Enrique Aranda
Un día como hoy de 1993, el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo,
de Guadalajara, fue asesinado de manera artera. Hoy, dos décadas
después, nadie en el gobierno ha atinado a explicar lo ocurrido esa
tarde a las afueras del aeropuerto de la capital jalisciense, ni la
justicia a sentenciar a ninguno de los autores materiales detenidos.
Son 20 años de impunidad en administraciones federales y estatales priistas primero y, más recientemente, de otras tantas panistas. Veinte años de construir y difundir toda suerte de versiones e hipótesis, las más de ellas inverosímiles, ridículas… dos décadas de encubrir y apostar al olvido.
¡Catorce impactos de bala contra el Grand Marquis en el que viajaba el purpurado y la confirmación del forense Mario Rivas Souza de que los proyectiles que lo privaron de la vida le fueron disparados “de manera directísima”, desmienten cualquiera de aquellas! “Es el mayor monumento a la impunidad en la historia judicial de México”, refirió hace unos días Fernando Guzmán (Proceso Jalisco/445), abogado de la Iglesia en el caso, junto con José Antonio Ortega.
Hoy, muy a pesar de los repetidos intentos de al menos uno de los ex presidentes de dar por terminadas las pesquisas y cerrar el caso, y de que se abrió ya el volumen 100 de la investigación, el mismo continúa abierto… como lo evidencia el que hace apenas unas semanas, en el más estricto sigilo, el priista general retirado Jorge Carrillo Olea, de quien mucho se habla en la indagatoria, acudió a declarar ante la PGR.
Ahí también, como evidencia de la vigencia del asunto, la decisión de Rodolfo León Aragón, ex director de la Judicial Federal y el más directo imputado como responsable del operativo de Estado en que murió el cardenal Posadas Ocampo, de renunciar a su pretensión de aprovechar su posición de mayordomo de las fiestas (católicas) de la Santa Cruz en el barrio Las Hormigas de Salina Cruz, Oaxaca, de aspirar a la presidencia municipal del puerto como ¡candidato de Acción Nacional!
Veinte años y nada, aunque el cambio de gobierno a nivel federal, y de su política hacia la Iglesia, más el arribo a la presidencia de la CEM católica del cardenal Francisco Robles Ortega de quien, amén de suceder al asesinado se refiere que mantiene una relación cercana y cordial con el presidente Peña Nieto, ha hecho renacer la esperanza de que ¡en este sexenio sí..!”.
Asteriscos
* ¿Qué hay que sea peor a una estupidez?, se preguntaba la noche del martes Javier Lozano, luego de que Gustavo Madero designó a Jorge Luis Preciado como coordinador de la bancada senatorial blanquiazul. “Dos estupideces” se respondió él mismo. Ayer, no pocos en la Cámara de Senadores daban cuenta de dos, tres y hasta más pifias eslabonadas a la primera… la última, ¡enviar a los maderistas Jorge Villalobos y Ulises Ramírez, para que “guíen y asesoren” al colimense!
Veámonos el domingo, con otro asunto De naturaleza política.
Son 20 años de impunidad en administraciones federales y estatales priistas primero y, más recientemente, de otras tantas panistas. Veinte años de construir y difundir toda suerte de versiones e hipótesis, las más de ellas inverosímiles, ridículas… dos décadas de encubrir y apostar al olvido.
¡Catorce impactos de bala contra el Grand Marquis en el que viajaba el purpurado y la confirmación del forense Mario Rivas Souza de que los proyectiles que lo privaron de la vida le fueron disparados “de manera directísima”, desmienten cualquiera de aquellas! “Es el mayor monumento a la impunidad en la historia judicial de México”, refirió hace unos días Fernando Guzmán (Proceso Jalisco/445), abogado de la Iglesia en el caso, junto con José Antonio Ortega.
Hoy, muy a pesar de los repetidos intentos de al menos uno de los ex presidentes de dar por terminadas las pesquisas y cerrar el caso, y de que se abrió ya el volumen 100 de la investigación, el mismo continúa abierto… como lo evidencia el que hace apenas unas semanas, en el más estricto sigilo, el priista general retirado Jorge Carrillo Olea, de quien mucho se habla en la indagatoria, acudió a declarar ante la PGR.
Ahí también, como evidencia de la vigencia del asunto, la decisión de Rodolfo León Aragón, ex director de la Judicial Federal y el más directo imputado como responsable del operativo de Estado en que murió el cardenal Posadas Ocampo, de renunciar a su pretensión de aprovechar su posición de mayordomo de las fiestas (católicas) de la Santa Cruz en el barrio Las Hormigas de Salina Cruz, Oaxaca, de aspirar a la presidencia municipal del puerto como ¡candidato de Acción Nacional!
Veinte años y nada, aunque el cambio de gobierno a nivel federal, y de su política hacia la Iglesia, más el arribo a la presidencia de la CEM católica del cardenal Francisco Robles Ortega de quien, amén de suceder al asesinado se refiere que mantiene una relación cercana y cordial con el presidente Peña Nieto, ha hecho renacer la esperanza de que ¡en este sexenio sí..!”.
Asteriscos
* ¿Qué hay que sea peor a una estupidez?, se preguntaba la noche del martes Javier Lozano, luego de que Gustavo Madero designó a Jorge Luis Preciado como coordinador de la bancada senatorial blanquiazul. “Dos estupideces” se respondió él mismo. Ayer, no pocos en la Cámara de Senadores daban cuenta de dos, tres y hasta más pifias eslabonadas a la primera… la última, ¡enviar a los maderistas Jorge Villalobos y Ulises Ramírez, para que “guíen y asesoren” al colimense!
Veámonos el domingo, con otro asunto De naturaleza política.
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