13 mayo, 2011

Simon Johnson critica la arrogancia........

Simon Johnson critica la "arrogancia y autoritarismo" de los bancos centrales

Simon Johnson, ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional y profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT) arremete contra los bancos centrales, especialmente el BCE y la Fed, en un editorial abierto publicado en la newsletter del Peterson Institute for International Economics. El experto asegura que las declaraciones de los distintos funcionarios de ambos bancos afirmando que "hicieron un buen trabajo" durante la crisis financiera no hace más que "minar la credibilidad" de sus políticas monetarias.

"El coste real de la crisis no se mide por los beneficios o pérdidas de cualquier banco central o por si el plan de rescate bancario (TARP, por sus siglas en inglés), pierde o no dinero en sus diversas actividades", asegura Johnson. Desde su punto de vista, lo que mide realmente la eficacia de estas entidades durante el derrumbe de las subprime es la economía a pie de calle y, en ese aspecto, los números hablan por si solos. "El coste, en EEUU, ha sido de ocho millones de empleos, con una caída del empleo del 6% desde su nivel máximo", apunta.

Para Johnson, los bancos "se inmolaron" provocando un coste sin precedentes para los contribuyentes, con importantes consecuencias negativas a nivel global. El experto hizo referencia a las palabras de Dennis Lockhart, presidente del Banco de la Reserva Federal de Atlanta, que la semana pasada durante una conferencia donde el funcionario reiteró que la Fed "no debería tratar de operar en un sistema basado en el principio de beneficios privados y pérdidas públicas." Al fin y al cabo, las pérdidas son masivas, como han demostrado las circunstancias actuales, además de ser totalmente injustas.

El ex economista jefe del FMI deja claro que los beneficios privados se pueden medir directamente gracias a la remuneración de los ejecutivos. De 2000 a 2008, los ejecutivos que dirigían las 14 mayores instituciones financieras de EEUU recibieron una remuneración en efectivo de alrededor de 2.600 millones de dólares.

Los cinco mejor pagados

De esta cantidad, alrededor de 2.000 millones de dólares fueron recibidos por los cinco individuos mejor pagados, que, casualmente, fueron figuras clave en la creación de activos de alto riesgo que condujo al sistema financiero al borde del abismo. Entre ellos se encuentran Sandy Weil, Hank Paulson , Angelo Mozilo, Dick Fuld o Jimmy Cayne.

En comparación, las pérdidas públicas han sido masivas: aproximadamente 6 billones de dólares, sólo tomando como referencia el aumento de la deuda del gobierno federal. Ante esta situación, Johnson critica que los ejecutivos de los bancos siguen insistiendo en que "se les debe permitir ejecutar negocios globales, en los que se les paga en función de su riesgo".

Incrementar el capital

Los expertos opinan que los grandes bancos, los demasiado grandes para caer, deben incrementar su capital y efectivo para garantizar la estabilidad del sistema. Sin embargo, señala el profesor del MIT, "los banqueros, rechazan enérgicamente este aspecto, ya que es probable que reduzca su salario, al igual que los bancos centrales se dejan influenciar por las protestas de los ejecutivos".

El economista considera que "hay muchas ventajas de tener un banco central independiente capitaneado por profesionales que puedan mantener su distancia de los políticos". Pero cuando estas instituciones insisten en que la respuesta a la crisis fue correcta, y que todo va a ir bien pese a que los gigantes financieros que provocaron la crisis siguen operando de forma similar, "su credibilidad, inevitablemente sufre". Este hecho debería ser de gran preocupación para los bancos centrales, especialmente el europeo y la Fed puesto que, según Johnson, "la credibilidad es casi todo lo que tienen".

Perdidas semanales en Wall Street

Perdidas semanales en Wall Street: el Dow Jones se deja el 0,3%, hasta los

Cotizaciones

DOW JONES
12.595,75
-0,79%
NASDAQ 100
2.379,24
-1,19%
S P 500
1.337,77
-0,81%

La Bolsa de Nueva York se ha despedido de la semana con pérdidas en todos sus índices arrastrada por las fuertes caídas del sector financiero. De este modo, el Dow Jones ha bajado este viernes el 0,79%, hasta los 12.595,75 puntos, mientras que en toda la semana ha cedido el 0,3%. Por su parte, el tecnológico Nasdaq ha cedido el 1,21% y el selectivo S&P 500 ha caído el 0,81%.

El parqué neoyorquino moderó los descensos cercanos al 1 % que registró hacia la media sesión, pero no pudo evitar el cierre en números rojos en un día marcado por la subida del 0,4% en abril del índice de precios de consumo (IPC) en EEUU a causa del encarecimiento de la gasolina.

Los analistas coincidieron en apuntar que el ánimo vendedor de la jornada estuvo determinado también por los continuos temores que despiertan los problemas de deuda en Europa, especialmente por la delicada situación económica en la que se encuentra Grecia, de la que no cesan los rumores que apuntan a que tendrá que reestructurar su deuda.

La incertidumbre sobre el país heleno afectó hoy a la moneda única europea, que se debilitó con fuerza frente al dólar, de forma que hoy un euro se cambiaba por 1,4099 dólares, comparado con los 1,4239 de la jornada anterior.

Las financieras, a la baja

El fortalecimiento del dólar desvió la atención de los inversores hacia el mercado de divisas, lo que también influyó en los números rojos de la jornada en el mercado de valores neoyorquino.

Los mayores descensos de este viernes recayeron sobre el sector financiero, que se dejó en su conjunto el 1,33 %, con fuertes bajadas por parte de Bank of America (-2,21%) y JPMorgan Chase (-2,13%), -que fueron de los que más bajaron en el Dow Jones-, así como Citigroup (-2,1%), Morgan Stanley (-1,55%), Wells Fargo (-1,06%) y Goldman Sachs (-0,9%), entre otras.

En el Dow Jones retrocedieron además la aseguradora Travelers (-2,38%), el fabricante de maquinaria pesada Caterpillar (-2,12%), la química DuPont (-1,82%) y las tecnológicas IBM (-1,35%) e Intel (-1,24%), entre muchas otras.

El crudo, al alza

Tan solo terminaron en positivo en ese índice cuatro compañías: la cadena de alimentación Kraft (0,4%), la farmacéutica Pfizer (0,14%), la cadena de comida rápida McDonald's (0,1%) y el fabricante de productos para la higiene personal Procter & Gamble (0,03%).

En el mercado Nasdaq el fabricante de procesadores gráficos Nvidia se desplomó el 10,93% tras difundir unos resultados peores de los esperado, al tiempo que Yahoo cayó el 3,61% afectado por las disputas con la firma china de comercio electrónico Alibaba, de la que controla más del 40 % de sus acciones.

En otros mercados el petróleo subió el 0,68% para cerrar en 99,65 dólares por barril, el oro bajó hasta los 1.493,6 dólares la onza y la rentabilidad de la deuda pública estadounidense a 10 años descendía al 3,17%.

LA CÁMARA DE TORTURA NACIONAL

REFLEXIONES LIBERTARIAS
LA CÁMARA DE TORTURA NACIONAL
Ricardo Valenzuela

En días pasados los diarios del país publicaron unos datos que son para dejar la sangre helada de todos los mexicanos: a) La burocracia, nada más en sueldos, le cuesta a México casi 250,000 millones de pesos. B) La corrupción le cuesta al país otros 35,000 millones de pesos. En el reporte no se incluye los 250,000 millones de dólares que se estima robaron los políticos durante el siglo XX. Ante esta vergonzosa información yo me pregunto ¿Cómo es posible que los mexicanos hayamos permitido se fraguara esta cámara de tortura nacional? Aun más grave ¿Cómo es posible que lo sigamos permitiendo? Y lo más importante ¿Qué haremos al respecto?

¿Cómo se construyó esta cámara de tortura que haría palidecer a Torquemada?

La protección del consumidor contra las “prácticas de negocios sin escrúpulos”, se convirtió en cimiento del Estado intruso y la raíz más profunda de la corrupción gubernamental. El argumento que da vida a las monstruosas burocracias que participan en este asalto, es que los hombres de negocios, sin regularlos, se dedicarían a vender productos defectuosos, valores fraudulentos, construirían edificios que con el soplo del viento se derrumbarían. Con esa bandera los gobiernos se han dedicado a edificar sus secretarías, agencias, fideicomisos, comisiones tan “indispensables” para proteger al pueblo de la “voracidad” de los negociantes.

Sin embargo, la ambición, como bien lo señalaba Adam Smith—o más bien la búsqueda de su ganancia—es lo que verdaderamente garantiza la protección del consumidor. Lo que los colectivistas no entienden que el interés que mueve a los hombres de negocios, es lo que los impulsa a construir una buena reputación sobre bases morales para poder subsistir en el mercado. El mercado es ciego y valúa las empresas de acuerdo a capacidad para generar utilidades, es por ello que una buena reputación puede y debe ser un activo más valioso que sus activos físicos y financieros. Desafortunadamente en México se desarrolló el concepto de la familia revolucionaria, en donde más que el prestigio lo importante eran las conexiones con el establishment.

El prestigio y la reputación en una economía verdaderamente libre, es la herramienta más efectiva para competir. Los participantes con la mejor reputación son siempre los que se llevan los mejores negocios. Cuando Mike Milken era el Rey de los bonos chatarra, con una llamada telefónica lograba que sus inversionistas le situaran, ese mismo día, billones de dólares. El caso de este hombre, quien democratizó el mercado financiero en EU, es un buen ejemplo. A Milken sus “enemigos”, con ayuda del gobierno, lo tuvieron que enviar a la cárcel con juicios fraudulentos, arruinar su reputación y expulsarlo del mercado que él había creado.

Las regulaciones gubernamentales no protegen al consumidor, no fabrican productos de calidad ni proporcionan información confiable. Su única contribución es la de sustituir los verdaderos incentivos con el hostigamiento, asumiendo su papel de “redentores” de la sociedad. Cuando hacemos a un lado la montaña de papeles que producen esas burocracias, lo único que encontramos, primero es la aniquilación de la competencia—la base de las economías sanas. Segundo; la burocracia ofrece una garantía que el consumidor es el que debería de establecer haciendo sus propios juicios. A través de pasar por su colador a las empresas que cumplen con “sus requisitos” o estándares de su calidad, le afirma al consumidor que su juicio no es necesario.

El propósito de un gobierno regulador es el de no permitir en lugar de crear algo. La estructura mental de los reguladores es la de López Obrador y su grupo de cortesanos, “no pasa.” Eso se traduce en una serie de obstáculos para el desarrollo de nuevos y mejores productos y una economía moderna. Alguien que trate de construir algo en el DF, se enfrentará a un ejército de inspectores, estándares de construcción que datan de la época de los aztecas, cerrando así la puerta a las nuevas tecnologías. Los constructores deben dedicar su tiempo a cumplir con esas anacrónicas regulaciones en lugar de buscar nuevas técnicas. De esa forma, es más fácil simplemente dar la requerida mordida para poder seguir adelante.

Esto perjudica seriamente al consumidor, pero la víctima más afectada es el productor. Regulaciones retiran de la competencia la reputación que ha tomado años construir. Es una forma especial de expropiación de algo mas valioso que sus activos; su integridad. Así el acto de un gobierno para despojar negocios de sus activos físicos o devaluar su reputación “nivelando el terreno,” permanecen en la misma categoría; ambos son actos de expropiación. La legislación proteccionista es la llamado ley preventiva. Los productores están sujetos a la coerción gubernamental antes de cometer algún delito. En una economía libre, el gobierno solo interviene cuando se ha cometido fraude o se ha producido algún daño al consumidor; en esos casos la protección es la ley criminal.

El gran problema de los colectivistas es esa desconfianza a la libertad y al mercado libre, pero es su cruzada de “protección al consumidor” lo que expone la naturaleza de sus premisas. Al preferir la intimidación en lugar de incentivos y recompensa como medios de motivación, ellos declaran su concepto del hombre como un ser bruto sin capacidad para pensar, actuando en el nivel instintivo. De esa forma muestran su ignorancia del papel de la inteligencia en el proceso productivo, y de la visión a largo plazo requerida para mantener una economía moderna. Declaran su incapacidad para entender la importancia de los valores morales, que es el verdadero poder motivador de un capitalismo democrático.

En un país como EU en el que un asesino violador puede escapar el castigo de la justicia declarándose enfermo, el mercado no perdona. El capitalismo se basa en individualismo, interés personal y autoestima “Sus pilares son la confianza y la integridad consideradas como virtudes cardinales, extraordinariamente redituables demandando que el hombre viva a base de virtudes y no de vicios.”

El que no lo hace, por mas rehabilitado, el mercado no lo acepta de nuevo. Este es un sistema “superlativamente moral” que los estatistas proponen modificar sobre bases de legislación aplicable solo por excepción, oleadas de burócratas hambrientos de dinero sabiendo que la mejor forma de conseguirlo es obstaculizando el proceso, y el ancestral sistema de intimidación. Es lo que James Buchanan bautizó como “la economía de la política,” la gran enfermedad de México.

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