07 junio, 2013

La Chente Gold

Jorge Fernández Menéndez

La Chente Gold
Para mi amigo Liébano Sáenz, con un   abrazo solidario.
Dice el ex presidente Fox que si se legalizara, él “como agricultor” le entraría a la producción y comercialización de mariguana para competirle al Chapo Guzmán. Sostiene que con la legalización de las drogas se acabaría con la violencia y que el país está perdiendo miles de millones de pesos al no producir y exportar drogas.

Vicente Fox olvida algunas cosas. Primero, que él no puede opinar “como agricultor”, porque es un ex presidente de la República, y como tal son tomadas, buenas o malas, sus declaraciones. Se puede estar o no de acuerdo con la legalización, pero si se comparan estas declaraciones con los documentos que han emitido, por ejemplo, los ex presidentes Ernesto Zedillo, César Gaviria, Fernando Henrique Cardoso y otros, sobre el mismo tema, estaremos viendo la enorme distancia que existe entre abordar la legalización de las drogas desde la óptica del “agricultor” a la de un ex mandatario.
La legalización de las drogas es un tema delicado, que incluye desde la seguridad hasta la salud pública. Ningún Presidente en funciones o después de dejar su cargo lo puede abordar con superficialidad. Hace un par de años Vicente Fox me dijo en una entrevista que habría que establecer una suerte de Cocopa, aquella comisión para la paz formada en 94-95 para restablecer la paz en Chiapas, con los narcos. Y que si esa negociación no se hacía formal, se podría hacer a través de otros personajes como, por ejemplo, algún obispo. En este tema no puede haber ocurrencias.
El ex presidente Fox no estableció durante su sexenio un combate intenso contra el narcotráfico. Fuera de declaraciones puntuales, nunca abordó de lleno un fenómeno que, desde 2001, se le estaba yendo de las manos (ese año publicamos el libro El otro poder, las redes del narcotráfico en México, Aguilar 2001) porque comenzaba a presentarse lo que en 2004 se convirtió claramente en una realidad: el control y dominio de distintos grupos criminales sobre diferentes territorios desplazando a las fuerzas del Estado. La violencia como ahora la conocemos, no comenzó en 2006 con Felipe Calderón, sino entre 2003 y 2004, con la lucha de los distintos cárteles por el control de territorios que el Estado no protegía. Calderón, bien o mal, reaccionó a esa realidad, no la generó ni inventó.
Lo cierto es que durante la administración de Fox la lucha contra el narcotráfico quedó en algunos cuerpos de élite del Ejército, en la SIEDO que encabezaba José Luis Santiago Vasconcelos y en la AFI de Genaro García Luna. No se recuerdan en esos años detenciones de narcos por la Policía Federal. Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, ese país también abandonó el tema del narcotráfico entre sus prioridades y esa lucha quedó en una suerte de tierra de nadie.
En lo personal no tengo claro cuáles serían los beneficios de la legalización de las drogas (que obviamente va más allá de la legalización de la mariguana). Me queda claro que ninguna estrategia puede pasar por la penalización de los adictos, pero no creo que una decisión como la legalización baje automáticamente los índices de violencia (¿ha bajado en la decena de estados de la Unión Americana donde se legalizó el consumo de mariguana? Comprobado con datos duros en ninguno ha sucedido). En México, la violencia está generada por la venta de drogas, pero esos grupos, esas pandillas se dedican a muchos otros delitos, desde el secuestro hasta la extorsión, que no se detendrán por la legalización. La experiencia internacional tampoco demuestra que la legalización deje a esos grupos sin recursos: los mismos provienen de diferentes fuentes, y si se legaliza la mariguana, por ejemplo, nada les impediría seguir vendiendo otras drogas, como cocaína y sintéticas, que es en éstas donde en realidad está el gran negocio del narcotráfico.
La legalización, en última instancia, es un tema de salud pública y como tal debe ser tratado. No creo que la mariguana tenga efectos mucho más perniciosos que el alcohol y el tabaco, pero no deja de ser significativo que mientras se desarrollan intensas campañas para reducir el consumo de ambos, se desarrolle otra para legalizar las drogas, (¿para luego realizar campañas para reducir su consumo?) Pero también es lógico el argumento de quienes impulsan la legalización basándose en la libertad que tiene cualquier persona de consumir lo que desee bajo su propia responsabilidad y sin afectar a los demás. En algún lugar se debe establecer el límite entre derechos individuales y políticas públicas, y eso es lo que se debe debatir.
Lo que queda claro es que el tema no se debe trivializar. Y que lo que realmente aportaría a este debate un ex presidente sería un relato sincero y de fondo de cómo vivió ese problema… si es que estuvo preocupado e involucrado en la búsqueda de soluciones.

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