16 mayo, 2011

Peña, el PRI y la campaña negra

Peña, el PRI y la campaña negra

Jorge Fernández Menéndez

Enrique Peña Nieto tiene todo el derecho del mundo de decir en Estados Unidos que existe una suerte de campaña negra en su contra, en la que alegan que, de ganar el PRI la Presidencia de la República en 2012, ese partido abandonará la lucha contra el crimen organizado. El gobernador mexiquense, en su primer viaje como prácticamente precandidato de su partido a la Presidencia, reiteró que no tiene intención alguna de abandonar esa lucha.

No sé si existe esa campaña negra, pero sí sé, y aquí hemos insistido en ese tema, que en muy buena medida es responsabilidad del priismo el que se tenga esa percepción, tanto en el terreno de la seguridad como en torno a reformas políticas, sociales y económicas. Peña Nieto en particular, y el PRI en general, tienen una muy amplia ventaja de cara a las próximas elecciones presidenciales y, para conservarla, aquí lo hemos dicho muchas veces, en lugar de tener una actitud propositiva, de establecer una agenda de cambios desde ahora, cuando pueden desplegarla sin mayores dificultades, en vez de exhibir aunque sea una pálida muestra de lo que pueden hacer si llegan al gobierno federal, han optado por una actitud defensiva, conservadora, de no mover nada para que las cosas se mantengan como hasta ahora, criticando sin proponer, esperando que llegue el primero de julio de 2012 y simplemente recojan en sus manos el poder que perdieron en el año 2000.

Hemos dicho que, si habláramos de futbol, el PRI está jugando como un equipo pleno de estrellas que tiene todo para ganar, pero prefiere echarse atrás, jugar rudo con sus adversarios y esperar que pasen los minutos para conservar la ventaja, en vez de apostar por conservar el balón, dominar a sus adversarios y mantener la ofensiva, asumiendo que, cuanto más lejos esté el balón de su portería, menos posibilidades habrá de que la misma sea vulnerada. Se toma el estilo del calcio italiano o del Real Madrid de Mourinho o se juega como el Barcelona de Guardiola.

El PRI puede acabar de un plumazo con la campaña negra. Peña Nieto ya en alguna oportunidad escribió, para el Financial Times, cuál era su visión sobre seguridad. Y esa propuesta apenas si se diferencia con la que aplica actualmente el gobierno federal (porque entre otras razones no hay demasiado margen hacia donde hacerse; en tema serios no se puede inventar el hilo negro). Pero hay una serie de propuestas e iniciativas que han sido aceptadas por el priismo, sin embargo, están congeladas en el Congreso, en forma más que destacada la del mando único y el nuevo modelo policial. Que se saquen adelante: esas propuestas fueron presentadas ante la Conago nada menos que por uno de los gobernadores más cercano a Enrique, el regiomontano Rodrigo Medina y, a pesar de todos los pesares, es en Nuevo León donde están intentando sacarla adelante. Todos los gobernadores del PRI le dieron el visto bueno. Si Peña Nieto la coloca en su agenda, saldrá en el Congreso. Lo mismo sucede con la Ley de Seguridad Nacional, que es verdad que está siendo frenada en la Comisión de Gobernación por el panista Javier Corral, pero tiene todo el apoyo en la de Defensa, con el priista Rogelio Cerda. Sacar esa ley, con las modificaciones que Alfonso Navarrete ha planteado, le daría a Peña un enorme margen para desacreditar cualquier campaña negra.

No hay tiempo para hacer ya un cambio radical, pero si Peña, en comunicación con Eruviel Ávila, deciden establecer un buen calendario para impulsar con mucha más enjundia en el Estado de México la reforma al sistema judicial, también eso generaría expectativas. Y si el PRI saca, con su iniciativa, la reforma laboral, si deja de paralizar, por una visión de demasiado corto plazo, las propuestas de Manlio Fabio Beltrones tanto en la reforma política como en la fiscal, si con las adecuaciones que consideren necesarias sacan adelante la reforma de Pemex, el PRI en general y Peña Nieto en particular, se beneficiarán por partida triple: primero, impulsarán reformas que el país necesita y que beneficiarán a ellos si el día de mañana llegan al poder; segundo, se les verá como parte de una agenda de cambio para el país, no como parte de una agenda restauradora, esté o no la gente cansada de los gobiernos panistas: con los números que tiene el PRI en las encuestas, una campaña de oposición pura es tan absurdo como mezquino políticamente y está siendo utilizado en su contra por sus adversarios y, tercero, se tendrá el principal antídoto contra cualquier campaña negra. Es la enorme diferencia, que tendrá muchísimo peso a la hora de gobernar en el futuro, entre generar expectativas de cambio o ganar como consecuencia del hartazgo social ante la parálisis. Entre jugar con el balón lejos de la propia portería o crear un muro defensivo frente a ella.

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