11 julio, 2008

Inventando el socialismo... y la rueda

Por Andrés Matas Axpe
Correo del Caroní

A nuestro máximo líder le gusta citar la respuesta de Fidel a una pregunta de Ramonet en la que le pide que confiese algún error en su brillante gesta de medio siglo. Fidel contesta: “Un gran error fue creer que había un camino hacia el socialismo, cuando no había ninguno, era preciso inventar el camino”. Lo cito de memoria, más o menos como lo cita nuestro prócer, pero creo que resulta fiel a la idea que transmite la frase. Por supuesto que en todos los caminos él sería siempre el conductor del autobús.

A estas alturas del siglo XXI habría que preguntarse si lo que pretenden inventar no será la rueda, porque el comunismo real está más que inventado y su fracaso más que demostrado. Basta comparar las dos Alemania, o las dos Corea, o la Cuba de la isla y la de Florida.

A mí me parece que este asunto de inventar el socialismo, en el fondo, lo que quiere es librarse de las desgracias que ha sembrado en el planeta el comunismo real en todas sus experiencias. Creo que el uso del término “socialismo” es en sí mismo tramposo e intenta diferenciarse de las prácticas voluntaristas del comunismo inclusive desde el lenguaje. Intenta obviar que el modelo no funciona ni en lo económico ni en lo social. Y no funciona porque coarta la libertad bajo el justificativo de la igualdad y al final no logra ninguna de las dos. Por supuesto que la libertad produce diferencias y eso perturba a los amigos de la igualdad llevándolos a pensar que las diferencias son injustas y achacándoselas a la libertad, a la cual llaman neoliberalismo. Pero eso no es así, el desarrollo de la humanidad ha estado y estará siempre plagado de diferencias. Hay colectivos que avanzan más rápido que otros y también que lo hacen en diferentes direcciones. Y dentro de cada colectivo hay individuos que se diferencian, unos son exitosos y otros fracasan. Pero la clave del avance humano está en la libertad, que es el único motor de la creatividad. El comunismo la niega con su visión centralizada de la sociedad. Al matar la libertad la ruina económica está garantizada, pero por encima de la economía está la sociedad, al matar la libertad el individuo, y a través de él todo el tejido social, se envilece y se pervierte. Hay que jugar al sapo, con o sin ley.

Pero lo que se pretende con el término “inventar” es preservar la pertinencia del modelo comunista. Si se asume como premisa que el modelo funciona, entonces los fracasos tienen que buscarse en otra parte. Lo normal es decir que somos los seres humanos los que no hemos logrado el éxito del socialismo, la razón es que no somos lo suficientemente buenos. No somos solidarios, ni humanistas, ni generosos. Estamos alienados por los poderosos medios capitalistas que nos enseñan el egoísmo individualista. El problema siempre está en nosotros, tenemos que mejorar para lograr que el socialismo se instituya, tenemos que alcanzar al famoso “hombre nuevo” y entonces el socialismo se paseará campante por un planeta justo y humanitario. Para ello hay que confiar en los volubles dictámenes de nuestro líder y en los designios de su servil burocracia.

Recuerda el dogma de aquella secta cristiana que pregonaba que si éramos suficientemente nobles y fieles seríamos capaces de levitar. Sus creyentes se empeñaban en convertirse en los mejores cristianos, pero nunca levitaban. Sin embargo, esto no mermaba su fe, todo lo contrario, si no lograban el celestial objetivo era porque les faltaba profundizar su misticismo. De esta forma el fracaso se convertía en el mejor estimulo para continuar creyendo con mayor empeño. Voluntarismo puro.

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