por Gabriela Calderón de Burgos
Gabriela Calderón es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
No es una exageración decir que la elección entre unirse a la
Alianza del Pacífico o al Mercosur equivale a elegir entre la apertura
comercial o el proteccionismo, respectivamente. Aunque el gobierno ha
anunciado la intención de lograr un acuerdo comercial con la Unión
Europea (¡al fin!), lo que puede indicar cierta inclinación hacia una
apertura comercial, el mensaje es confuso porque al mismo tiempo muestra
un interés por unirse al Mercosur.
Mercosur, bloque donde evidentemente Argentina y Brasil imponen
la agenda, se ha vuelto sinónimo de proteccionismo. El bloque impone a
sus miembros un Arancel Externo Común (AEC) que en muchos casos supera
el arancel aplicado de sus potenciales miembros y que ha sido una de las
tantas trabas que han impedido que Mercosur logre firmar un acuerdo
comercial con la UE. Es difícil concebir que el bloque permita que
Ecuador se vuelva un miembro pleno sin atarse al AEC y de ser así
Bernardo Acosta estima que se encarecerían las materias primas que
importan los productores ecuatorianos, ya que 91% de estas importaciones
están gravadas con un AEC que va desde 2% hasta 26%.1
Más de una década lleva Mercosur negociando con la UE sin éxito y
solo ha logrado firmar tres acuerdos comerciales desde 1991 (con
Israel, Egipto y la Autoridad Palestina).2
En cambio, los países de la Alianza del Pacífico individualmente
lograron un acuerdo con la Unión Europea y EE.UU. Adicionalmente, Chile y
Perú ya tienen un TLC con China. La Alianza del Pacífico se dio después
de la apertura, no antes como sucedió en el caso de Mercosur y como
estos países lograron el éxito negociando por si solos o incluso
liberalizando el comercio unilateralmente como lo hicieron Chile y Perú,
entonces no se han impuesto ataduras como un AEC o la prohibición de
negociar TLCs por cuenta propia.
A los países pequeños como Ecuador, Paraguay y Uruguay les cuesta
mucho más el proteccionismo que a las economías grandes como Argentina y
Brasil. La ventaja que tiene Ecuador por ahora como miembro observador
de Mercosur es que no tenemos las ataduras que sí tienen países como
Paraguay y Uruguay. La semana pasada ambas naciones se convirtieron en
miembros observadores de la Alianza del Pacífico e inmediatamente el
alto representante de Mercosur, el brasileño Ivan Ramalho, saltó
declarando que no pueden aspirar a convertirse miembros plenos dado que
“Solamente el bloque puede hacer un acuerdo, como está previsto en la
normativa del Mercosur”.3
A Ecuador le conviene seguir el ejemplo de países como Chile o Perú,
que se han mantenido como miembros observadores del Mercosur y han
logrado liberalizar gran parte de su comercio con este bloque sin estar
sometidos a sus ataduras. De esta manera, el 98% del comercio entre
Chile y el bloque es libre de aranceles,4 cifra que llegará a 100% en 2014 y desde 2012 el 100% de los productos peruanos ingresan sin aranceles a Argentina y Brasil.5
Si la idea es abrirle las puertas a los productos ecuatorianos en
la mayor cantidad posible de mercados, no es necesario ni deseable
atarse a la muralla de Mercosur. Peor aún hoy, que Ecuador es el único
país en la cuenca del Pacífico que no ha logrado acuerdos comerciales
con sus principales socios comerciales.
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