¡Qué bien! Desempleados de por vida
Jorge Valín
Si el mercado laboral español ya era una trinchera –donde nadie se podía mover debido a todas las penalizaciones socialistas–, ahora el Gobierno ha sabido dar una vuelta de tuerca más para conseguir un alto y perpetuo nivel de desempleo. ¿Cómo? Ampliando el subsidio de paro seis meses más. ¿Por qué seis meses en lugar de uno u ocho? ¿Dónde está el límite?
Ampliar el período del subsidio significa muchas cosas y ninguna de ellas beneficiosa:
- Más tiempo de subsidio es igual a más tiempo en el paro, por lo tanto, menos tiempo ocupado. Parece obvio, pero los socialistas no lo entienden. Está directamente relacionado con los incentivos humanos. Cuando en el colegio el profesor, ante la masiva petición de los alumnos de posponer un examen, lo dejaba para la semana siguiente, todos nosotros lo primero que hacíamos era ir al cine. Al final, siempre acabábamos igual, estudiando la última noche hasta las tantas. Si se alarga el subsidio de desempleo, el parado, involuntariamente, se relaja. Especialmente los que acaban de entrar en la lista. No hay vuelta de hoja: a más subsidio, más prolongado el desempleo.
- El hombre común tiende a considerar que las crisis son como un temporal. Puede llover y tronar durante días, pero al final siempre sale el sol sin que nadie haga nada arreglándose todo rápidamente. El problema es que la meteorología y la economía son ciencias totalmente diferentes que no tienen nada que ver. Las crisis no duran un tiempo determinado y luego, como por arte de magia, viene la bonanza. De la crisis sólo se puede salir de dos formas. Una, buscado la alta productividad, bajando precios (salarios incluidos) e innovando en aquellos sectores que más demanda la gente. La otra, esperando a que el resto de países salgan de la crisis y gracias a la inercia del comercio internacional, salgamos de ella a rastras. Ésta es la solución del Gobierno: ser los últimos en salir de la crisis. Es el camino más doloroso y largo; pero políticamente el más fácil, el que más votos da por ser el populista. No es buena garantía de presente ni futuro.
- Un país que penaliza el trabajo con todo tipo de barreras "sociales" y favorece con contra-incentivos estatales el parasitismo, inevitablemente ha de tener una baja productividad. Efectivamente, España está a la cola de Europa en productividad. Una medida como prolongar más el subsidio de paro es un lastre para la productividad.
- Pensar que el Estado es la solución a la crisis muestra una sociedad poco madura e irresponsable que aún cree en una especie de "rentismo social". No pretende vivir de las rentas de una inversión particular, sino del capital de otras personas que voluntariamente trabajan para ellas y obligatoriamente para otras a las que ni conocen. El rentismo social es parasitismo y constituye un asalto al trabajo de los demás.
- El subsidio de desempleo no genera riqueza, más bien al revés. Destruye capital. Mala receta en tiempos de crisis.
Si alguien ha salido realmente fortalecido de esta crisis son los gobiernos de todo el mundo. La dependencia del ciudadano hacia el Estado se expande día a día de forma incontenible. El remedio del Gobierno siempre es el mismo: populismo y crear un clima de desestabilidad económica para fortalecer el lobby más básico de cualquier democracia, el votante cautivo. Cuanto más pobre y desesperada esté la población, más socialista se vuelve, por tanto, más dependiente del Gobierno es.
La única cura a las crisis y a la dependencia del Estado sólo es el liberalismo, el laissez faire, lo que nos permitirá recobrar el espíritu de superación y una sociedad próspera, rica y libre.
Cartas de un "culpable" liberal
UNA CRÓNICA DE ESTOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS
Cartas de un "culpable" liberal
Por Antonio Golmar
¿Cómo contemplaría la actualidad política española un extraterrestre recién posado en la Tierra? Más o menos con el mismo asombro que un economista liberal de 27 años. |
Miembro del Instituto Juan de Mariana y del Club Liberal, en 2006 Álvaro Lodares abrió dos bitácoras, una de ellas en Libertad Digital, con el objetivo de plasmar sus impresiones sobre el panorama político y económico, y de paso ordenar sus propios pensamientos y contrastar las enseñanzas de la universidad con la realidad. Al mismo tiempo, y como corresponde al ciudadano activo que tanto elogian los partidarios de la llamada democracia participativa, se dedicó a escribir a varios periódicos para expresar sus opiniones respecto a diversos asuntos.
Una vez compilados los escritos, el resultado es un sugestivo diario aparentemente desordenado, aunque no por ello carente de coherencia interna, que pasa revista a los principales acontecimientos que han acaparado los titulares de los medios de comunicación españoles en los últimos años y a otros tantos que, a pesar de no haber atraído gran atención mediática, se antojan tanto o más importantes –y graves– que los primeros.
El libro, que Álvaro ha dedicado a su padre, se abre con unas agudas reflexiones sobre la respuesta de la administración Bush a la crisis económica que exponen lo que hasta aquel momento muchos ignoraban, o por algún motivo se resistían a revelar: la política económica del anterior presidente norteamericano fue un despropósito que nada tiene que envidiar a la de Zapatero. De hecho, algunas de las iniciativas de los socialistas españoles no fueron sino copias de medidas similares adoptadas con anterioridad por el presidente republicano. Álvaro acierta plenamente al expresar su preocupación por las posibles repercusiones doctrinales del primer plan de rescate norteamericano y el pasado proteccionista de Paul Krugman, economista de cabecera de la actual administración de Barack Obama. Leídas nueve meses después, las quejas de Lodares suenan a auténticas profecías.
En repetidas ocasiones, el autor nos recuerda que "la demanda de mercancías no es demanda de trabajo", es decir, que los planes de expansión de la demanda no tienen por qué producir empleo, otro augurio tristemente cumplido, y sospecha que las ayudas a los bancos y a determinadas empresas pueden desencadenar un ciclo intervencionista y planificador de dimensiones inimaginables hace una década. Tres de tres, y aún no hemos dejado la economía.
A veces el lector desearía que Lodares, que explica con concisión y de forma didáctica el discurso económico dominante, se hubiese equivocado. Sin embargo, todo parece indicar que, lo que en uno de los textos más brillantes el autor denomina "bromas", no han hecho más que empezar.
No menos irónico se muestra a la hora de analizar algunas noticias internacionales, como la elección de Alan García como presidente de Perú ("La demostración de que precisamente [es] en la apoteosis de [la] elección cuando en realidad menos posibilidades tienes de elegir"), la figura de la peligrosidad social predelictiva aplicada por las autoridades cubanas al roquero Gorka Águila o la complacencia de la izquierda con el Islam, una religión incapaz de aceptar cualquier noción de separación entre iglesias y Estado, como ya apuntó Tocqueville en La democracia en América. Tampoco está a gusto con la simpatía de algunos liberales con respecto a China, pues considera que la libertad no se puede compartimentar ni es un mero instrumento, sino que "hay que quererla porque en sí misma es buena".
No menos agudo y suspicaz se muestra a la hora de criticar otras posturas políticas que considera contrarias al liberalismo, tales como la Doctrina Social de la Iglesia, a la que, igual que hiciera Von Mises en Socialismo, achaca conceptos absurdos, como el de ganancia desproporcionada. Sin embargo, tampoco se abona al anticlericalismo al uso, que considera simplemente "casposo".
La nación española es otro de los temas que más preocupa al autor, que a veces transmite una impresión de turbación y extrañeza ante lo que contempla, como si pensase que lo que está presenciando tuviese muy poco que ver con lo que le contaron. No es difícil compartir su exasperación ante el discurso nacionalista, que "es como diría Mafalda: el continuose del empezose" –lo peor es que el problema empeora casi a diario–, su recuerdo esperanzado de los acontecimientos del 2 de mayo de 1808 y su indignación por los apaños del PSOE con los nacionalistas. En este punto, la lectura de Cartas... resulta especialmente provechosa, pues expone el lenguaje equívoco, artero y peligrosamente sinuoso de los socialistas a la hora de tratar el nacionalismo. Un ejemplo: que en abril de 2008 Ramón Jáuregui expresase su "decepción" con el PNV por no sumarse a una moción de censura contra la alcaldesa de Mondragón parece simplemente un sarcasmo.
Tampoco se libra el Partido Popular de las críticas del autor, por su tibieza ante los separatistas. El galleguismo de Rajoy, o sea, su constante indefinición y la falta de claridad de sus manifestaciones, es otro de los blancos favoritos de Lodares cuando denuncia la mediocridad de la clase política española actual. A este respecto, otro de los puntos fuertes del libro es la abundancia de declaraciones tanto del presidente del Partido Popular como de varios miembros del Gobierno, que constituyen por sí solas una pequeña antología del disparate. Implícita a todas ellas, una pregunta que casi parece obsesionar a Lodares: ¿cómo es posible decir tantas tonterías en tan poco tiempo?
Tras cinco años de Zapatero en el poder y de Mariano Rajoy al frente de la oposición, probablemente éste es un momento ideal para hacer un pequeño ejercicio de memoria y recordar lo que han sido estos años de disparate a través de la instructiva y amena crónica de este joven autor, que a veces nos hará sonreír y quizá otras llorar. No obstante, el texto destila una vitalidad, un sentido común y sobre todo una esperanza en la capacidad demostrada por los españoles para sobreponerse a momentos difíciles, que uno tiene la impresión de encontrarse ante un manual de autoayuda. Y lo que es más importante, se hace consciente de la imperiosa necesidad de estar a la altura del brío y la determinación de su autor.
Bernardo Rabassa, veterano militante liberal –desde el Partido Liberal, fundado en 1976–, dice en el prólogo: "Si tú no lo hubieras escrito, habría dicho que había sido yo mismo". Estoy seguro de que muchos lectores, independientemente de su edad o experiencia, cerrarán la última página del libro pensando exactamente lo mismo.
"Reino Unido corre el riesgo de entrar en una crisis como la de Islandia"
"Reino Unido corre el riesgo de entrar en una crisis como la de Islandia"
La eventual rebaja en la calificación crediticia de Reino Unido situaría bajo una fuerte presión a la libra, "que correría el riesgo de verse inmersa en una crisis similar a la vivida en Islandia", según un informe de la firma Schroders. Irlanda, Grecia, España y Portugal esperan su turno.
Por su parte, Adam Cordery, responsable de estrategias de crédito de la firma para Europa y Reino Unido, comenta que "la deuda que se está deteriorando más rápidamente en el mundo no es ni la de las compañías ni la de los bancos, sino la de los gobiernos".
"Ahora que el apalancamiento se está desplazando a los balances de los gobiernos, ¿de dónde podría venir la próxima crisis?", se pregunta el analista.
a revisión a la baja incorpora nuevas estimaciones sobre el impacto que tendrán sobre las cuentas públicas los planes de rescate de la banca británica en el último año.
La cantidad de esos planes de ayuda asciende, según las cifras de Stantard & Poor's, a entre 100.000 y los 145.000 millones de libras, los que representa entre un 7 y un 10% del PIB.
Estos factores pueden llegar a doblar en los próximos cuatro años el nivel de deuda pública, que "si alcanza el nivel del 100% en 2013, haría incompatible una calificación de 'AAA'" para la economía del Reino Unido, advierte la agencia en su nota.
La lectura positiva es que la economía británica sigue siendo "rica y diversifica", con "una política fiscal y monetaria flexibles" y un mercado laboral y productivo igualmente "flexibles".
S&P revisará estas perspectivas cuando se celebren las elecciones generales, previstas para 2010, y cuando conozca la nueva política económica y fiscal del Gobierno que salga de las urnas.
El sistema financiero canadiense
El sistema financiero canadiense, otro modelo a seguir
Mucho se ha escrito y alabado el sistema financiero español como uno de los que mejor ha aguantado el chaparrón. Sin embargo, hay otro país donde los bancos no han recibido ni una sola ayuda de su gobierno: Canadá.
Análisis recientes tanto del diario The Wall Street Journal como de la revista inglesa The Economist señalan las diferencias entre el sistema financiero canadiense y el de su vecino del sur, Estados Unidos, epicentro de la crisis de crédito y donde los bancos han tenido que recibir mayores ayudas estatales junto al Reino Unido.
Los resultados están ahí. Todos los bancos canadienses han sido rentables en el último trimestre, justo cuando lo peor de la crisis financiera estaba afectando a los bancos de todo el mundo. Además, ninguno de ellos tiene nada de intervención estatal (aunque el Gobierno sí que ha comprado créditos asegurados por valor de 55.000 millones de dólares) y su sistema ha sido alabado tanto por Barack Obama como por Paul Volcker, que hace menos de un mes señalaba que el sistema americano se debería parecer al canadiense.
Las razones de la buena salud son variadas, aunque el semanario británico resalta las diferencias culturales. Citando a un banquero que conoce ambos países, "Estados Unidos tiene un mayor apetito por el riesgo". Tanto The Economist como el WSJ destacan el caso de Toronto-Dominion (que llegó a estar entre los 10 bancos del mundo que más activos titulizados tenía), que decidió en 2005 abandonar los productos estructurados complejos (los famosos activos tóxicos) ya que, según su CEO, Dominique Clarke, eran demasiado complejos.
La regulación
Después está el tema de la regulación. Pero más que la regulación bancaria propiamente dicha, las mayores diferencias (que pueden ser además de donde se produzca la ventaja de los bancos canadienses) viene de la regulación hipotecaria.
Primero, los intereses de las hipotecas pueden ser deducidos en Estados Unidos (y en otros países como España), mientras que en Canadá no, lo que invita a la gente a endeudarse menos. Segundo, en Canadá, los hipotecados responden con otros activos más allá de su casa (como en el Reino Unido y España), mientras que en EEUU tan sólo se responde con la casa.
Además, tal y como explican ambas publicaciones, en Canadá todas las hipotecas que superen el 80% del valor de la vivienda tienen que tener un seguro, pagado por el hipotecado y que no es deducible, con una agencia federal, la llamada Canada Mortgage and Housing Corporation. Los bancos tienen, además, que asegurar el resto con esta misma agencia, que opera de manera muy distinta a Fannie Mae y Freddie Mac, que comprando las hipotecas fomenta la titulización, algo que no sucede con el sistema canadiense.
En cuanto a la regulación bancaria propiamente dicha, tampoco hay grandes diferencias. Ninguna ley en Canadá prohíbe o limita expresamente la posesión de productos estructurados. Tampoco hay regulación sobre los riesgos. La polémica ley Glass-Steagall (que impedía que bancos comerciales tuvieran bancos de inversión), eliminada por Estados Unidos en 1999, también fue eliminada mucho antes en su versión canadiense. Tan sólo hay diferencias en el ratio de endeudamiento, pero tampoco demasiado grandes como para explicar la salud del sistema canadiense.
Por último, la estructura del propio sistema. En Canadá, los cinco mayores bancos forman un oligopolio. Esto acaba con la competencia, y las entidades hipotecarias independientes no dan ni una tercera parte del total de las hipotecas. En EEUU, dan el 70%. Tener menos bancos también deja más claro cuáles son demasiado grandes para caer, lo que supone una supervisión más estricta y cercana.
La mayor quiebra de 2009
La mayor quiebra de 2009: Estados Unidos cierra BankUnited FSB
Las autoridades estadounidenses han anunciado el cierre de un gran banco de Florida, el BankUnited FSB de Coral Gables, que con 12.800 millones de dólares en activos representa la mayor quiebra bancaria del año.
La entidad era el mayor banco independiente del estado de Florida, duramente afectado por la crisis inmobiliaria, ha indicado la Agencia Federal de Garantías de Depósitos Bancarios (FDIC) en un comunicado.
El costo de la quiebra será particularmente elevado para la agencia, que lo evaluó en 4.900 millones de dólares.
La FDIC ha anunciado que optó por "la solución menos costosa", es decir la creación de una nueva sociedad bautizada BankUnited, que retomará la totalidad de las 86 sucursales, y la casi totalidad (97%) de los 8.600 millones de dólares de depósitos de BankUnited FSB, así como casi todos sus activos.
¿Somos todos humanos?
¿Somos todos humanos?
Gina Montaner
Bien, el morbo colectivo ha saciado su sed de chismes e intimidades cual vampiro frente a una apetitosa yugular. En realidad ya sólo nos falta por ver la entrevista exclusiva de la pareja del año proclamando su amor y su derecho a compartir lecho. Serán felices, comerán perdices y a otra cosa, mariposa. Digamos que a este entretenido culebrón le queda un par de capítulos y un bestseller en las librerías. Poco más antes de archivarlo en el baúl de los recuerdos de YouTube. De todos modos las grandes ausentes en este vodevil han sido las monjas, de las que nadie se ha preocupado por invitarlas a los debates que estos días han ocupado el prime time. ¿Habría despertado igual simpatía y solidaridad una versión femenina del padre Alberto? Me temo que no.
Pero no quisiera despedirme de este Pájaro espino versión tropical sin hacer mención a un tema muy serio que en estas páginas ha abordado Daniel Shoer Roth en una magnífica columna [ver Sur de la Florida, 13 de mayo] titulada Con la vara que mides... Desde la militancia gay, el columnista de este periódico no oculta su desagrado por la insensibilidad del padre Alberto cuando en el pasado ha dado consejos a padres preocupados por la homosexualidad de sus retoños. Para estos muchachos, presuntamente tan hijos de Dios como el resto de los mortales, pedía que enmendasen su torcido camino.
En una entrevista televisada que la semana pasada Cutié concedió a la periodista Teresa Rodríguez, éste dijo que una cosa es su desliz por el amor de una mujer, y otra bien distinta los casos de pederastia y homosexualidad que plagan el seno de la Iglesia católica. Es preciso aclarar que en las sociedades más avanzadas la relación entre dos hombres o dos mujeres adultas no es un delito y nada tiene que ver con el abuso a menores. O sea, a los ojos del Todopoderoso ese amor debería ser tan válido como el que el padre Alberto dice profesarle a una joven cuyo nombre no pronuncia pero está en boca de todos.
Al referirse a la Iglesia a la que hasta ahora ha servido, el ex párroco ha dicho que se sentía como un hombre del siglo XXI atrapado en un mundo anclado en el siglo XVIII. Pues bien, a muchos su visión de los gays se nos antoja del medioevo y en contra del principio fundamental de que todos tenemos los mismos derechos, independientemente de nuestra raza o preferencia sexual. Lo del celibato es peccata minuta comparado a la discriminación y el desprecio que el prelado manifiesta contra los homosexuales y lesbianas, como si fuesen criaturas de un dios menor.
El padre Alberto quiere que lo veamos como el hombre que es, con una orientación sexual --la que le dio el Creador al nacer-- que lo ha llevado a cumplir el destino de sus hormonas, diseñadas para desear al sexo opuesto. Con la facilidad de palabra y el charme que lo caracterizan, ha afirmado que no vino de otro planeta para presentarse en la tierra con sotana, sino que es un ser de carne y hueso que ha cedido a la tentación. Pero este apreciado sacerdote, como los valores de la Iglesia que hasta el otro día defendió desde el púlpito, parece no haberse planteado que hay individuos que nacieron con otra sexualidad --la que la Providencia les designó-- y que, como él, reclaman su legítimo derecho a amar libremente a las personas de su mismo sexo.
Cuando estalló el affair del padre Alberto una portavoz de Radio Paz pidió que fuésemos magnánimos con él porque, apuntó la señora, ¿acaso no somos todos humanos? Yo le respondo con otra interrogación: ¿acaso hay clases subhumanas para quienes no hay aceptación ni misericordia? Si fuese gay y creyente, no habría cabida en mi corazón para una Iglesia incapaz de ofrecer cobijo a todos los hijos de Dios sin hacer excepciones. Yo no esperaría demasiado de una institución liderada por varones que alguna vez se preguntaron si la mujer tenía alma.
La realidad económica provoca la corrección
La realidad económica provoca la corrección en Wall Street
por F. R. Ch
Las dudas sobre la recuperación económica dejaron fuertes caídas en Wall Street, unidas a la posibilidad de nuevas recapitalizaciones en el sector financiero deslizada por Greenspan. Tan sólo General Motors brilló en el Dow Jones al alcanzar un acuerdo con los sindicatos.
Así las cosas, el parqué neoyorquino cerró con fuertes ventas el jueves. El Dow Jones cayó un 1,54%, hasta los 8.292 puntos, el S&P 500 perdió un 1,67%, hasta los 888 puntos y el Nasdaq tecnológico cedió un 1,89%, hasta los 1.695 puntos.
Jornada aciaga para la bolsa de Nueva York, que no encontró ningún apoyo para poder salir de las fuertes ventas que dominaron la sesión desde su comienzo. Todas las referencias, con la excepción de los indicadores económicos adelantados, no dejaron posibilidad para las compras.
Hoy, Greenspan volvió a hablar y los mercados tomaron de forma muy positiva sus palabras. Aunque el crédito del que fuera presidente de la Fed está puesto en entredicho por muchos, lo cierto es que cada vez que habla, las bolsas tiemblan.
A Greenspan se le ha culpado que su política sembró la semilla de la actual crisis, pero su discurso sigue teniendo mucha influencia. El veterano banquero ha asegurado que los bancos de Estados Unidos tendrán que ampliar capital en grandes cantidades en los próximos meses y tendrá que ser recapitalizados. Sin embargo, cree que la situación de la economía estadounidense y de los mercados financieros ha mejorado "considerablemente".
Los mercados aprovecharon estas declaraciones para deshacer posiciones y entregarse a las ventas. Por si fuera poco, también presionó a la baja la decisión de la agencia Standard & Poor's de poner bajo vigilancia 'negativa' el rating de AAA del Reino Unido. Nunca por el momento la economía británica ha perdido la máxima calificación crediticia. Fitch, por contra, mantiene sin cambio su perspectiva 'estable'.
Una noticia que llevó fuertes correcciones en las bolsas europeas y que también descargó pesimismo en Nueva York. En cuanto a los datos macroeconómicos, los publicados hoy no lograron vencer en fuerza a estas dos noticias y se posicionaron como agravantes.
Referencias macro
Sobre todo dejó mal sabor los datos de desempleo semanal. En los últimos siete días, las peticiones iniciales bajaron en la última semana hasta las 631.000 solicitudes, un registro inferior a lo esperado por el mercado que esperaba que descendiera hasta las 625.000.
Otro dato peor de lo esperado fue el dato de actividad industrial en la región medio atlántica de Estados Unidos mejoró menos de lo previsto en mayo, aunque siguió en plena contracción. El índice se situó en los -22,6 puntos, desde la lectura de -24,4 puntos registrada en abril. Sin embargo, la previsión de los analistas había sido más optimista ya que reflejaba una mejora hasta los 18 puntos negativos.
Tan sólo dejó un resquicio al optimismo el índice de indicadores adelantados de la economía de Estados Unidos, su mayor subida en 3 años y mejoró las previsiones de los expertos económicos. En el último mes, esta referencia subió un 1%, desde una caída revisada del 0,2% de marzo. Esta subida ha sido superior a la esperada en el mercado, que descontaban que lo hiciera en un 0,8%.
No obstante, la Conference Board, encargada de elaborar el dato señaló que la contracción seguirá y que entre los próximos tres y seis meses comenzará a levantar la economía.
De telón de fondo, aún influyó la publicación de las actas de la última reunión de la Fed, publicada ayer, y que ya dejaron pérdidas al cierre. La preocupación por el tiempo que tardará la economía en volver a recuperarse y el desempleo a bajar fomentó también esta corrección bursátil.
Movimientos en el parqué
General Motors se convirtió en el principal protagonista de la sesión con una subida cercana al 32%. Las últimas noticias sobre el gigante del Motor, que a finales de mes tendrá que presentar su plan de reestructuración, apuntaron a que el Tesoro podría inyectar otros 7.500 millones de dólares en su brazo financiero, GMAC.
Además, ha alcanzado un acuerdo con los sindicatos para revisar los contratos de los sindicatos y recortar sus horas de trabajo, reducir sueldos y ahorrar costes. Según la propia organización sindical, el pacto contiene "modificaciones al convenio colectivo" y al fondo que financiará las prestaciones sanitarias de los trabajadores y pensionistas de la empresa, según apunta el comunicado enviado por el UAW.
El sector financiero, por su parte, cotizó con avances en el Dow Jones, salvo la excepción de Bank of America que cedió un 1%. Pero JPMorgan (+1%) y Citigroup (0,8%) y American Express (+0,6%) cerraron en verde. Las palabras de Greenspan, señalando la posibilidad de una mayor recapitalización de la banca no logran teñir de rojo a los valores bancarios.
En el lado negativo, las empresas más bajistas de la sesión fueron Alcoa (-4%), Caterpillar (-4%), Home Depot (-4%), DuPont (-3% y General Electric (-3%). Un sector industrial preocupado por el devenir económico, sin saber cuando regresará la recuperación económica.
Mientras tanto, el precio del petróleo descendió posiciones desde los 62 dólares que llegó a tocar ayer. Hoy, el barril Texas se desinfló al cierre un dólar y acabó instalado en los 60,92 dólares.
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