La crisis en el PAN
nos recuerda lo importante que es ese partido para México.
Sin un partido de
derecha democrática, como ha sido Acción Nacional en la mayor parte de su
historia, el tablero político estará desequilibrado.
Para llegar a la
descomposición en que se encuentra ahora el PAN, todos pusieron de su parte.
Tienen
responsabilidad Madero, Cordero —y los que se han nucleado en torno suyo—, y
todos los que se marginaron para no ensuciarse las manos.
Lo que parece que no
han entendido, es que de esta crisis panista sólo pueden salir con Madero,
con Cordero y con los cuadros emblemáticos de ese partido que se han
mantenido al margen.
Al PAN no lo va a
rescatar el grupo calderonista, como dice proponérselo, pero será imposible
hacerlo sin ellos.
Cordero estiró
demasiado la liga en su relación con el presidente del partido.
Eso le puede servir
en lo personal, le ayuda a posicionarse al interior del PAN, pero el
espectáculo ha sido bochornoso.
Al retar a Madero
con una reforma política en paralelo a la que el dirigente nacional
negociaba, Ernesto Cordero obligó al líder panista a retirarlo de la coordinación de la bancada en el
Senado.
La retahíla de
groserías que lanzaron contra Madero en las redes sociales los personajes más
visibles de la corriente que apoya a Cordero, fue otro acto de altanería que abonó a la crisis
del PAN.
Madero pateó el
pesebre en forma artera al poner a un coordinador de la bancada que no tiene
el respaldo de prácticamente nadie en el Senado.
Impuso a Jorge Luis
Preciado, aún en contra de la voluntad de los que estaban con él. Pudo elegir
a personas con prendas políticas e intelectuales, como Romero Hicks o Vega
Casillas. Pero en lugar de tender
puentes, los dinamitó.
Así el PAN no va a
llegar a ninguna parte. Tal vez podrá tener algunos triunfos en algunas
elecciones locales, por los aciertos de sus candidatos, pero dejará de pesar
en el tablero nacional.
Estábamos
acostumbrados a las “tribus” dentro del PRD, que han hecho de él un partido
poco confiable, que no da certezas para llegar a acuerdos políticos.
Lo que no habíamos
visto es que el PAN se
fraccionara en tribus.
Un PAN dividido, con
peso decreciente, es malo para el país.
Vienen reformas
torales para el país, como son la hacendaria, la política y la energética.
¿Con quién va a negociar el gobierno esas reformas? ¿Con Madero y Preciado,
que sólo tienen seis votos en el Senado?
¿O lo va a hacer con
Cordero, que no está en la mesa de acuerdos? Y ante la emergencia, los personajes centrales del panismo toman
distancia. Tocan la lira.
Diego no interviene,
Fox está en el rancho, Luis H. Álvarez hace mutis, Calderón manda recados en
140 caracteres, Josefina desaparece, Germán Martínez escribe de vez en
cuando.
Y entre todos ellos
tienen que rescatar al PAN. Pero parece que no quieren.
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