Además de partido, en el PAN, ¡divididos!
Rencillas, ofensas y la lucha por el
control y el presupuesto del partido continuarán, y es muy posible que crezcan
y se ahonden
Abelardo Martín M.
Uno de los
distintivos predominantes de la democracia es la diversidad de opiniones, el
disenso, más que el consenso, pero una cosa es
la divergencia y otra, muy diferente, es la división, el encono y el ánimo de
revancha o de venganza.
El sistema político
mexicano presume ser democrático a partir de que Vicente Fox Quesada ganó la
Presidencia de la República para el Partido Acción Nacional, organismo político
que no nada más es partido, sino que está
fracturado, dividido y pulverizado.
La llegada del nuevo
coordinador de los senadores panistas, Jorge Luis Preciado Rodríguez, un
personaje sin prosapia ni alcurnia partidista,
con el único aval o bendición del presidente nacional panista, Gustavo Madero,
cuyas motivaciones, aparentemente, son los ánimos de revancha y venganza contra
el ex presidente Felipe Calderón, amenaza con
enconar y profundizar la división, y desvelar presuntos abusos de poder y hasta
posibles actos de corrupción.
De entrada, el nuevo
coordinar tiene el ánimo de acabar con asesorías y contratos que protege el
coordinador depuesto, Ernesto Cordero. Se ha especulado, en algunos medios,
acerca de que esto afectaría al cuñado del ex presidente Calderón, Juan Ignacio
Zavala, quien ha sido mencionado como "asesor" con un sueldo de
76,000 pesos, poco para quien se encargó de las grandes estrategias políticas
del último gobierno panista, pero mucho para los millones de mexicanos que
perciben salario mínimo, los desempleados o los pobres.
El conflicto interno
panista es de tal dimensión y gravedad que
el propio Diego Fernández de Cevallos, símbolo de la lucha por lograr el poder,
calificó esta situación como "una vergüenza, y creo que los panistas del
país, sobre todo los dirigentes, deben tomar conciencia de que esto no puede
continuar así y que debe haber responsabilidad, talento, mesura y mucha
generosidad".
Estos atributos que
tanto se buscaron se perdieron cuando los panistas tomaron el gobierno. Hoy,
según el “Jefe Diego”, vuelven a hacer falta no para conquistar el poder, sino
para lograr la sobrevivencia como partido.
Hay quienes creen que
la discordia al interior panista la desató el Pacto aún vigente, suscrito por
los partidos políticos a iniciativa de la actual administración del Presidente
Enrique Peña Nieto.
Se afirma que el calderonismo
pretendió no sólo apropiarse del PAN, sino
bloquear todo tipo de acuerdos en los que el senador Ernesto Cordero sería
eficiente operador para tal fin, en tanto que Madero tiene una idea
diferente respecto al papel del PAN como oposición constructiva.
Ahí fue cuando se
decidió el destino del senador Cordero y, con él, el de familiares, amigos y
simpatizantes del calderonismo.
El Pacto como
pretexto para viejos o nuevos pleitos, aunque el propio Presidente ya dio por
concluida la vida útil de ese instrumento político.
El Presidente Peña
Nieto afirmó que el Pacto por México es un instrumento que no está diseñado para ser permanente y que una vez
abordados los 95 temas que lo integran dejaría de tener efecto.
En Querétaro, Peña
Nieto sostuvo: "El Pacto por México es un vehículo; insisto, no es algo
que esté diseñado para ser algo permanente; es un vehículo acordado por las
fuerzas políticas, con una agenda determinada, con una agenda específica de
temas en los que se ha comprometido la voluntad para
encontrar coincidencias, puntos de acuerdo y asegurarnos que esas acciones se
lleven a cabo".
No más.
En el PAN, mientras
tanto, las rencillas, ofensas y la lucha por el
control y el presupuesto del partido (máis partido que nunca) continuarán, y es
muy posible que crezcan y se ahonden.
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