Economía
Entrevista a Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
En la primera entrevista concedida tras conocerse que la
OCDE será el evaluador independiente de la reforma laboral española el
máximo dirigente del organismo, Ángel Gurría (Tampico, México, 1950),
confirma la noticia. Y templa ánimos: «La participación que vamos a
tener ha sido a petición del Gobierno español. El análisis del mercado
laboral lo haremos con mucho cuidado». Alaba medidas aprobadas como el
fortalecimiento de los convenios de empresa pero avisa de que «crear
empleo sigue siendo demasiado caro» en España. Secretario general del
llamado, «club de los 34 países más ricos», en un momento en que algunos
de ellos se empobrecen a velocidad de crucero la palabra que más repite
en su discurso es la de «reformas». «Son una forma de vida», defiende. Y
lanza un rejonazo a Francia por el retraso en tomar decisiones en
comparación con nuestro país. Sostiene que las medidas, cuanto más se
corrijan y se monitoricen, más efecto tienen sobre la economía: «Una
reforma, sirve por una; dos reformas, sirven por tres; y tres reformas,
sirven por seis». Se avecinan cambios.
—Parece
que será la OCDE el «evaluador independiente» que contraste los efectos
de la reforma laboral en España. ¿Qué puntos tendrán en consideración?
—La participación que vamos a tener ha sido a solicitud del
propio Ejecutivo español. ¿Qué cómo lo vamos a hacer? Con mucho
cuidado. Vamos a ver todo el paquete de medidas que se han aprobado en
el mercado laboral. Pero hay que tener en cuenta que una reforma, sirve
por una; dos reformas, sirven por tres; y tres reformas, sirven por
seis. Las reformas estructurales, en la medida en que vayan en la
secuencia correcta y estén acompañadas por otras adicionales, aumentan
el crecimiento y la creación de empleo. Analizaremos qué experiencias
han ido bien, cuáles no, qué ideas se pueden tomar de otros países...
—En este sentido, ¿apoya la idea de un contrato único en España?
—Veremos. Si no cambia el mercado laboral actual, España no
será un país competitivo. Crear empleo continúa siendo demasiado caro.
En la actualidad no hay un equilibrio razonable entre los privilegiados,
que tienen todos los beneficios sociales por tener un trabajo y el
resto, que tienen pocos o directamente ningún derecho. Y estos últimos,
que están fuera del mercado laboral o están sometidos a contratos
temporales y sin garantías, son los jóvenes en su mayoría. Debe haber un
mínimo de garantías para todos. Habrá que ver en qué condiciones se
está dando la dualidad laboral en España.
—¿Y en cuanto a las políticas activas de empleo?
—No quiero anticipar las conclusiones del estudio que vamos
a hacer. Además, mucha gente, sobre todo los españoles, dicen que
realmente las cifras de paro que se presentan no son verdad. Habrá que
ver... En España, propios y extraños, se han sorprendido con el
comportamiento del mercado de trabajo. Eso sí, una de las buenas medidas
de la última reforma laboral ha sido la potenciación de los convenios
de empresa, si bien no se han generalizado totalmente aún.
—La
OCDE ha calificado de «demasiado generoso» el sistema de pensiones
español. ¿Qué modelo cree que sería sostenible en nuestro país?
—Retiro a mayor edad, en función de la esperanza de vida.
Esto es una medida que se debería aprobar en muchos países, no solo en
España.
—¿Es necesario reducir la austeridad en Europa y apostar por políticas de crecimiento?
—Es un falso dilema. La combinación entre austeridad y
crecimiento es necesaria y no tiene por qué ser contradictoria. Y los
umbrales de déficit público y deuda no deben ser fijos sino que dependen
de cada país. Ya lo hemos visto con el debate generado al refutar la
teoría de los economistas Reinhart y Rogoff de que sobrepasar el 90% del
Producto Interior Bruto de deuda pública es sinónimo de recesión.
—¿Son los estímulos de Japón el modelo a seguir?
—Japón tiene un 200% de deuda pública y ahora parece el
modelo. Hasta ahora la regla era tener una política monetaria laxa y
política fiscal disciplinada. Es lo que hacen todos. ¿Qué está haciendo
Japón? Pues una política monetaria laxa y estímulos fiscales para
espolear el crecimiento a corto plazo, aumentar los ingresos futuros y
así reducir el déficit público. Pero si Japón está tomando medidas poco
ortodoxas es porque también tiene una situación poco ortodoxa: es el
país con la edad promedio más alta de la OCDE y su mercado de trabajo
seguirá mucho tiempo en declive. ¿Son esas las mismas condiciones de
España, Italia o EE.UU.? No, y por tanto las medidas no deben ser las
mismas.
—Entonces, ¿cómo puede España crecer?
—Mediante reformas, que son absolutamente indispensables en España, como señalaron los mercados hace ya algún tiempo.
—Con las medidas que se han aprobado hasta el momento, ¿cree que España ha mejorado en el último año?
—¡Por supuesto que sí! Las reformas se aprobaron y se ha
mejorado. La razón por la que España ha mejorado es porque las
instituciones y las decisiones políticas se han ido construyendo y
adoptando en Europa. Lentamente pero tomándolas: el Fondo de
Estabilidad, el Mecanismo Europeo de Estabilidad, las subastas de
liquidez a los bancos
y las palabras de Draghi junto al programa de compra de deuda por parte
del Banco Central Europeo. Pero todo esto ha ayudado a un país que ha
tomado decisiones. Si España no hubiese aprobado reformas estaría
sometida a enormes presiones que ahora no tiene.
—Sin embargo, aún hay medidas pendientes...
-Siempre hay reformas por aprobar. Las reformas son una
forma de vida. ¿Por qué hay que seguir? Porque se ha invertido mucho
para que España sea una economía muy competitiva. Han sido reformas como
la laboral, que han tenido costes políticos pero que están empezando a
dar resultados, las que han hecho que España ahora exporte mucho más.
Está recuperando el terreno en cuanto a competitividad y acotando la
diferencia que se dio todos estos años en los que los costes unitarios
subieron más que la productividad. Mientras tanto, algunos de los países
que no han tenido tantos problemas en su economía han dilatado estos
cambios estructurales y los adoptarán con retraso.
—¿A qué países se refiere?
—Países a los que en teoría les ha ido mejor.
—¿Francia?
—Entre otros. Ahora, por fin, París están tomando decisiones y la semana pasada se anunció la nueva ley laboral.
—Hace
unas semanas el Gobierno anunció la prolongación de la subida del IRPF
hasta 2015 y nuevas subidas en impuestos verdes y al alcohol y el
tabaco. ¿Qué le parecen estas medidas?
—Prefiero no hablar de ninguna en particular porque si no
las tomas todas en cuenta no puedes hacer un juicio objetivo. Lo
importante es que en España se ha creado una cultura de las reformas. La
actitud no es como antes de «ya tomé las reformas y me voy a
descansar». Las reformas se deben estar continuamente ajustando,
monitorizando y adaptando. Hasta reformar las reformas. Los mejores
programas de ajuste son aquellos que sufren cambios porque nadie tiene
una bola de cristal. Hace dos años no sabíamos que la coyuntura
económica era tan mala. ¿Cuántos de nosotros sabíamos que en 2013 España
iba a tener recesión? Una situación agravada encima por la mala
situación de Europa, principal socio comercial de España, que a una
economía tan abierta como la española le está dañando mucho.
—¿Qué más decisiones tiene que tomar Europa?
—Educación, innovación, competencia, regulación... Todo lo
tenga que ver con los esquemas de impuestos. Cambios en I+D+i, en
regulación del mercado laboral y todo lo que tenga que ver con la
flexibilidad del mercado de productos: que haya más apertura para las
innovaciones.
—¿Y en cuanto a integración?
—Esa es la más trascendente de las decisiones. Más
integración, más integración, más integración. Es urgente un regulador
bancario único y un acuerdo común respecto a la fiscalidad, como ya en
la práctica se está planteando, igual que existió en el pasado sobre el
comercio y la inversión.
—Pero, ¿se está avanzando demasiado lentamente en asuntos como la unión bancaria?
—¡Si se lanzó ayer!
—Respecto a EE.UU., las reformas financieras llegan con retraso...
—Pero Estados Unidos
aún no ha acabado tampoco, aunque estén más avanzados que Europa en
este sentido. En Washington aún se discute la ley Volcker, en Reino
Unido pasa algo parecida con la Vickers y en Europa con el informe
Liikanen. Aún está a debate la separación entre la banca de inversión y
la comercial, así como el nivel de capitalización de los bancos con
Basilea III. Poco a poco Europa está avanzando. Una unión bancaria son
palabras mayores: un edificio complejísimo. Los europeos no se dan
cuenta de lo importante de lo que han construido. El seguir encaminando
la Unión Europea hacia el mercado único es la gran salida a la crisis.
Si lo consigue, Europa va a seguir siendo durante mucho tiempo el bloque
comercial y económico más grande del mundo.
—La Eurozona continúa en recesión. ¿Se ha subestimado el efecto de los recortes sobre el crecimiento en el continente?
—Francamente, acerca de la polémica del impacto de los
recortes con los llamados multiplicadores fiscales, esto es un problema
de implementación. El secreto del éxito está en encontrar el equilibrio
entre subir impuestos y recortar gasto público. También hay que eliminar
los privilegios de los sistemas fiscales que están construidos desde
hace décadas y benefician a algunos afortunados. Hablamos de gente
poderosa, que levantan la voz de manera muy efectiva y tienen gran poder
en los medios...
—Sobre estos privilegiados, ¿cómo se puede luchar contra aquella evasión fiscal que practican las grandes empresas y que es perfectamente legal?
—Con la ley en la mano, muchas multinacionales no están
pagando impuestos y no ocurre nada. Si antes luchábamos por combatir la
doble tributación para las multinacionales ahora debemos luchar contra
la doble «no tributación». Hay que tener en cuenta que en muchos casos
se trata de un efecto secundario de la burocracia actual. Tampoco se
trata de acosar a las multinacionales, simplemente hay que asegurarles
que si pagan los impuestos de los países donde operan, no van a tener
doble tributación o tributación múltiple. Pero la cuestión es que paguen
los tributos que les corresponden y que también sigan invirtiendo y
creando empleo.
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