26 junio, 2008

Adopciones, hipocresía de la UNESCO


por Manuel F. Ayau

Manuel F. Ayau Cordón es Ingeniero y empresario guatemalteco, fundador de la Universidad Francisco Marroquín, fue presidente de la Sociedad Mont Pelerin.

Una ingrata desgracia impuesta en Guatemala por ley a la niñez fue el éxito que UNICEF tuvo para acabar con las adopciones de niños abandonados, lo cual también logró en otros países que hicieron caso a sus fantasmagóricas historias, dejando así a miles de niños y niñas sin familia y en situación de desdichada pobreza, mendicidad, delincuencia y prostitución, cuando no abortados, por falta de hogares deseosos de adoptarlos.

Son muchos los sorprendidos con frases como “no quieren a los niños pues dejaron de ser negocio”. Resulta cruel cinismo referirse así a quienes prestaban el servicio de recibir, mantener, dar albergue, alimentar, proveer medicinas, dentistas, médicos y educación a niños abandonados, resarciéndose de esos gastos con contribuciones voluntarias y con el cobro de una compensación por prestar ese servicio a la juventud abandonada.

El término “comercio de niños” suena tan insidioso como si se criticara que la prensa vende noticias por dinero o que los diplomáticos de la UNICEF cobran dinero por sus servicios. Lamentablemente, desde antes de Dickens, ganar dinero tiene mala fama, aunque todo el mundo lo hace, pues no tiene nada malo y hasta las iglesias solicitan limosnas.

Se sabe de casos aislados de robo de niños en Europa, Estados Unidos y otros países, donde el remedio no es castigar a miles de niños inocentes sino a los delincuentes. ¿Acaso aquí en Guatemala se ha castigado a alguno? El 95% de las adopciones extranjeras son hechas por familias de Estados Unidos y el gobierno de ese país requiere dos pruebas de paternidad por ADN. Dicen que raptan bebés para extraer órganos, como si ello no requeriría instalaciones, personal médico calificado, pruebas de compatibilidad y aceptación del origen y procedimiento por parte del receptor; todo un proceso dificilísimo de lograr, especialmente en la clandestinidad. Si el gobierno lo sabe, ¿por qué no apresa a los criminales? Entre tanto, mientras más amarillo y fantasmagórico el cuento, más le gusta a mentes morbosas.

Resulta que ahora sólo el gobierno de Guatemala puede gestionar adopciones y, consecuentemente, se han cerrado los hogares privados de niños abandonados y las adopciones se han suspendido porque el gobierno no tiene hogares ni fondos para cuidar a esos niños. Cuidarlos cuesta dinero que anteriormente era voluntariamente pagado sin cargo al erario público. Ahora la nueva burocracia recurre a darlos en cuidado a personas “escogidas” y cubrir los gastos de manutención, financiado todo por el pueblo con sus impuestos. ¿Comercio? ¿Negocio? ¿Sobornos?

El peor daño, que obviamente no les importa, es privar a tantos niños abandonados de una familia, de un hogar para que crezcan y se desarrollen, de la oportunidad de educarse y poder contar con un futuro promisorio. Esa ley constituye una crueldad y debe ser derogada aunque eso no le guste a los embajadores de países e instituciones que “ayudan” y que sólo porque dan dinero se creen con derecho a inmiscuirse e imponer sus ideológicos prejuicios en lo que no les incumbe.

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