31 mayo, 2011

Zetas, Familia, religión y violencia

Zetas, Familia, religión y violencia

Jorge Fernández Menéndez

Todas las organizaciones criminales desestabilizan a una sociedad. Es una falacia decir que hay algunas mejores o más convenientes que otras, pero también es verdad que la capacidad de desestabilización de algunas de ellas, lo mismo que su participación en la política, varía. En el pasado sucedió con los Arellano Félix. En la misma medida en que el cártel de Tijuana crecía y se consolidaba rompiendo con acuerdos previos de los grupos criminales, en la medida en que eran considerados una suerte de outsiders entre los viejos cárteles, la violencia fue su marca y su capacidad disruptora en el sistema se acrecentó, al mismo tiempo que su interés en la política local y nacional aumentaba: nunca fueron los Arellano Félix el cártel más poderoso de México, pero sí de los más violentos, los que generaron mayores enfrentamientos y los más buscados por el gobierno mexicano y la justicia de la Unión Americana.

Algo similar sucede ahora con dos organizaciones: Los Zetas y La Familia. Tienen un origen diferente, distinto al de los otros cárteles. Los primeros provienen de integrantes de fuerzas militares y de seguridad que transitaron a sicarios y luego de la caída de Osiel Cárdenas se fueron adueñando cada vez de mayores partes del cártel del Golfo. Los segundos eran una organización local, con añejas e indefinidas relaciones con el movimiento magisterial y los grupos armados de la Tierra Caliente. Comenzaron como simples operadores y se descubrieron a sí mismos como cártel. Unos han hecho de la violencia extrema y de las operaciones armadas en los lugares donde operan, su sello; los otros, además de la violencia, han unido un discurso seudorreligioso y regionalista que los han hecho, a ambos, difíciles de descifrar para las autoridades y sus adversarios.

Con el paso del tiempo, tanto Los Zetas como La Familia se han enfrascado en luchas muy violentas entre sí y con las demás organizaciones criminales, más allá de sus alianzas circunstanciales. Los Zetas rompieron con los sucesores de Osiel Cárdenas en el cártel del Golfo, y La Familia, además de luchar con Los Zetas y sus aliados locales, se ha terminado, también, dividiendo, desde la muerte de su líder Nazario Moreno, entre los grupos de Servando Gómez La Tuta y los de Jesús El Chango Méndez.

Los Zetas han apostado muy alto para conservar su puerta de entrada de drogas, armas, dinero y sicarios, en la frontera sur, por una parte en Quintana Roo, por la otra en la zona entre Tenosique, en Tabasco, y Benemérito de las Américas, en Chiapas, porque en el Petén guatemalteco tienen viejos aliados y se han asentado a sangre y fuego. Pero también, pese a que han popularizado su sello y que hoy cualquier criminal se pueda identificar, aunque no tenga nada que ver con esa organización, como zeta, lo cierto es que han recibido golpes muy duros. Hoy su fortaleza está, paradójicamente, en su enorme capacidad de operación en esa franja de la frontera sur, desde donde pueden mantener la batalla por el norte del Golfo, incluidos por supuesto Tamaulipas y Nuevo León. Su involucramiento con todo tipo de delitos, desde el secuestro y el asesinato de migrantes, hasta la extorsión, el robo y el secuestro en general, los han hecho temibles para la sociedad, pero también son de los grupos que más fincan su poderío en el miedo, más que en un intento de base social.

La Familia actúa en ese sentido de la forma absolutamente contraria: justifican la violencia a partir de supuestas raíces y bases sociales. En el origen está la diferencia. A La Familia le gustan las reuniones amplias. Su proselitismo y su utilización de centros de control de adicciones para reclutar jóvenes, pero también para hacer en ellos reuniones de adoctrinamiento, fueron muy conocidas. En esos encuentros se justificaba el aniquilamiento de sus rivales como una suerte de “justicia divina”. Uno de sus líderes, detenido hace casi dos años, Rafael Cedeño, se presentaba como activista y funcionario de derechos humanos y tenía una organización religiosa llamada La Nueva Jerusalén. El libro de cabecera del grupo se llama El más loco y fue escrito, se dice, por Nazario Moreno, muerto el año pasado y basado en la doctrina del autor cristiano estadunidense John Eldredge, en especial su libro titulado Salvaje de corazón.

Ambos grupos sufrieron duros golpes el fin de semana pasado. Toda una organización de Los Zetas fue desarticulada en Quintana Roo, pero en Michoacán, durante un encuentro masivo de sus miembros, fueron detenidos 46 sicarios de La Familia, mientras otros 11 murieron en enfrentamientos con fuerzas de seguridad. A Los Zetas aún falta para desarticularlos. La Familia ya está mucho más cerca de ello, por su propia división. Por cierto, el grupo que encabezaba Servando Gómez La Tuta, se hace llamar Los Caballeros Templarios.

Explota el narco mexicano en prime time

Explota el narco mexicano en prime time

“El malo” ya no es comunista o árabe; programas como CSI, La Ley y el Orden, 24 o NCIS retratan la violencia de los narcotraficantes

Carlos Carrasco Araizaga
CIUDAD DE MÉXICO, 31 de mayo.- Las noticias en Estados Unidos hacen un recuento de la batalla contra el narcotráfico en territorio mexicano, mientras que en la industria de la televisión, los héroes estadunidenses se debaten en contra de los delincuentes que buscan apoderarse de su más preciado tesoro: la juventud.

Este es un recuento de las series televisivas que ensalzan el trabajo de las agencias de inteligencia del vecino país del norte y que tiene que ver con el combate a presuntas organizaciones criminales mexicanas.

Un marine de Estados Unidos perdió a su familia luego de que decidió perseguir a un grupo criminal que operaba en Washington, D.C., Leroy Jethro Gibbs se enfrentó con sus superiores y, por ende, no recibió respaldo a la hora de encarcelar a los miembros de una banda del crimen organizado que tenía su base de operaciones en Sonora, México.

En una maniobra nada convencional para un marine, Gibbs tomó justicia por su propia mano luego de regresar a casa y enterarse que su esposa e hija, de ocho años, fueron acribilladas por un desconocido.

El ahora ex marine se enlista en la Navy Criminal Investigacion Service, agencia encargada de investigar los crímenes relacionados con las fuerzas armadas norteamericanas, pero antes usa su experiencia como francotirador y viaja a Sonora para cobrar venganza.

Esa es la sinopsis de la serie NCIS, que en Estados Unidos es vista cada semana por al menos 20 millones de televidentes, a través de la cadena CBS. La historia de Gibbs y su equipo de investigadores lleva nueve temporadas al aire; la décima está en preproducción y saldrá al aire en ese país la última semana de septiembre cuando comiencen los estrenos de otoño.

Como NCIS, muchas series de televisión han desarrollado tramas en el marco de la protección de la seguridad nacional de EU, de tal modo que sus televidentes arropen a sus personajes y apoyen la política de intervención de su país para defender su suelo.

México a la par de Irán, Yemen y Corea del Norte

Series como NCIS Los Ángeles y The Wire ya plantearon la peligrosidad de los cárteles mexicanos y los ponen en el mismo grado de atención que en su momento tuvieron los regímenes africanos en series como 24, The West Wing o ahora The Event, pero con una invasión extraterrestre.

En el caso de la primera, existió un cruce entre delincuentes de origen mexicano y su apoyo a la compra de armas por parte de un traficante de Yemen, a quien finalmente capturan por una afrenta sentimental.

El impacto de las tramas policiacas en las audiencias estadunidenses es todavía incierto, toda vez que no existen estudios formales acerca de la forma en que los televidentes ven a nuestro país respecto con las historias que se les venden desde Hollywood, a través de la televisión.

No obstante, la industria del entretenimiento de Estados Unidos ha demostrado que puede retomar temas sensibles para esa nación y hacer una difusión que ya logró sacar a una gran cantidad de personas, en domingo por la noche, a celebrar la captura y muerte de Osama bin Laden.

México, sin embargo, es puesto en muchas de las tramas policiacas como un enemigo al cual temerle, sea por su influencia en el tráfico de personas y estupefacientes, o porque la lucha contra el narcotráfico en nuestro país ha cobrado la vida de 40 mil personas desde su inicio, en diciembre de 2006, cifras que no se acercan a las que se tienen en países en verdaderos conflictos armados, como Afganistán e Irak.

Así como James Bond combatió al régimen comunista en favor del capitalismo y sus instituciones, parece que México junto con otros estados son los enemigos a enfrentar en caso de que amenacen la estabilidad de ese país.

24 tortura a delincuentes nacionales

Esa no fue la primera. Una de las series más exitosas fue 24, producida por la cadena FOX y que además “revolucionó” la forma de contar historias en la televisión debido a que su trama transcurría en un día entero. Durante 24 horas (de ahí el nombre), Jack Bauer defendía su honor, sus principios, su país y a su familia, aunque ello implicara actuar al margen de la ley.

Para la tercera temporada, Bauer era un “antihéroe” que tenía más defectos que virtudes y su desdén por las leyes y tratados internacionales fue evidente cuando torturó a criminales mexicanos que buscaban esparcir un gas letal en contra de la población de Los Ángeles. El plan de los mexicanos perseguía la liberación de Salazar, uno de sus líderes encarcelado y llevado ante la justicia por tráfico de estupefacientes. Era 2003 y más 15 millones de televidentes vieron esta serie durante los siete meses que se transmitió.

Contubernio entre autoridades

NCIS también propuso un contubernio entre autoridades mexicanas y cárteles de la droga. Al final de la temporada siete, en abril de 2010 –y con niveles de audiencia subiendo– los creadores decidieron revivir el pasado de Gibbs y darle salida a los demonios del nuevo héroe de los televidentes estadunidenses.

A lo largo de cuatro capítulos, Gibbs y su equipo siguen una serie de asesinatos en instalaciones militares en el Este de EU que están relacionadas con el tráfico de estupefacientes provenientes de México. Paloma Reynosa es la cabeza del cártel más importante de este país, y quien persigue a Gibbs por una riña añeja.

La laboratorista que ayuda al equipo de Gibbs es invitada por Pedro Hernández, un alto mando en la procuración de justicia mexicana, a colaborar en un caso de este lado de la frontera, ello con el objetivo de mostrar sus habilidades forenses y descubrir las evidencias que darían el culpable de la muerte de un campesino en Sonora. Hernández y Reynosa se revelan como hermanos y en confabulación para hacer que el equipo forense de NCIS descubra que el campesino muerto fue acribillado por una bala disparada a más de 300 metros de distancia, y cuya trayectoria y firma singular pertenecen a Leroy Jethro Gibss.

¿El objetivo? Cobrar venganza por la muerte de su padre. Según datos de Nielsen, este capítulo tuvo más de 16 millones de espectadores en su estreno y significó un crecimiento de más de 10% con respecto de la temporada anterior.

Este 2011 NCIS se coló como el cuarto programa más visto en EU detrás de American Idol, The Biggest Loser y Dancing With the Stars.

Los Zetas en la mira de CSI

En noviembre de 2009, las series CSI (Crime Scene Investigation), CSI: Miami y CSI: NY hicieron la primera fusión de historias en sus tres franquicias con un común denominador: una banda de traficantes de personas que forzaban a mujeres a prostituirse, servir como vientres de alquiler ymutilarlas para vender sus órganos en el mercado negro.

El grupo fue identificado como Los Zetas y operaban con mujeres originarias de países hispanos que llegaban a Estados Unidos con la promesa de un mejor futuro como modelos o edecanes.

Este primer cruce de historias fue exitoso para la CBS, cadena que transmite las tres series, pues obtuvo un promedio de 15.82 millones de televidentes para CSI, 12.65 para CSI Miami, y 12.66 millones de espectadores para la más joven, CSI NY, según datos de The Nielsen Company en Estados Unidos.

La línea que se cruza sin pudor

Una constante en las series policiacas producidas en Estados Unidos es la forma en que su sistema de justicia es violentado por aquellos que suponen defenderlo. No obstante, a últimas fechas, se nota un cambio que parece más bien tendencia en tramas televisivas.

En abril de 2011, la serie La ley y el orden Los Ángeles presentó el capítulo Silver Lake, en el que se busca a los culpables de la muerte de cuatro adultos y tres niños durante una fiesta de quince años en un barrio latino de esa ciudad. Un niño de 13 años, quien fue secuestrado para cuidar un plantío de mariguana en el este de la ciudad es quien identifica al culpable, quien además está relacionado con altos mandos diplomáticos en el consulado angelino.

El fiscal de distrito de Los Ángeles pide ayuda a una mujer de su confianza, con un nuevo cargo en el Departamento de Justicia mexicano, quien a la distancia y a través del teléfono somete al cónsul en Los Ángeles y permite que el presunto culpable sea llevado a la corte con el aval de las leyes mexicanas. La mujer en cuestión se llama en la trama Marisela Díaz y se dice que recién ascendió en la escala de mando en dicho departamento de justicia.

Luego de un aparente final feliz, el chico de 13 años, quien sería testigo es encontrado muerto y con ello, el presunto culpable sale de la cárcel sin ser juzgado. Este hecho regresará para el final de la serie, cuya transmisión está programada para el 13 de junio, y que cerrará el ciclo de esta serie debido a su pobre desempeño ante las audiencias: cinco millones de televidentes, cuando en su estreno registró 10.64, en septiembre pasado.

Cable aporta más todavía

En la TV por cable también se han visto tramas con mexicanos como antagonistas.

Weeds, plantío en casa

En 2008, la joven cadena Showtime estrenó la cuarta temporada de Weeds, una serie acerca de una ama de casa que se ve obligada a vender mariguana para sostener a su familia en un barrio marginal de la ciudad ficticia de Agrestic, California. Nancy planta sus propias matas de hierba y con el paso del tiempo se hace de varios enemigos en el negocio.

El más poderoso es un mexicano que la seduce con tal de mantener el control del mercado de la mariguana en esa zona de California. Esteban Reyes es, además, alcalde de Tijuana y busca mayor poder político en su país, se allega de los recursos de la venta de la sustancia para financiar sus campañas.

También aparece una mujer con alto poder político en el centro de México: Pilar, abogada recién incorporada al Departamento de Justicia mexicano y que ejerce gran influencia sobre Esteban. Ambos roles son interpretados por Demián Bichir y Kate del Castillo.

La temporada fue una de las más vistas de esa serie. La audiencia alcanzó más de un millón de televidentes y sumó 500 mil más para la siguiente temporada, cuando se contó cómo se usaban túneles desde Tijuana y hasta San Diego para transportar la droga.

The Shield y Son’s of Anarchy

El canal FX, del conglomerado FOX, produjo y transmitió la serie The Shield, que seguía la vida de un escuadrón de policía de Los Ángeles que combatía las mafias que se peleaban el control de la distribución de la droga en esa ciudad.

Los recurrentes eran el Cártel Mexicano y la Manada de la Muerte, mercenarios a las órdenes del cártel mexicano. Durante siete temporadas, los conflictos para llevar a la justicia a los integrantes de ambos grupos fueron de tal magnitud, que el departamento de policía pidió ayuda a la diplomacia y las agencias de inteligencia en Washington.

Son’s of Anarchy se estrenó en 2008 por la misma señal; se refiere a grupos de motociclistas que se dedican a actividades ilícitas. Para su cuarta temporada, Danny Trejo (Machete de Robert Rodriguez) dará vida a un ex militar.

Una más de criminales

En 2003, la cadena NBC trató de hacer su propia versión acerca de criminales mexicanos que operaban en suelo gringo. Kingpin se transmitió en febrero y fue cancelada al lograr poca audiencia: apenas 2.1 millones de televidentes de un universo de siete u ocho, según datos de Nielsen.

La trama giró en torno a un traficante de drogas mexicano que operaba bajo el cobijo de autoridades de ambos lados de la frontera. Su base de operaciones estaba en Los Ángeles y constantemente se hacían referencias a la vida previa del protagonista, quien vivió en la pobreza en algún sitio árido del norte de México.

Estas series han sido escritas por guionistas que retomaron ideas de El Padrino, Los Soprano, The Wire y The Corner, todas historias con un tema común: tráfico de drogas y el control de su distribución.

El PRI vive en Los Pinos

El PRI vive en Los Pinos

Todos los hombres del poder parecen recurrir —en el ejercicio del poder mismo— a la máxima de Luis XIV: “El Estado (poder) soy yo”.

Ricardo Alemán

Seguramente muchos recuerdan que durante sus casi seis décadas como partido opositor, los ideólogos y dirigentes del PAN fueron severos críticos de la picaresca antidemocrática del PRI.

Los jefes azules criticaban, se burlaban y hacían mofa del tapado, del dedo, de la cargada y la bufalada; todas ellas, expresiones que sintetizaban la poderosa antidemocracia prevaleciente en el PRI. Mujeres y hombres del PAN censuraban que un solo hombre eligiera a su sucesor y cuestionaban la forma en que el jerarca en turno jugaba con los integrantes del gabinete, a quienes los azules arengaban para sacudirse la tituela del despotismo presidencial y renunciar para buscar por la libre la candidatura para la Presidencia.

Seguramente muchos se acuerdan que hace seis años Vicente Fox copió las viejas formas del PRI para seleccionar al candidato presidencial del PAN y que, gracias a esa herencia maldita —verdadera tara de la cultura antidemocrática—, pretendió imponer como sucesor a Santiago Creel, su alter ego.

Pero también es muy probable que muchos se acuerden de que en 2005, un aguerrido Felipe Calderón se dijo dispuesto a impedir que Vicente Fox resolviera la sucesión presidencial del primer gobierno azul, por la vía de los viejos métodos del PRI, y que gracias a ese arrojo, Calderón se convirtió en un inesperado candidato presidencial del PAN —tras derrotar a Santiago Creel— y luego en Presidente de los mexicanos. ¿Pero, qué creen?

Pues resulta que Felipe Calderón, el mismo al que “le daba asco el PRI”, el que cuestionaba severamente las prácticas nada democráticas del PRI, el que hace todo para no entregar el poder al PRI y el que fue víctima de la cultura priista que atrapó a Vicente Fox en 2006, hoy se comporta como el más acabado heredero —precisamente— de las prácticas priistas, en el proceso de sucesión del candidato presidencial del PAN.

¿Por qué repentinamente Felipe Calderón parece olvidar, no sólo una larga y saludable historia democrática del PAN, sino su propia historia personal en la sucesión? ¿Por qué hoy se comporta igual que todos los presidentes salidos del PRI, igual que los gobernadores del PRI, del PAN y del PRD, que en forma grosera quieren imponer a su sucesor? ¿Por qué no estimuló un ejercicio democrático como el que a él mismo le permitió participar en una feroz competencia, que terminó por llevarlo a Los Pinos?

Nadie sabe lo que está pensando Felipe Calderón en torno a la sucesión presidencial y la selección del candidato azul —claro, salvo el propio Presidente—, pero lo cierto es que podemos concluir que el problema del poder en México, del peculiar presidencialismo mexicano, es que el PRI vive dentro de la misma casa presidencial de Los Pinos. ¿Qué quiere decir eso?

Pues casi nada, que más allá de la doctrina, el discurso, los principios partidistas y los actos de fe a favor de la democracia, todos los hombres del poder parecen recurrir —en el ejercicio del poder mismo— a la máxima de Luis XIV: “El Estado (poder) soy yo”. Todos los presidentes mexicanos, sean del PRI o del PAN, pero también los gobernadores —de todos los partidos—, se enfrentan, en un momento de su respectiva gestión, al síndrome de creer que entre sus deberes como gobernantes está el de promover, empujar, designar y/o elegir, a su sucesor.

Y, claro, la lógica es que si los presidentes conocen bien lo que pasa en el cargo, si sólo ellos tienen la experiencia que da la silla presidencial, pues sólo ellos saben quién debe ser el sucesor. Y mejor si ellos lo eligen y ellos lo llevan de la mano. Paternalismo puro, hijo de la más cuestionable antidemocracia. Pero el propio Calderón ya mostró cuál es el remedio, cuando en 2005 se enfrentó y derrotó a Vicente Fox. El remedio es la insubordinación, la rebelión, la ruptura. Sólo que hay un serio problema.

En efecto, que ninguno de los presidenciables que hoy reclaman un piso rechinando de limpio —además del elegido, Ernesto Cordero— tiene la formación, las agallas, la cultura de rebeldía, las habilidades y la fuerza como para romper frente a Felipe Calderón. ¿Y por qué no tienen esas características? La respuesta es de párvulos. Porque ninguno de ellos es panista de cepa: ni Cordero ni Lujambio ni Creel ni Vázquez Mota

Y ninguno se atreverá a decirle a Calderón la palabra mágica, la que Calderón le dijo a Fox en 2005, la palabra “¡No!”

EN EL CAMINO

Ex guerrilleros y políticos de izquierda, René Arce y Víctor Hugo Círigo, hoy son aliados del priista Eruviel Ávila. ¿Así o más clara la derrota de AMLO en el Edomex?

Cárteles mexicanos siembran marihuana en reservas de EU

Cárteles mexicanos siembran marihuana en reservas de EU

Un nuevo libro de próxima aparición expone el rápido avance de las organizaciones delictivas en territorio estadunidense


CIUDAD DE MÉXICO, 31 de mayo.- Los cárteles de la droga mexicanos extendido rápidamente sus operaciones en territorio estadunidense y muestra de ello es la siembra de marihuana en amplias extensiones de sus parques nacionales, indica un libro de proóxima aparición.

La investigadora Sylvia Longmire explica en "Cartel: The Coming Invasion of Mexico's Drug Wars" ("Cartel: La invasión que viene de la guerra mexicana contra las drogas") que "cientos de miles de hectáreas en parques nacionales como el Monte Shasta National Forestal y el Sequoia National Park, en California, y otros en los estados de Kentucky, Tenesí y Michigan", son usados para el cultivo de la droga".

"Para defender sus cultivos, están armados hasta los dientes con armas de asalto y ha habido agentes del orden público en los parques que han sido muertos por mexicanos", explica.

"Como estructura de célula terrorista, los cárteles coercionan a mexicanos, les dan equipos de riego y para acampar, diciéndoles que estarán allí durante cuatro o cinco meses. Entre los 'contratados', ninguno se conoce entre si ni saben para quién están laborando. Así, al ser detenidos no tienen información qué dar a las autoridades", establece.

El libro, que será puesto a la venta en septiembre, cita las palabras de Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado para México y Canadá, quien dijo que el 12 de abril que los cárteles mexicanos están operando en 230 ciudades de Estados Unidos. "El tráfico de drogas no es una crisis que afecte sólo a la frontera, es una crisis en las ciudades de todo el país", aclaró.

Longmire, de 36 años, es exagente especial de la Fuerza Aérea estadunidense, ex analista de protección en la frontera para el estado de California.

Además, explica que es difícil hallar un fragmento de suelo en México que no esté de alguna manera tocado o gestionado por los seis o siete cárteles de las drogas, y establece que su anarquía y violencia ya está en su país, "y la mayoría de los estadunidenses no lo sabe. Con la guerra entre cárteles existe la probabilidad de que venga mucho más. A finales de 2010 hubo una decapitación en Chandler, Arizona, la primera confirmada como parte de tales disputas. Una banda en San Diego ha matado personas y disuelto sus cuerpos en ácido. Los carteles operan laboratorios de metanfetamina y siembran marihuana en nuestros parques nacionales", advierte.

"Los cárteles ponen a prueba a Estados Unidos. Los gobiernos de ambos países deben replantearse el tema porque la situación va a empeorar", concluye el ensayo.

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