09 mayo, 2013

Opinión: El retorno a la mano invisible – por Armando Ribas

Mientras más información recibo, más siento la confusión existente respecto a la naturaleza, las causas y las posibles soluciones a la crisis económica actual, y en especial de la crisis europea. Basta oír al respecto que se trata de la crisis del capitalismo, palabra prístina para la izquierda como la esencia misma de los pecados capitales. En particular supuestamente la codicia la avaricia y la concupiscencia. Se olvida que fue gracias a ese sistema mal llamado capitalismo, que no es un sistema económico, sino ético, político y jurídico surgió la libertad y la creación de riqueza por primera vez en la historia.
Todas las voces que se oyeron en la última reunión del FMI y del Banco Mundial, incluyendo a la de la directora del FMI; la Sra. Christine Lagarde, se expresaron en la necesidad de mover al mundo hacia una rápida recuperación (SIC). No se oyó a nadie explicar cuál es la política a implementar para lograr le recuperación, ni tampoco cuales son las causas por las cuales no se están implementando en los principales países industriales. Yo diría que toda la aparente preocupación por la necesidad del crecimiento, parece o pretende ignorar cual ha sido la verdadera causa de la crisis. Y yo podría argüir que ella se debe a la supuesta virtud del altruismo, que en el fondo rescata al pecado capital de la envidia.


Por tanto todos los ministros que allí se manifestaron, parecen no tener conciencia de que existe una correlación inversa entre el crecimiento económico y el nivel del gasto público. Así podemos ver que la inflación parece ser la mayor preocupación en la zona y al respecto se refirió Angela Merkell, pidiendo tasas de interés más elevadas. No obstante la Sra. Lagarde propuso que el BCE podría actuar de manera positiva para la recuperación. En esa misma tendencia se manifestó el Sr. Davis Lipton (Segundo director del FMI) y al respecto dijo: “El BCE probablemente necesita hacer más para apoyar la economía de la Euro Zona, facilitando la política y ser más activo en enfrentar la fragmentación de los mercados financieros de la unión monetaria.”
Esa posición fue destinada a nuestro juicio a la Sra. Merkell que como ya dijimos pretende tasas de interés más altas. Indudablemente que en Alemania existe una mayor preocupación por la inflación, que como bien sabemos en Argentina, produce efectos deletéreos en la economía. Pero voy a insistir en que parece ignorarse que la causa determinante del proceso recesivo ha sido el elevado nivel del gasto público. En Estados Unidos por primera vez en su historia el gasto público ha alcanzado al 40% del PBI. Pero la situación europea, encerrada en el Estado de Bienestar, al que pretenden acercarse los Estados Unidos, es mucho peor.
No hay un mejor ejemplo para mostrar la validez de la correlación inversa entre el crecimiento económico y el nivel del gasto público que los principales países europeos. Como bien dijera George Gilder: “El gasto público no forma parte del producto, sino del costo de producir” Así podemos ver que en la década del sesenta Alemania creció al 4,1% por año; Francia 5,6% e Italia al 5,7%. En ese período el gasto público de esos países fluctuaba entre el 15% y el 22% del PBI. En la década del dos mil los crecimientos respectivos fueron: 0,9%, 1,1% y 0,2%.
En este período considerado la inflación ha sido relativamente baja, no obstante que todos esos países han tenido déficits fiscales superiores al 3,0% en violación de los límites impuestos por el acuerdo de Maastricht. El caso de Inglaterra no es muy diferente de los anteriores, con la salvedad que ya en la década del sesenta el crecimiento alcanzó solo al 3% anual. La consecuencia de esos déficits fiscales ha sido la creación de niveles de deuda impagable, que en los países mencionado alcanzan entre el 80% y el 120% del PBI. Por supuesto el caso de Grecia es aun peor pues la deuda alcanza al 168% del PBI, pero la realidad es que la crisis europea trasciende los problemas mayúsculos de Grecia y Chipre.
Entonces la pregunta pendiente es cuales son las políticas de crecimiento específicas recomendadas por el FMI para superar la crisis y lograr e crecimiento necesario para reducir el desempleo. Evidentemente la respuesta no parece encontrarse en las recomendaciones de la Sra. Lagarde. Al respecto recuerdo siempre las sabias palabras de Séneca: “Para el que no sabe donde va, no hay viento favorable”. Y la situación es más grave pues aparentemente no sabemos porqué estamos donde estamos.
La realidad de esa ignorancia se plantea en la supuesta alternativa entre crecimiento y austeridad, en tanto que la aparente sabiduría es que el supuesto crecimiento se lograría mediante la política Keynesiana de aumentar el gasto público, o en el mejor de los casos no reducirlo, a fin de aumentar la demanda. Se ignora que cuando Keynes hizo aquella recomendación el gasto público en Estados Unidos alcanzaba tan solo al 8% del PBI, y la economía había caído un 35%. Por tanto había capacidad productiva ociosa, en tanto que hoy el problema es que no hay suficiente producción para pagar el gasto. Y más aun no existe el interés por producir o trabajar frente al Estado de bienestar.
Ya debiéramos saber por supuesto que el nivel del gasto ha sido y sigue siendo el factor determinante de la crisis. Por tanto me atrevo a señalar que la única forma de resolver el problema en el largo plazo, es reduciendo el gasto público, y por consiguiente el nivel de impuestos. Solo una mayor disponibilidad de ingresos del sector privado, basado en el respeto al derecho de propiedad, puede provocar un incremento en la inversión privada, que es la única vía para la creación de riqueza, o sea el crecimiento propuesto. Esa política debe ser seguida por una política monetaria expansiva del BCE. Por supuesto esa expansión monetaria habrá de tener un efecto inflacionario, pero ya debiéramos saber que no elegimos las alternativas sino que elegimos entre las alternativas disponibles. Esa es la única forma de pagar el elevado nivel de la deuda y salvar al sistema financiero, para evitar lo sucedido durante la crisis del treinta.
Por tanto podemos concluir que el crecimiento no es una alternativa política sino el resultado de una política adecuada que lo produzca. Entonces como antes dije no queda más remedio que reducir el gasto público, particularmente el que se refiere a la burocracia estatal, que además genera una gran corrupción. Igualmente se requiere bajar los impuestos a fin de que se incremente la inversión privada, y recordemos las palabras de Adam Smith al respecto: “Un impuesto injusto ofrece una gran tentación para evadirlo. Pero las penas por la evasión aumentan en proporción a la tentación. La ley contraria a todos los principios ordinarios de la justicia primero crea la tentación, y después castiga a los que caen en ella”.
Para concluir entonces tomemos conciencia una vez más de las virtudes de la mano invisible y los vicios que engendra la mano visible del Estado en la pretensión de que la burocracia superaría a la burguesía. O sea como reconoció Adam Smith: “El individuo persiguiendo su propio interés, frecuentemente promueve el de la sociedad más eficientemente que cuando realmente intenta promoverlo. Yo no he sabido jamás de mucho bien hecho por aquellos que pretenden actuar por el bien público”. A los hechos me remito.

No hay comentarios.: