06 abril, 2008

Cubanos en la isla ansían continuidad de reformas

UN PUESTO privado de venta de vegetales en el municipio habanero de Mariel. Siempre el gobierno ha sido reacio a la actividad de los mercados campesinos.
ALEJANDRO ERNESTO / EFE
UN PUESTO privado de venta de vegetales en el municipio habanero de Mariel. Siempre el gobierno ha sido reacio a la actividad de los mercados campesinos.

No se trata de una máxima de Lenin o Marx, ni de Fidel Castro. Pero las medidas tomadas para impulsar el consumo en Cuba guardan una gran semejanza con el capitalismo de libre mercado, y a la larga podrían propiciar la supervivencia del sistema comunista y de su nuevo presidente.

En una rápida sucesión de decretos, el gobierno de Raúl Castro puso fin la semana pasada a algunas restricciones que no eran bien vistas por la población, al levantar la prohibición a la compra de electrodomésticos, incluidos hornos de microondas y computadoras, autorizar al ciudadano común el ingreso a los sitios turísticos que les estaban vedados y declarar que pueden tener un teléfono celular propio.

Otras medidas podrían avecinarse. Hay rumores de que el gobierno pudiera aligerar las restricciones a los viajes y tolerar la libre empresa, que aumentaría la creación de pequeños negocios particulares. Y las expectativas de que provocará un ajuste en el sistema de doble moneda que pone los productos extranjeros fuera del alcance de la mayoría de los cubanos han causado presiones sobre el peso.

''Vamos a salir y a comprar cada vez más'', dijo Roberto Avila, un trabajador jubilado. ``Ese es el futuro de Cuba, y es un futuro firme''.

Cuba dista todavía de ser el paraíso de los compradores. Casi todos trabajan en el gobierno y ganan un promedio de 408 pesos ($19.50) al mes, aunque muchos reciben dólares de empleos en el turismo o de parientes en el extranjero. El cubano promedio necesitaría trabajar cinco meses para comprar uno de los reproductores de DVD más baratos, los cuales un estadounidense podría adquirir con cinco horas de trabajo con salario mínimo.

Al eliminar medidas que el cubano ordinario detesta, Raúl Castro podría aplacar los pedidos de cambios económicos y políticos más profundo en el sistema comunista de un solo partido.

Al mismo tiempo, la aplicación de reformas menores podría estimular las esperanzas de cambios más grandes.

''Estas medidas que permiten a los cubanos comprar aparatos de DVD y cualquier otra cosa son sólo para entretener a la gente'', comentó Maité Moll, ingeniera de 45 años que trabaja para el gobierno. ``En realidad no son importantes porque no resuelven nada''.

Algunos cubanos temen que incluso los cambios menores ya adoptados provocarán tensiones sociales y caldearán el resentimiento entre quienes ganan salarios del gobierno y quienes tienen acceso a dólares. Es evidente que Raúl Castro espera que un mayor poder de compra ahuyente las posibles fricciones.

Por supuesto, el presidente de 76 años ha mejorado su popularidad, al resolver por ahora las dudas de que el gobierno cubano podría sobrevivir sin su hermano Fidel.

''Si los grupos de bajos salarios tienen acceso a mercancías esenciales como alimento, ropa y material de construcción, y pueden vender y comprar casas y usarlas como garantía, no importa que haya una gran brecha en los ingresos. La gente está mejor'', consideró Carmelo Mesa Lago, un especialista en la economía cubana en la Universidad de Pittsburgh. ``Eso fue lo que sucedió en China y Vietnam''.

Existe la noción de que el nuevo presidente es un admirador de las reformas de libre mercado que permitieron a esos países revolucionar sus economías y conservar el control político en un sistema de comunismo unipartidista, aunque funcionarios de alto rango han dicho que no se trata de seguir el camino chino o vietnamita.

El sector alimenticio podría tener un cambio profundo con otra iniciativa promovida esta semana. El gobierno está prestando tierras improductivas del estado a productores agrícolas y cooperativas del sector privado para cultivos comerciales de café y tabaco, al mismo tiempo que les paga más por alimentos básicos como leche, carne y papas.

Con el tiempo, esto podría reducir la escasez crónica de alimentos y cambiar la imagen de la agricultura en Cuba.

No es algo nuevo que el gobierno deje que los productores privados aprovechen la oportunidad de darle un buen uso a tierras del estado. Pero en esta ocasión el gobierno permite a los productores comprar equipo y suministros en tiendas gubernamentales, mediante la remoción de un escollo clave.

Los cambios instrumentados cuando apenas llevaba un mes la presidencia de Raúl son medidas a las que Fidel se opuso drásticamente por décadas, durante las cuales llegó a declarar que las iniciativas más insignificantes para promover la libertad económica y social podrían generar ''nuevos ricos'' en Cuba y destruir la igualdad social y económica que tanto costó construir en la isla.

Raúl ha afirmado que consultaría con su hermano todas las decisiones relevantes. Pero si a Fidel algo no le cayó bien, no lo ha dicho públicamente. Mientras convalece de una enfermedad mantenida en secreto en un lugar no revelado, Fidel -- de 81 años -- ha escrito ensayos frecuentes sobre asuntos internacionales, sin mencionar la vida cotidiana en Cuba.

Aunque los cambios recientes están muy lejos de ser una perestroika o una glasnost que modificaron la vida en la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, hay también avances hacia una libertad mayor entre los intelectuales cubanos.

Raúl Castro presidió esta semana el VII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en una reunión en que se planteó un debate más abierto en torno a los mecanismos de control y de censura.

Juan Antonio Blanco, un académico cubano radicado en Ontario, Canadá, dijo que ``este gobierno está totalmente miope si no comprende que está sentado sobre dinamita''.

''Tiene que hacer más que lo que reproducen los medios de comunicación internacionales'', señaló.

La reportera Katherine Corcoran de la AP en la Ciudad de México contribuyó en esta información.

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