23 mayo, 2008

Los Estados deben redefinir sus políticas para combatir los precios de los alimentos

por Emmanuel Martin

Emmanuel Martin es el editor de www.UnMondeLibre.org, el proyecto francófono del Cato Institute.

Las protestas debido al alza en el precio de los alimentos constituyen un terrible drama humano. El precio mundial del trigo se ha casi triplicado en tres años y se ha duplicado en el último año; el precio del arroz se ha incrementado por mas de un 50% en tres meses.

El costo de un plato de comida es 40% mayor que el de hace un año en muchos países pobres. Cuando las compras de comida representan el 75% del presupuesto de un hogar, esos incrementos en los precios se convierten en una pesadilla. Esto podría significar el regreso de millones de personas a ingresos bajo la línea de pobreza, devastando varios años de esfuerzos en desarrollo.

¿Cuales son las razones de esta situación? Dado que la economía esta hecha de interconexiones complejas, debemos buscar las razones reales de la crisis en una profundidad mucho mayor a la usual.

La crisis puede ser interpretada como la consecuencia inesperada—el efecto perverso—de varia políticas que evitan que varios agentes de cambio actúen responsablemente.

Primero, debemos recordar que cada año millones de personas pueden salir por sí mismos de la pobreza gracias a la integración de sus economías en la globalización. Estas son claramente buenas noticias, pero también ha conllevado a una creciente demanda de comida, y especialmente de carne (y el ganado necesita cereales).

Ahora necesitamos entender por qué la oferta de alimentos no satisface la demanda. Si bien debemos tomar en cuenta las amenazas climáticas (como la sequía de Australia), debemos enfocarnos principalmente en los elementos políticos directos o indirectos que evitan que los mercados ajusten las cantidades y puedan mantener precios relativamente estables en la medida de lo posible.

Los subsidios en los países ricos son algunas veces bien intencionados. Sin embargo han generado dos tipos de efectos. Primero los subsidios incentivan a los productores a cosechar cultivos subsidiados. Y cuando los gobiernos subsidian cultivos para la producción de biocombustibles, esto significa menos cosechas para comida y mayores precios en cereales.

El segundo efecto consiste en la combinación de subsidios con impuestos y aranceles en los países ricos, los cuales les cierran la puerta a los países pobres evitando que éstos puedan competir en los mercados de los países ricos y puedan así desarrollar su ventaja comparativa.

No obstante, también debe tomarse en cuenta que el proteccionismo de los países africanos está lastimando a sus economías al reducir las posibilidades de aumentar la productividad regional de sus mercados. Por lo tanto, las políticas proteccionistas son en parte responsables de esta situación.

Los arreglos institucionales para la propiedad de las tierras dedicadas a la agricultura son fundamentales para entender los problemas alimenticios de hoy en día. En África, el mayor problema de la agricultura es que los derechos a la propiedad indefinidos desincentivan la inversión.

El mayor reto de las políticas de desarrollo consiste en incentivar la expansión agrícola en algunos países permitiendo reformas institucionales—integradas a las tradiciones locales—que hagan florecer la responsabilidad de los emprendedores agrícolas. Solamente con estos incentivos la oferta de la producción agrícola podrá realmente emerger en algunos países.

Las políticas de inversión del Banco Mundial y el FMI no produjeron casi ningún resultado positivo si se toma en cuenta las cantidades enormes entregadas en el proceso de ayuda externa. Sin embargo, estas políticas hicieron que varias economías pobres se volvieran “sosteniblemente dependientes”. Peor aún, también enriquecieron y mantuvieron la irresponsabilidad y la corrupción en las cúpulas del gobierno. Las agencias internacionales todavía están prestando dinero a pesar de que estos gobiernos están oprimiendo a sus pueblos obstaculizando el goce de la libertad económica.

La reciente crisis financiera fue en alguna medida reflejada en el mercado alimenticio, como en el caso del arroz y el maíz que ahora son refugios de inversión para los especuladores. Por lo mismo, nosotros debemos buscar una explicación indirecta para la crisis de la comida detrás de la crisis financiera. Lo que encontramos son bancos estadounidenses otorgando demasiados préstamos riesgosos. Pero muy pocos se dan cuenta que esto está estrechamente relacionado con las políticas de la Reserva Federal.

Primero, la Reserva Federal mantuvo muy bajas tasas de interés por un tiempo demasiado largo en la primera mitad de la década del 2000, alimentando artificialmente el boom doméstico. Segundo, lo que es usualmente llamado la “Doctrina Greenspan” produjo al menos un efecto perverso mayor: que la Reserva Federal en cierto sentido “asegurara” a ciertos perdedores (bancos) que deliberadamente tomaron riesgos.

Esta política de incentivos erróneos llevó a los bancos a actuar irresponsablemente, lo que eventualmente degeneró en una crisis global. Hay aquí un impactante paralelo con el comportamiento del FMI y del Banco Mundial, instituciones importantes que resguardan a otras organizaciones bajo su control en una forma simplemente irresponsable. Sin embargo, los países y los mercados trabajan eficientemente solamente si se sanciona la responsabilidad de los tomadores de decisiones.

Finalmente, el incremento en el precio del petróleo tiene un impacto en el costo del transporte y por ende en el precio final de los alimentos. El incremento en el precio del petróleo se explica por un aumento en la demanda a nivel mundial con una oferta que es esencialmente un cartel rígido que no esta invirtiendo para adaptar su producción.

Además, el petróleo también representa un refugio de inversión para los especuladores en este periodo de crisis: el aumento en el precio puede entonces ser parcial e indirectamente atribuido a las personas responsables de la crisis financiera.

La ayuda de emergencia es necesaria para aliviar a las personas del desastre. Sin embargo, después de tratar el síntoma, tendremos que lidiar con las profundas causas estructurales de este desequilibrio.

Desdichadamente los representantes “responsables” de varias organizaciones y países no parecen elaborar un discurso responsable. Estamos escuchando referencias a un “Nuevo Trato” y a prolongar la ayuda suplementaria por parte del presidente del Banco Mundial, a crear nuevas distorsiones del mercado, y hasta a prolongar el proteccionismo europeo por parte del ministro de agricultura de Francia.

Estos son malos augurios. Esta crisis debería ser una oportunidad para promover la idea de responsabilidad en el sistema y para rediseñar las políticas de desarrollo en el sentido más amplio. Esto significa cambiar las actitudes dentro de las agencias de cooperación internacional, los gobiernos de los países pobres, y por supuesto, dentro de los países desarrollados también.

No hay comentarios.: