Cordero, ¿mandadero de Madero?
Carlos
Ramírez
La crisis
Madero-Cordero no saldó cuentas con Felipe Calderón sino que llevó al PAN a
una severísima crisis de identidad: ¿sirven
los legisladores al pueblo que los eligió y a la nación o son piezas
burocráticas, obedientes, sumisas, a las órdenes del Líder de su partido?
El manotazo
autoritario de Gustavo Madero como presidente del CEN del PAN contra el
coordinador de la bancada panista en el Senado recordó los estilos
políticos del viejo PRI de la disciplina férrea a los intereses y
voluntades del Caudillo en turno, sin importar los
compromisos con la ciudadanía.
Es decir, que el
PAN fue regresado por Madero a la concepción clásica de partidos políticos
organizados en torno a la voluntad del dirigente como el gran repartidor de
posiciones y de ideas. En los hechos, asimismo, Madero le dio la razón al
sociólogo alemán Robert Michels.
En el primer
estudio sobre los partidos políticos y estudiando a los partidos socialistas,
Michels estableció la tesis de la 'ley de hierro de la
oligarquía': como toda organización social, los partidos quedan bajo
el dominio de la élite dirigente oligárquica, quien los opera a
capricho.
De ahí que Madero
haya tirado al basurero político todo el avance del PAN en materia de
organización partidista: primero echó del partido a los que se sumaron como vía
de acceso a posiciones burocráticas luego de la victoria electoral del
2000 y ahora somete a los senadores panistas a la voluntad personal del dirigente.
Si bien el PAN
fue creado por Manuel Gómez Morín para no cometer los errores del PRI -PNR y
PRM en esos tiempos-, Madero lo transformó en un aparato de distribución del
poder a partir de la disciplina ciega al dirigente similar al viejo PRI.
Pero al mismo
tiempo la crisis Madero-Cordero ha abierto otro debate serio en torno a la
función de los legisladores: ¿representan a los electores o son empleados del
dirigente de su partido?
En 1824, en el
debate de la primera Constitución de México, Fray Servando Teresa de Mier
pronunció el famosísimo Discurso de las Profecías sobre el destino
negativo del federalismo en tanto las élites no maduraran, y dentro
de su argumentación también sentó el tema de la representatividad de los
legisladores: ¿representaban los diputados a sus provincias o a toda la nación?
Mier fue muy
severo: una vez electos, los diputados representaban a toda la nación; y dijo a
los electores: "somos sus árbitros y compromisarios, no sus
mandaderos". Y agregó: "si, pues, todos y cada uno de los diputados
lo somos de toda la nación, ¿cómo puede una fracción suya limitar los
poderes de un diputado general? Es un absurdo, por no decir, una
usurpación de la soberanía nacional".
La decisión
autoritaria de Madero no hizo sino convertir a los senadores panistas en
mandaderos de la voluntad de él como dirigente del partido.
Pero resulta que
los legisladores, por mayoría relativa o representación proporcional, fueron
votados socialmente para representar los intereses de la 'soberanía nacional'.
De ahora en adelante, Madero acumuló el cargo de jefe político de los
legisladores, otro recordatorio del PRI.
Lo grave del
asunto fue el hecho de que las discusiones e iniciativas de Ernesto Cordero no
se salieron de los espacios del programa político del PAN; al contrario, aun
con la irritación de los pactistas, Cordero consolidó la función del Poder
Legislativo con correcciones a los acuerdos del Pacto por México para
mejorarlo en función de las ideas políticas panistas.
De ahí que Madero
generó una severa crisis en la representación parlamentaria del PAN porque de
ahora en adelante los legisladores panistas serán mandaderos -Mier dixit- del
presidente nacional del partido y no representan los intereses de la nación en
la configuración de las leyes.
Madero llevó al
absurdo la organización del Legislativo sólo como ventanilla de oficialía
de partes de los acuerdos en lo oscurito en las élites de los 3
principales partidos.
¿Qué hubiera
ocurrido si en legislaturas recientes el PRI se hubiera comportado como el PAN?
Por lo pronto, el legislador Manlio Fabio Beltrones habría sido reprimido,
cesado y enviado a una isla lejana.
Sin embargo, el
PRI aprovechó el espacio legislativo de Beltrones sin exigirle sumisión a sus
liderazgos parlamentarios. Inclusive el PRD ha sido capaz de mantener los
equilibrios entre tribus pero sobre todo entre poder, por más que algunas
facciones hayan querido apresurar la ruptura.
En su afán dominador,
Madero mostró una ignorancia sobre la organización de los partidos políticos
modernos. Como fuerzas aglutinadoras de una propuesta, los partidos ya no
funcionan verticalmente sino que operan como coaliciones
dominantes -como lo ha estudiado Angelo Panebianco, un autor cuyo estudio
Modelos de partido.
Organización y
poder de los partidos políticos debiera ser de cabecera de Madero- con acuerdos
entre bancadas parlamentarias, burocracia central, estructura intermedia,
agrupaciones locales.
El punto que
define la organización de un partido es la institucionalización, algo
que el PAN ha olvidado en su evolución política. En términos estrictos, el PAN
es una coalición dominante dividida e inestable y
por tanto ineficaz en la lucha política.
La crisis
provocada por el conflicto Madero-Cordero no es coyuntural, ni sólo tiene que
ver con Calderón, ni menos aun se agota con el PAN en el furgón de cola del PRI
con su papel en el Pacto.
Se trata de una
crisis de organización, de coalición dominante y del papel de los
legisladores panistas como representantes de la nación en el espacio
ideológico de un partido o como mandaderos de la oligarquía en la dirección en
turno.
¿Votarán los
legisladores los acuerdos del Pacto por México como representantes y defensores
de la soberanía de la nación o como obedientes empleados del PAN bajo
las órdenes estrictas el Líder?
Sin quererlo,
Madero está configurando un PAN como una copia clonada del viejo Partido
Comunista de la Unión Soviética, el legendario PCUS. Sólo falta que la sumisión
al líder del partido lleve a los panistas a referirse, como en la URSS, a
Papá Madero como ahí lo hacían con Papá Stalin.
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