alimentos, la inflación va para arriba y el régimen ha tenido que
comprar veinte mil automóviles con el fin de regalarlos a un igual
número de militares para asegurarse su lealtad. Como aquí y en muchos
países del Hemisferio, la propaganda oficial se paga con dineros
públicos, lo que es una malversación de proporciones colosales que, en
cualquier nación del Primer Mundo, llevaría a la cárcel a sus autores.
Es
un contrasentido el que Venezuela, sentada sobre un mar de petróleo,
sufra deficiencias graves en el suministro eléctrico, pero esto se debe a
que se gasta pero no se invierte.
La electricidad no es
"patrimonio de Venezuela" sino el producto de inversiones de largo
plazo, planificación, experiencia, ingeniería de punta. Cuando no se
invierte en construir plantas generadoras, sea hidroeléctricas, de
combustibles fósiles, de geotermia o eólicas, no habrá producción y se
va a sufrir de apagones, fallas en el suministro y, eventualmente,
racionamientos. Es lo que los salvadoreños padecimos durante los años de
la agresión roja.
Nadie, es obvio, invierte cuando hay
inseguridad jurídica, como está sucediendo en Venezuela. Las payasadas y
la falta de rumbo del chavismo sirven para atraer a los minusmentales a
la causa, pero no sirven para asegurar la producción futura.
Las "toallas", los pañales y los pañuelos socialistas
Hay un caso que asombra, inclusive a los que agotaron su capacidad de
asombro, el de las toallas sanitarias femeninas que el régimen promueve,
las "toallas socialistas".
Pues resulta que los chavistas están
aconsejando a las venezolanas usar toallas hechizas elaboradas con tela
de algodón, "que pueden reciclarse y, por lo mismo, ahorrar divisas";
la toalla socialista acabaría con las toallas capitalistas. No es broma
sino realidad…
La otra mitad de la historia no la cuentan los
chavistas, de que esa es la solución cubana al mismo asunto. Y si se
vuelve a las telas de algodón para ello, también se aplicará a los
pañales de los niños y a gran parte de lo que ahora se desecha para
ahorrar tiempo y molestias, como los pañuelos de papel cuando se sufre
de resfrío.
La toalla socialista es, al mismo tiempo, resultado
del creciente colapso de la producción de simples bienes de consumo; ya
no se empaquetaría el azúcar, digamos, sino que la gente, para ahorrar
bolsas y plásticos, tendrá que ir a la tienda con un recipiente para
proveerse.
La producción está colapsando porque no sólo es más
difícil operar fábricas y además riesgoso, sino también que nadie
asegura que el pajarito no va a aconsejar a Maduro robarse la fábrica.
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