19 mayo, 2011

Brujas y bichos

Brujas y bichos

José Cárdenas

Los desbordamientos de violencia de bandas zetas y otras del crimen organizado llevaron a Álvaro Colom, presidente de Guatemala, a decretar el estado de sitio en El Petén desde ayer a primera hora.

Leímos la noticia y pormenores de la decisión, pero casi en automático una pregunta nos asaltó.

¿Y aquí para cuándo?

La matanza de 27 campesinos baleados y decapitados por grupos de ex soldados mexicanos zetas y kaibiles guatemaltecos, Los Zetas 200, llevaron a Colom a suspender garantías.

En unos 36 mil kilómetros cuadrados de esa zona del norte guatemalteco, fronteriza con México y Belice, corazón de la selva, se permiten “temporalmente” cateos sin orden judicial y otras acciones de control e investigación por parte de fuerzas de la policía civil y el ejército. Colom en persona se trasladó a El Petén y desde allí despacha. Fue a buscar agujas en el pajar. Y ya encontró una. Le llaman El Comandante Bruja, es cabe-zeta guatemalteca del cártel mexicano.

Lejos, muy lejos de allí, en Washington, el embajador de México ante Estados Unidos, Arturo Sarukhan, hizo una caracterización de los cárteles de la droga como “organismos parasitarios interesados en debilitar al Estado”.

Los cárteles, dijo, “necesitan un Estado débil, pero funcionando”. En una mesa redonda con integrantes de una organización intermedia tan del gusto americano como es la llamada Iniciativa para el Liderazgo, la suya es una tesis interesante, pero débil e incompleta.

Es desde el Estado (sus policías y fuerzas de seguridad institucionales son parte de él) que se parasita a los grupos del narco o de negocios colaterales, tráfico de personas, armas, automóviles de lujo, etcétera. No conozco casos de narcos deseosos de convertirse en policías, pero sí hay muchas evidencias de lo contrario.

Ambos terminan haciéndose compadres. Sin esa connivencia los parásitos serían fácilmente detectables. Y hasta muy controlables. Habría una línea nítida para separar a unos y a otros. No la hay. Son bichos simbióticos.

El flujo de la lana arranca del negocio narco y va hacia las estructuras estatales corruptibles, que en tal caso brindan cobertura y protección. O abierta coparticipación y complicidad.

Es un trueque. Se cambia dinero por inmunidad para la impunidad.

El clima que prohíja ese mal no es otro que la debilidad institucional frente al poder corruptor del billete. Entre más verde, mejor.

De todo esto tendríamos que saber más, si nuestros legisladores no se resistieran a promulgar la nueva Ley de Seguridad Nacional.

MONJE LOCO. A propósito, ¿alguien sabe en qué va el tema del mando estatal único en las policías? O seguimos leyendo noticias de Guatemala y preguntándonos, sin más: ¿Y aquí para cuándo? Nadie sabe, nadie supo.

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