22 marzo, 2008


El síndrome de la suma cero

El síndrome de la suma cero

por Alberto Benegas Lynch

Alberto Benegas Lynch es académico asociado del Cato Institute y Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Argentina.

Tal vez el argumento central que alimenta el resentimiento y la envidia es la noción de lo que se conoce con el nombre del “dogma Montaigne”, es decir, que la pobreza de los pobres se debe a la riqueza de los ricos. En el siglo dieciséis, Michel Montaigne concluyó en su ensayo número veintidós que “no se saca provecho para uno sin perjuicio para otro” en el contexto de todas las transacciones.

Este es el punto de partida de un error garrafal. Al contrario, en toda transacción libre y voluntaria en el mercado, ambas partes ganan siempre. Para recurrir a la terminología de la teoría de los juegos, en esta situación hay suma positiva. En cambio, cuando tiene lugar la violencia, sea gubernamental directa o indirecta a través de que acepta la intimidación sindical o al otorgarle mercados cautivos a empresarios prebendarios, hay suma cero, es decir, lo que gana uno lo pierde otro del mismo modo que ocurre cuando se asalta un banco.

Es muy frecuente que se piense que la pobreza relativa de unos se debe a la riqueza de otros, que si unos tienen “demasiado” no queda para otros. Esto es un completo error. La riqueza no es algo estático. Los recursos naturales de hace siglos eran iguales o mayores aun que los actuales y, sin embargo, en la actualidad la gente en general vive mejor respecto de la época de Montaigne en la que la condición natural era las hambrunas, las pestes y la miseria (incluso los reyes morían por una infección de muelas). Esta mejora se debe a marcos institucionales que respetan derechos de propiedad, lo que al destapar la olla de la energía creadora hace que se multiplique y extienda la riqueza y que el obrero de un país civilizado pueda vivir mejor con posibilidades tales como calefacción, automóvil, agua potable y medios de comunicación y, por cierto, mas tiempo que un príncipe de la antigüedad.

En física se ha visto desde la formulación precaria de Lucrecio pasando por Newton, Lavoisier y Einstein que nada se pierde y todo se transforma. La cuantía de la masa de materia, incluyendo la energía es la misma en el universo pero lo relevante para el aumento de la riqueza no es el incremento de lo material sino su valor. Puede ser que artefactos tales como un teléfono antiguo contengan mas materia que un celular pero el servicio de este último y su precio son sustancialmente distintos.

La creación de riqueza es creación de valor en el contexto de un proceso dinámico. En la medida en que el empresario ofrece en el mercado bienes y servicios que la gente acepta, incrementará su patrimonio y en la medida en que no acierte lo disminuirá. Dejando de lado la lotería, solo hay dos maneras de enriquecerse: sirviendo a los demás o robando a los demás. El primer método es el de la sociedad abierta y los mercados libres, el segundo es el de los regímenes socialistas e intervensionistas en los que el favor oficial establece los patrimonios de los allegados y amigos y condena a la miseria al resto.

No es reclamando que se lesione el derecho de quienes crearon riqueza lícitamente la forma de prosperar, sino contribuyendo a crear el propio patrimonio sirviendo a otros. Hoy resulta en verdad triste el espectáculo que ofrece el debate en Houston, en la Universidad de Texas, entre los dos candidatos presidenciales del partido demócrata de los Estados Unidos: compiten en una carrera desenfrenada de promesas para ver quien saquearía mas los bolsillos de los que tienen recursos para entregárselos graciosamente a los que tienen menos patrimonios. Resulta triste a la luz de los postulados de los Padres Fundadores quienes consideraban fundamental el derecho de propiedad, de responsabilidad individual y de desconfianza al poder gubernamental. James Madison, el padre de la Constitución, escribió en 1792 que “El gobierno ha sido instituido para proteger la propiedad de todo tipo [...] Este es el fin del gobierno, solo un gobierno es justo cuando imparcialmente asegura a todo hombre lo que es suyo”. ¡Que lejos estamos de los principios de libertad cuando observamos que de un tiempo a esta parte gobernantes y futuros gobernantes del baluarte del mundo libre se han dejado seducir por el bochornoso síndrome de la suma cero! Pensemos lo que queda para países con tradiciones menos civilizadas. Es imperioso retronar a las bases sólidas de la sociedad libre a través de una educación mas esmerada y cuidadosa respecto de valores fundamentales.


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