
REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
Diciembre de 1999
Ante el umbral de lo que tal vez sea un hecho histórico en nuestro país--las elecciones del año entrante-- los mexicanos tímidamente se preparan para probar ese desconocido manjar, la democracia, y no dejamos de analizar a las fuerzas participantes en tal proceso-----la sociedad en pleno. En ocasiones anteriores ya hemos afirmado como el pacto de Calles de 1929, de una forma artera fijó como uno de sus principales objetivos el evitar el nacimiento y desarrollo de una sociedad civil fuerte e independiente. Los resultados los tenemos a la vista con una serie de sectores domesticados y totalmente dependientes del partido en el poder; el sector obrero, campesino, popular etc. Sin embargo, un sector del que casi no se habla y en mi opinión el mas perjudicial para el país, es el de los empresarios estatistas y dependientes de las marañas gubernamentales de corrupción y complicidad.
El comunismo ha muerto antes de lo predicho por Kessinger, sin embargo, todavía prevalece el heredero de tal aberración, el sistema que ha regido a nuestro país durante todo este siglo; el estatismo. Es ahora el estatismo el que se bate con la otra ideología sobreviviente por lograr la conquista de las mentes de los hombres del tercer milenio, siendo esta la libertad en manos de la sociedad civil. La responsabilidad individual del hombre para buscar el bienestar suyo y de su familia, sin que alguien más se lo ofrezca en charola de plata, a cambio de su dignidad.
Una posición inicia y termina con el Estado. Es la sociedad estatista en la que el gobierno regula y controla la mayoría de las relaciones de la sociedad, coartando su libertad, su iniciativa, su creatividad. La otra posición inicia y termina con el individuo. Es la sociedad civil a través de la cual la gente se autorganiza en asociaciones voluntarias y de intercambio. La sociedad estatista promete la felicidad a cambio de una buena parte de la libertad y sobretodo de la dignidad. La sociedad civil de alguna forma garantiza la libertad. La felicidad es responsabilidad de cada individuo.
Tal vez pudiéramos entender el impulso estatista de los miembros de la sociedad que no tienen educación, los enfermos, los incapacitados, los desesperados, los huérfanos, los débiles. Pero, ¿porque el empresario decide ceder su capital mas importante----su libertad? En México desde el triunfo de “la revolución,” se ha establecido ese pacto diabólico entre el estado y sus empresarios como una de las muchas formas de repartir el botín. El empresario estatista no pregunta porque el gobierno tiene todas las cartas; él solo acepta la mano que le dan, seguro de que las cartas que recibe están marcadas. Para jugarla conservadoramente, el empresario burócrata simplemente le sigue el juego al gobierno sin importarle la distorsión que causa en los mercados.
El empresario estatista al unir fuerzas con el gobierno en lugar de luchar en contra de un estado activista e intruso, se convierte en parte muy importante del problema. Se le usa como argumento en contra del capitalismo, siendo que nada tiene de capitalista. Ese empresario dócil y pegado a la ubre gubernamental, es sin duda la causa del gran desprestigio que el capitalismo y los mercados han sufrido en muchas partes del mundo. Este tipo de hombre es alérgico a la incertidumbre de los mercados, al riesgo natural de los negocios. Lo que ellos buscan es que el gobierno les garantice seguridad sin riesgo, la oportunidad de triunfar sin la posibilidad de fracasar. Al empresario estatista no le gusta la competencia, siendo esta la base del buen funcionamiento de una economía de mercado, él busca concesiones exclusivas. El empresario estatista es conservador en el sentido que no le interesa el cambio, quiere que el status quo permanezca.
En México el zenit de ese capitalismo estatista sin duda se presentó cuando a principios de los 90s, el entonces presidente Salinas promovió la reunión de los 30 “empresarios” para solicitarles un donativo de $15, 000,000 de dólares per capita, para el partido. Después de que todos habían aceptado el aportar tal cantidad, uno de ellos tuvo un arranque de generosidad afirmando que como a el le había ido muy bien en ese sexenio, el doblaba su aportación a $30, 000,000 de dólares. Obviamente después de la firma de los cheques, deben de haber seguido las peticiones; subsidios, cierres de la frontera, precios de garantía, exclusividades etc, distorsionando de la forma mas cruel la función natural de los mercados; los mejores productos, a los mejores precios.
En nuestro país como consecuencia de estos arreglos, las fronteras por años permanecieron cerradas no solo para los productos extranjeros, sino para las ideas diferentes a las que se han usado para petrificarnos el cerebro. El espíritu de conquista que siempre caracterizó a los hombres del campo mexicano para dominar desiertos, selvas, pantanos, ha sido vergonzosamente aniquilado a través de las trampas invisibles que los gobiernos revolucionarios les tendieron a nuestros agricultores con los precios de garantía, los subsidios, el FIRA, Conasupo, la SARH, etc, a nuestros ganaderos con los permisos de exportación, la reforma agraria, los certificados de inafectabilidad, el PROCAMPO, el Banco Rural etc, etc, para de esa forma lograr un sector totalmente dependiente de las decisiones del supremo gobierno.
Hemos visto también como el sector empresarial en general se hizo llorón, miope y conformista debido al proteccionismo, la substitución de importaciones, el ciérrenle la frontera porque no puedo con los gringos abusones, BANCOMEXT, NAFINSA, FONATUR, FOGAIN etc. Los sindicatos con la aceptación tácita de nuestros “empresarios” como parte de los arreglos nacionales, crecieron y engordaron con la junta de conciliación y arbitraje, la ley federal del trabajo, el INFONAVIT, salarios mínimos, fabricando un sector obrero ineficiente e irresponsable. El ejido dejó al país como las siete plagas de la Biblia o los jinetes del Apocalipsis. Hemos sido testigos de las relaciones amafiadas de algunos sectores empresariales con el supremo gobierno para explotar al pueblo a base de monopolios ahora privados como TELMEX. Llegó un momento en México en el que ya no se admiraba la visión y el arrojo de un Eugenio Garza Sada, sino la capacidad de maniobra de un Carlos Slim, o las relaciones de un Cabal Peniche.
Von Mises el padre de la economía austríaca, afirmaba que las recesiones son buenas porque son las que sacuden al árbol de las economías de los países. Las sacudidas continuaban, sirven para que los malos proyectos desaparezcan, los frutos malos caigan del árbol. Sin embargo, en una relación simbiótica como la que tienen los empresarios estatistas con el gobierno, eso no sucede, el estado de inmediato entra el rescate de los proyectos que se estructuraron sobre bases falsas, sobre cimientos arenosos, de esa forma negándoles la oportunidad de aprender de sus errores y pagar ellos por los mismos. El FOBAPROA y sus derivados es una muestra de esa relación de dependencia enfermiza. Después de una serie de errores históricos que van desde la expropiación de la banca, una muy cuestionable privatización, el crecimiento irracional del crédito, el error de Diciembre, la quiebra, ahora se baja el cero y no toca, que pague Juan Pueblo.
Domingo Cavallo ex secretario de Economía de Argentina en una ocasión afirmó: “Cada peso es un contrato entre el gobierno y el poseedor de ese peso. Ese contrato garantiza que cada peso---como una unidad de valor por el cual su poseedor ha trabajado arduamente---valdrá lo mismo hoy que mañana. Si el gobierno no respeta ese contrato, está quebrantando la ley. El único papel del gobierno en la economía debe ser el de garantizar la integridad de las transacciones del mercado.” Jefferson uno de los padres de los EU definía la función del gobierno de la nueva nación: “Protector de vida, libertad, y propiedad.” Más de eso afirmaba, es intrusión.
Sin embargo, desde el invento de Roosevelt “The new deal,” los gobiernos empezaron su invasión en todos los ámbitos de la sociedad a la que supuestamente deben servir. En el caso de México la constitución socialista que nos ha regido por más de 90 años, lo dice de una manera muy clara; “el estado debe ser el rector de la economía del país.” Esa rectoría le ha dado también la autoridad y la forma de establecer sus pactos diabólicos con esos empresarios estatistas que han venido a distorsionar de una forma aberrante la función de una verdadera economía de mercado. Han también desprestigiado la función empresarial, y de una forma muy especial el concepto de capitalismo y sus mercados libres.
El sector empresarial en la construcción y desarrollo de una economía es neurálgico. Recordemos que economía es oferta y demanda. La oferta de bienes y servicios la tiene que proporcionar el sector empresarial, no es estado. Robert Mundell el galardonado premio Nobel de economía, ha construido su reputación con base a sus teorías de como activar saludablemente esa oferta. El punto de partida de sus teorías es una sociedad civil con espíritu empresarial independiente. Es hora de que los mexicanos desmantelemos ese esquema en el cual una pequeña parte de la pirámide social, funciona bajo ese “capitalismo de estado,” mientras que la inmensa mayoría vive el socialismo de los pobres.
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