La inflación global inicia un nuevo ciclo y la Fed complica los antídotos tradicionales
Por Andrew Batson
La inflación está de vuelta.
Después de años en que la inflación permaneció bajo control, una ola de precios crecientes está rompiendo sobre la economía global. Y no pudo haber llegado en un momento más inconveniente. La Reserva Federal está recortando agresivamente las tasas de interés en Estados Unidos —la reacción opuesta a la habitual para combatir la inflación—, con el objetivo de impedir que la crisis inmobiliaria y de crédito cause una recesión profunda. Eso es lo que está complicando la respuesta global a los aumentos de precios.
Los precios al consumidor en Estados Unidos, Europa y otros países ricos crecerán un 2,6% este año, el nivel más alto desde 1995, dijo el miércoles el Fondo Monetario Internacional (FMI). En EE.UU., los precios aumentaron un 4% en febrero con respecto a un año antes. Los 15 países de la zona euro están viendo una inflación de 3,5%, la mayor en una década y muy por encima de la meta del banco central. Incluso Japón, durante años castigado por precios estancados o en baja, tiene ahora un poco de inflación.
El alza en los precios de los alimentos y de la energía impactan con especial fuerza a los países emergentes, donde los consumidores gastan una proporción mayor de su ingreso en ambas necesidades. El FMI prevé que la inflación en los países emergentes crecerá 7,4% este año, la tasa más alta desde 2001. En China, los precios habían aumentado 8,7% entre febrero del año pasado y febrero de este año, el ritmo más rápido en más de una década. En Venezuela, la inflación actual es del 25,4%; en Ucrania, del 21,9%.
Los detalles de la inflación son distintos en cada lugar: pactos sindicales y aumentos salariales en Alemania, escasez de carne de cerdo en China, problemas en la red eléctrica de Sudáfrica. De todos modos, el hecho de que la inflación está aumentando en casi todo el mundo sugiere que algunas de sus causas son globales.
Una causa principal son los altos precios de los alimentos, el petróleo y otras materias primas. El arroz, un alimento básico para miles de millones de personas en Asia, ha subido un 147% por encima del precio de hace un año.
Otro factor es la debilidad del dólar: no sólo está empujando al alza los precios de las importaciones a EE.UU., sino que está transmitiendo inflación a decenas de países, como Arabia Saudita cuyas monedas están atadas al dólar. Debido a esa relación, estas economías se ven obligadas a imitar los recortes de tasas de la Fed, aunque no combatan una recesión.
La globalización puede ser otro culpable. La globalización recibió algo de crédito por la baja inflación de los últimos años, a medida que la integración de China, India y los países de la ex Unión Soviética en la economía mundial expandían la mano de obra global y la capacidad industrial. Ahora, por el contrario, la creciente demanda de estos países está haciendo subir los precios de las materias primas. "En general, los efectos de la globalización —probablemente en el largo plazo— han dejado de ser espontáneamente desinflacionarios", dijo el mes pasado el gobernador del Banco de Francia, Christian Noyer.
El alza en los precios recorta el poder adquisitivo de los consumidores, especialmente de los pobres y de quienes tienen ingresos fijos, y reavivan los malos recuerdos de épocas pasada de alta inflación.
Si las familias y las empresas empiezan a pensar en los aumentos de precios como algo normal, eso puede crear expectativas autocumplidas que mantengan la inflación alta. "Es difícil reducir las expectativas inflacionarias una vez que ya han aparecido", dice Kenneth Rogoff, profesor de la Universidad de Harvard y ex economista jefe del FMI.
La brasileña Vale do Rio Doce, la mayor productora de mineral de hierro del mundo, conocida como Vale, acordó con sus clientes un incremento del 65% en el precio para este año del mineral de hierro proveniente de su principal mina. Eso ha hecho que las siderúrgicas eleven sus precios. Baosteel Group Corp., la mayor siderúrgica de China, aumentó sus precios entre 17% y 20% en los últimos meses. Eso "tendrá un efecto bastante grande en los costos de nuestros materiales", dijo Jim Owens, presidente ejecutivo del fabricante estadounidense de equipos de construcción, en un reciente viaje a Beijing. Caterpillar prepara alzas de hasta 5% en sus productos, las que entrarían en efecto en julio.
Así como hay diferencias en los niveles de inflación —desde el 1% de Japón al 17% de Letonia—, también es diferente la respuesta de los países. Los bancos centrales de EE.UU. y del Reino Unido están concentrados en los riesgos de una recesión, y están recortando sus tasas. Pero en otros lugares domina el miedo a la inflación: los bancos centrales de Australia, Chile, China, Colombia, Hungría, Polonia, Rusia, Sudáfrica, Suecia y Taiwán han aumentado sus tasas.
La elección entre mantener el crecimiento y combatir la inflación es especialmente difícil en Europa, donde los bancos también están en problemas y los precios se están acelerando. El Banco Central Europeo considera a la inflación una preocupación mayor que los coletazos de la crisis de crédito en EE.UU. y se ha negado a bajar sus tasas, pese a las tensiones financieras. El BCE teme que los altos precios de los alimentos y la energía se contagien a los salarios y otros precios. La semana pasada, unos 2 millones de empleados públicos en Alemania recibieron alzas de casi el 8% en sus salarios para los próximos dos años, su mejor acuerdo en 16 años.
Algunos bancos centrales, y especialmente la Fed, tienen la esperanza de que el magro crecimiento en EE.UU. y Europa alivie las presiones inflacionarias en el resto del mundo.
Algunos economistas sostienen que los precios actuales de las materias primas están por encima de lo que justifica su demanda, y predicen que podrían derrumbarse si los especuladores se retiran del mercado y el crecimiento global se enfría. Además, en algún momento la Fed dejará de recortar sus tasas, ayudando a revertir el declive del dólar y los efectos inflacionarios.
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