12 mayo, 2008

Un abogado promueve una revolución judicial para América Latina


Por Matt Moffett

LA PAZ, Bolivia—Los niños lustrabotas tienen un estatus tan bajo en esta ciudad andina que, por vergüenza, esconden sus rostros con pasamontañas. Se escurren como fantasmas, esquivando a los comerciantes que les sacan dinero y los automovilistas que intentan pasarlos por encima.

Aun así, cuando James Cooper, un profesor de derecho estadounidense, observa a estos niños, ve en ellos a los soldados de una revolución en el sistema judicial en América Latina. Cooper dirige Proyecto Acceso, una organización sin fines de lucro que usa tácticas innovadoras para intentar mejorar los sistemas legales de América Latina y hacer que las leyes sean más relevantes para los ciudadanos más humildes.

Hace poco, Cooper reunió a 30 lustrabotas, de entre 8 y 17 años de edad, para una conferencia acerca de sus derechos dictada por un juez de la Corte Suprema boliviana y un banquero que de joven fue lustrabotas. Cada uno de los chicos recibió un par de pantalones relucientes con emblemas de superhéroes. Si los jóvenes continúan asistiendo los seminarios de Acceso y aprenden lo suficiente como para poder conversar sobre los conceptos básicos de la ley, recibirán camisetas y gorras de béisbol con eslóganes de derechos humanos.

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Fotos, videos y audio de las iniciativas que el proyecto acceso adelanta en América Latina

Para los lustrabotas, recibir un regalo fue una gran cosa. Algunos de ellos habían sido enviados a casa o retados por sus maestros de escuela porque sus manos estaban manchadas con betún y grasa, o golpeados por sus padres por no traer suficiente dinero a casa. Apretando sus nuevos pantalones contra el pecho, después de su primer seminario, Carlos Mamani, un adolescente de 15 años que se ha enfrentado a bravucones en su trabajo, dijo que había aprendido algo sobre los derechos de propiedad. "Nadie tiene derecho a meterse con la caja lustrabotas de otra persona", explicó.

Acceso, que ofrece entrenamiento especializado para profesionales del derecho y educación legal básica para el público general, tiene su oficina central en la Escuela de Derecho de California Occidental en San Diego, donde Cooper es decano asistente. Acceso es un acrónimo que viene de "Abogados Creativos Colaborando para Encontrar Soluciones Óptimas".

Cooper se toma seriamente la parte del título que dice "creativos". Para resaltar las deficiencias en las protecciones legales para los trabajadores mexicanos bajo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Cooper produjo un reality show —transmitido en la televisión de san Diego y en las conferencias de Acceso, en el que se muestra a estudiantes de derecho estadounidenses trabajando en una fábrica de juguetes en Tijuana. Los estudiantes ganaban US$60 por semana por soportar las duras condiciones de trabajo en las líneas de montaje y los peligros ambientales.

En Paraguay, Cooper produjo espectáculos de títeres para demostrar técnicas de abogacía. En Bolivia, organizó un desfile de modas en una prisión de mujeres —con las mismas prisioneras desfilando— como parte de un proyecto por los derechos de los prisioneros. En otra ocasión, juntó a abogados de Bolivia y Chile para un seminario de capacitación dentro del "Tren de la Justicia" que viajó desde La Paz, a través de los Andes, hasta la costa chilena.

Antes de cofundar Acceso hace una década, Cooper, de 42 años y oriundo de Canadá, había trabajado por un par de años en la gigantesca firma legal Baker & McKenzie. No pasó mucho tiempo antes de que Cooper, educado en la universidad británica de Cambridge, perdiera el entusiasmo por "hacer un mundo más seguro para McDonald's, Coca-Cola y Levi's".

La actual misión de Cooper —fomentar el respeto por la ley en América Latina— parece casi quijotesca. En los suburbios de La Paz, la policía y los juzgados están tan desacreditados que los residentes cuelgan muñecos en los postes de luz como advertencia de que los delincuentes serán linchados. Los sobornos y las intimidaciones son tan comunes que los jueces a veces deben enfrentar un ultimátum: plata o plomo.

Acceso ha estado promoviendo una de las pocas tendencias judiciales positivas en América Latina: la adopción en varios países de un sistema de juicios orales más abierto, parecido al de Estados Unidos. Acceso ha entrenado a 2.500 jueces, fiscales y defensores públicos en 15 países latinoamericanos en las técnicas de defensa oral usadas en el nuevo sistema. Chile es el país que más progresó ha mostrado en la adopción de la nuevas reglas. "Jamie Cooper fue muy importante en el entrenamiento del primer grupo de abogados en un sistema que era muy extraño para ellos", dice Jaime Camus, un ex estudiante de Acceso y ahora jefe de una oficina de 22 defensores públicos en Chile.

En cuanto a los lustrabotas de Bolivia, es bastante difícil cambiar su visión del mundo. Ante la presencia de un fotógrafo, la mitad de los chicos instintivamente cubrieron sus rostros. Uno de los que no se escondió fue Santos Candore, de 13 años, quien dijo que tenía ganas de continuar el curso "porque he aprendido que todos tienen derechos, hasta los lustrabotas".

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