02 junio, 2013

Efectos y reacciones

José Rubinstein

Efectos y reacciones
La deplorable exhibición de canibalismo entre panistas, más que causa es efecto, más que acción es reacción.
La presencia de un sólido liderazgo en Acción Nacional, convertido en partido gobernante, resultaba fundamental para su permanencia en el poder. Sin embargo, ambos presidentes de la República de extracción panista desdeñaron el liderazgo ideológico de los dirigentes por ellos designados, privilegiando disciplina sobre capacidad. Vicente Fox colocó a Manuel Espino en la loma de responsabilidades del PAN. Y aquí es donde descarrila el tren, Calderón se impone a Santiago Creel, favorito de Fox y, por ende, del líder del PAN, instalándose luego en la silla presidencial. La suerte de Espino estaba echada, a tal grado, que fue expulsado del partido político que dirigió. Y en cuanto a Creel, éste fue relevado de la coordinación de los senadores del PAN, o sea, no hay nada nuevo bajo el sol, don Ernesto Cordero.

Felipe Calderón designó a sus incondicionales Germán Martínez y César Nava como sucesivos “encargados” del PAN. El descontrol provocado dentro del partido por ambos “líderes” a la fecha persiste. La siguiente carta de Calderón para hacerse cargo del PAN fue Roberto Gil, no obstante, Gustavo Madero resultó electo.
Ernesto Cordero, delfín de Calderón para sucederlo, fue superado en las preferencias por Josefina Vázquez Mota, obvio que contando con el apoyo de la dirigencia del partido. El resentimiento oficial y golpeteo constante de Cordero hacia la candidata electa influyeron determinantemente en el posterior descalabro electoral. Por lo visto, en los gobiernos panistas han sido varios los casos en que el Ejecutivo propone y la circunstancia dispone.
Ernesto Cordero cayó para arriba, obtuvo el primer sitio entre los senadores plurinominales, junto con la respectiva coordinación. Las continuas desavenencias entre el líder panista, Gustavo Madero, y el coordinador en el Senado, Ernesto Cordero, principalmente por los acuerdos en torno al Pacto por México, motivaron a Madero en uso de sus facultades, pero sin el bienvenido consenso, a sustituir a Cordero en la referida coordinación, nombrando como sucesor a un hasta entonces senador del coro, sin ascendencia entre sus pares, Jorge Luis Preciado, cuyas iniciales aconsejan cuando menos a ser cautelosos.
Felipe Calderón reconfirmó lo difícil que es ser ex Presidente, al enviar un tuit recordando que “los asuntos internos se ventilan internamente”. Me pregunto quién o quiénes son los destinatarios del harvardiano mensaje, ahora que el ex coordinador Ernesto Cordero, acompañado del senador Roberto Gil, junto con la correspondiente comisión de senadores del PRD, sin previa consulta interna con su partido, públicamente y en pleno desafío a su dirigencia, anticipándose a  la instalación de los trabajos de reforma política del Pacto por México, anunció una propuesta propia, relativa a dicha reforma de 30 puntos, misma que será presentada el próximo 2 de julio.
En otra declaración más en fuera de lugar, el voy a todas, senador Javier Lozano, se manifestó abiertamente por la postulación de Ernesto Cordero como dirigente nacional del PAN.
La realidad de Acción Nacional es la de un partido fracturado carente de un liderazgo natural que aglutine las diversas posiciones encontradas, en las cuales el afán de poder individual prevalece sobre los intereses mayoritarios.
El panismo tradicional en voz de Diego Fernández de Cevallos se hace escuchar: “Yo creo que hay una escisión en el PAN, lo que necesitamos es que esto se resuelva, sane la herida y que nos pongamos a trabajar”.
Una decisión acertada evita indeseados efectos y reacciones.

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