Internacional
El 70 por ciento del presupuesto de inteligencia de EE.UU. se lo llevan 2.000 empresas subcontratadas
Edward Snowden, el exempleado de la CIA que filtró el
masivo espionaje de EE.UU. en internet y en las comunicaciones
telefónicas, estuvo contratado los últimos tres meses por
Booz Allen Hamilton, una de las principales empresas privadas que
realizan trabajos para el Pentágono y las distintas agencias de
inteligencia estadounidenses, como la NSA, dedicada a interceptar
comunicaciones. Desde el 11-S de 2001, el esfuerzo antiterrorista de
EE.UU. ha echado mano crecientemente del sector privado. El 70 por ciento del presupuesto en inteligencia se lo llevan esas empresas subcontratadas (cerca de dos mil si se engloba también el sector de Defensa), según datos de 2010. Solo Booz Allen Hamilton cuenta con 25.000 empleados.
El actual Director Nacional de Inteligencia, James Clapper, fue directivo de esa compañía, y de ella salió también un reciente antecesor, Mike McConnell. La compañía tiene unos ingresos anuales de 5.760 millones de dólares. La mitad de sus empleados tienen autorización oficial para manejar información secreta y muchos acuden a trabajar a las propias agencias gubernamentales. Snowden operaba en las oficinas de la NSA en Hawai.
En su defensa salió Daniel Ellsberg, el
exanalista de las Fuerzas Armadas de EE.UU. que filtró los documentos
que en 1971 se conocieron como «los papeles del Pentágono», relacionados con la guerra del Viernam. En su opinión, «nunca ha habido una revelación tan importante al pueblo americano».
A dos bandas
A diferencia de aquella filtración, que afectaba a decisiones pasadas de la Administración, y de los 700.000 documentos filtrados por el soldado Manning a Wikileaks,
que se ocupaban de comunicaciones diplomáticas, en este caso es la
propia sociedad estadounidense la que se ve afectada, por la vigilancia
de las llamadas telefónicas y comunicaciones en internet.
Snowden contactó con Barton Gellman, periodista de «The Washington Post» el 16 de mayo.
Una semana después le anunció su deseo de hacer una importante
filtración. A cambio de pasar documentación sobre el programa Prisma
–espionaje de los grandes servidores de internet–, pedía que la
información se publicara completa y en 72 horas. «The Washington Post» no aceptó el plazo y decidió antes consultar con la Administraciónpara valorar el posible daño que supondría para la seguridad nacional. Snowden contactó entonces con Glenn Greenwald, autor de un blog inserto en la web del diario inglés «The Guardian». Finalmente, ambos periódicos publicaron la información.
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