24 julio, 2011

La Política Económica de los “gnomos roba calzoncillos”

Art Carden
Forbes

Un clásico (pero característicamente crudo) episodio de South Park nos enseña una importante lección sobre la formulación de políticas. La lección se repite a lo largo de una recurrente serie de educativos momentos. Steven Horwitz y yo discutimos esto en una columna para Freeman Online el año pasado. Es una lección que vale la pena repetir, y es una lección que tiene un montón de aplicaciones.

Es un apuesta segura decir que muchas de las propuestas de políticas que entran en su campo de visión están basadas en una mirada del mundo más apropiada para los gnomos roba calzoncillos de South Park que en una discusión seria y razonada.

Un poco de historia. Los chicos de South Park deben dar una presentación a los votantes en la que explican por qué el pueblo debería impedir que una gigantesca corporación (“Harbucks”) abra una sucursal junto a Tweek’s Coffee, un comercio local. Encuentran un grupo de gnomos que han estado robando ropa interior como parte de un gran plan, dividido en tres fases:

Fase 1: Recoger calzoncillos.

Fase 2: ¿?

Fase 3: Beneficio.

Cuando a los gnomos se los increpa acerca del signo de interrogación y se les pregunta cómo, exactamente, pasan de la ropa interior a los beneficios, no tienen una buena respuesta.

Funciona de la misma manera con muchísimas discusiones políticas. Considere virtualmente cualquier problema sobre el cual los exprimidores a mano profesionales en los medios de comunicación y la academia se preocupan. El argumento usualmente procede de la siguiente manera:

Fase 1: Aprobar una ley.

Fase 2: ¿?

Fase 3: Virtud y/o prosperidad.

La economía es el arte de ver lo que sucede en la Fase 2 y determinar si la intervención propuesta conducirá al resultado deseado. Como escribió Henry Hazlitt en su libro Economía en una Lección (que analizo aquí), “El arte de la economía consiste en observar no sólo los efectos inmediatos sino también los efectos a largo plazo de cualquier acto o política; consiste en indicar las consecuencias de dicha política no sólo para un grupo sino para todos los grupos de la sociedad”.

O, como Thomas Sowell subtituló su libro Applied Economics, la economía implica “pensar más allá de la fase uno” (o la Fase 1, en este caso). En otras palabras, el arte de la economía es el arte de ver lo que sucede en la Fase 2 y si ésta en realidad conduce a la fase 3.

Considere un caballito de batalla de mis amigos de derechas: las drogas. El argumento por lo general es el siguiente:

Fase 1: Reprimir con más fuerza las drogas.

Fase 2: ¿?

Fase 3: Limpieza, sobriedad, virtud y prosperidad.

La guerra contra las drogas, sin embargo, ha sido un fracaso espectacular. Los barrios y las familias han sido destruidas, los EE.UU. encarcelan a un porcentaje de su población mayor que el de cualquier otro país, y nuestra guerra contra las drogas ha dado lugar a una violencia increíble en el norte de México.

Parte de la furia contra la inmigración ha sido tan sólo una consecuencia no deseada. Hace unos meses, escuché a un comentarista radial conservador enumerando los problemas asociados con la violencia del narcotráfico a lo largo de la frontera entre México y los Estados Unidos. En lugar de reconocer que la guerra contra las drogas ha sido un fracaso y bregar por su finalización, el comentarista pidió una mayor aplicación de restricciones a la inmigración.

O considere un caballito de batalla de mis amigos de izquierdas: la atención médica universal. La misma frase es engañosa porque da por sentado que la aprobación de un mandato de “hacerlo” dará lugar a una “atención médica universal”. O, para modificar la forma en que Steven Horwitz y yo lo expresamos el año pasado, el modelo implícito toma prestado de los gnomos roba calzoncillos:

Fase 1: Aprobar una ley decretando que todos tengan atención médica gratuita.

Fase 2: ¿?

Fase 3: Todos tienen toda la atención de la salud que necesitan.

Esto ciertamente no implica decir que la atención médica estadounidense no se encuentra en verdad en muy mal estado o que no precisa ser enmendada. Lo está y lo necesita. Sin embargo, tenemos que ser muy cuidadosos para entender primero lo que ocurre en la Fase 2 y segundo si esto llevará a que todos tengan toda la atención médica que necesitan.

Cuando no permitimos que los precios emerjan para contribuir a mediar la cooperación, estamos distorsionando los incentivos de la gente y generamos desperdicios bajo la forma de faltantes o sobrantes. Ello sucede en el mercado de la gasolina cuando imponemos precios máximos y ocurre en el mercado del trabajo no calificado cuando imponemos precios mínimos. Incluso, si aceptamos que la atención médica universal es un objetivo deseable, estoy plenamente seguro que en el momento en que esta propuesta se abra paso a través del proceso político estadounidense y la gente responda a sus incentivos, se descubrirá que el remedio legislativo era peor que la enfermedad.

Demasiado a menudo, las propuestas de políticas son evaluadas sobre la base de sus intenciones en lugar de sus resultados previsibles y el debate prosigue como si el conflicto fuese puramente distributivo o como si los objetivos fuesen en sí mismos moralmente deseables. Sin embargo, esta es la política económica de los gnomos roba calzoncillos. Para mantener una conversación realmente útil acerca de la política, es necesario centrarse menos en la conveniencia de lo que podemos imaginar en la Fase 3 y pensar más sobre lo que está pasando en la Fase 2.

Actualización: Busqué en Google el título y descubrí que ésta ciertamente no es una idea original. Aquí están los resultados de la búsqueda (en inglés) para otros que han aplicado la lógica de los gnomos roba calzoncillos a la política.

Actualización 2: Esta es una idea increíblemente versátil. Lawrence White, mi coautor en la bitácora Division of Labour me indicó su uso de esta idea en una entrada de 2006, sobre la ayuda para el desarrollo. Se ha dicho que la clave de la originalidad es la falta de memoria–pero no puedo recordar quién lo dijo y Google no está ayudando.

Los controles de precios dicen mucho de una sociedad

Los controles de precios dicen mucho de una sociedad

Art Carden
Forbes


La economía tiene reputación de ser una “ciencia sombría”, en parte porque resalta la forma en que diversos esquemas utópicos son poco prácticos o imposibles (Sandra Peart y David Levy puntualizan que también es debido a que algunos de los primeros economistas clásicos realizaron “ afirmaciones radicales acerca de la igualdad de todos los hombres”, pero ese no es mi objetivo aquí). El último refugio del intervencionista derrotado en todo momento por las leyes de la oferta y la demanda es afirmar que si bien su programa podría tener consecuencias imprevistas, el mismo “nos habla acerca de la clase de sociedad en que vivimos”.

Las intervenciones hacen declaraciones, sin duda, pero no son declaraciones de las que podemos estar orgullosos. En el caso de las diversas formas de interferencia con los salarios mínimos en el mercado, la redistribución, los controles de precios, las restricciones a la inmigración, y así sucesivamente—los mensajes son inconfundibles y poco halagadores.

Considérese a los controles de precios, que establecen los precios máximos que los proveedores pueden cobrar por el alquiler de apartamentos o por suministros “esenciales” después de desastres naturales. La microeconomía básica muestra cómo los controles de precios generan faltantes. ¿Qué tipo de mensajes envían los controles de precios sobre la clase de sociedad en que vivimos?

Ellos dicen que nuestra sociedad desconoce las lecciones que la economía tiene para enseñar. Los controles de precios crean faltantes, y también abren una brecha entre el precio de un bien o servicio y lo que la gente está dispuesta a pagar o aceptar. Supongamos que alguien está dispuesto a pagar 10 dólares por un galón de gasolina después de una tormenta pero sólo se le permite abonar 2 dólares en efectivo. Si el valora su tiempo en 8 dólares por hora, estará dispuesto a pagar con 2 dólares en efectivo y una hora de tiempo desperdiciado en la cola. La cruel ironía de esto es que la totalidad de la diferencia entre el precio máximo legal y el precio que la gente está dispuesta a pagar por cada galón que se ofrece se evaporará a medida que la gente permanezca en la cola de la gasolina. Todo el mundo se encuentra en una situación unívocamente peor con relación a dónde estaría sin los controles de precios.

Ellos dicen que nuestra sociedad es elitista. Los controles de precios infligen un daño positivo precisamente sobre las personas a las que desean ayudar, ¿y para qué? ¿Para que la gente exenta de la situación pueda sentirse bien consigo misma? El hecho de dispensar un sufrimiento sobre de los demás en nombre de sus ideales no es ni virtuoso ni compasivo. Sheldon Richman de la Fundación para la Educación Económica (FEE) dijo una vez que defender políticas cuando usted no comprende sus consecuencias indeseadas es “el equivalente intelectual a conducir ebrio” . Si usted está abogando por controles de precios y no entiende lo que las leyes de la oferta y la demanda tienen para decir acerca de su propuesta, usted no es ni valiente ni compasivo. Usted es peligroso.

Ellos dicen que nuestra sociedad es violenta. El comercio es una tarea fundamentalmente pacífica que aúna a individuos que incluso se desagradan mutuamente. La intervención del gobierno es literalmente la imposición de alguien dispuesto a usar la fuerza para impedir que las personas cooperen. Michael Munger explica más sobre el “intercambio verdaderamente voluntario” en un reciente podcast de EconTalk.

Ellos dicen que nuestra sociedad es superficial. El economista Wilson Mixon caracteriza esto como la actitud de que es “mejor sentirse bien que hacer el bien”. Dar en la oficina es una cosa. “Dar” en las urnas electorales es otra, especialmente cuando su “dar” está en realidad perjudicando a la gente que usted considera que está ayudando.

Las personas que defienden los controles de precios y otras intervenciones a menudo lo hacen porque quieren enviar un mensaje sobre el tipo de sociedad en que vivimos. A la luz de cómo los controles de precios crean escaseces, sin embargo, no creo que los mensajes sean los que la gente desee enviar. Ni recibir.

El mejor plan para reducir el déficit

El mejor plan para reducir el déficit

El techo de endeudamiento se acerca. Reina la confusión. Proliferan los planes. Estamos en el hoyo con, por ahora, sólo tres formas de salir.
Bola de nieve
Por Charles Krauthammer

El techo de endeudamiento se acerca. Reina la confusión. Proliferan los planes. Estamos en el hoyo con, por ahora, sólo tres formas de salir: el plan McConnell, el plan del G6 y el plan del medio billón.

-- El McConnell esencialmente traslada la cuestión hasta después de las elecciones de 2012. Un buen último recurso si nada más funciona.

-- El G6, propuesto por el bipartidista Grupo de los Seis senadores, reduce la deuda a 10 años alrededor de 4 billones de dólares. Tiene ciertas ventajas, defectos aún más importantes.

-- El del medio billón eleva el techo de la deuda por ese importe a cambio de recortes del gasto público por un valor equivalente. Al obsceno ritmo actual de gasto deficitario -- alrededor de 100.000 millones de dólares al mes -- produce alrededor de cinco meses de respiro antes de que vuelva a alcanzarse el techo de la deuda.

En mi opinión, el del medio billón es mejor: es limpio, sencillo, produce recortes reales, evita la actual crisis y sufraga el gasto hasta final de año para negociar un acuerdo más amplio. Al mismo tiempo, revienta la estrategia del Presidente Obama políticamente fructífera hasta el momento de no proponer nada en público, nada por escrito y nada que tenga cifras al tiempo que a través de una prensa dócil se filtran presuntas ofertas de alcance y razonabilidad sobradas.

Como parte de esta postura de cara a la galería, Obama había amenazado con vetar cualquier pequeño incremento del techo de la deuda a corto plazo. Cosa que se ha convertido en el extremo más vulnerable de Obama. ¿Es preferible la catástrofe del descubierto de la deuda a un acuerdo que nos dé, digamos, cinco meses para negociar algo más significativo -- porque no traslada a Obama hasta más allá de las elecciones?

Lo cual es la razón de que Obama se esté batiendo en retirada. El miércoles, el secretario de prensa Jay Carney mostraba las primeras grietas al decir que el presidente aceptaría una ampliación de unos cuantos días de ser necesario para completar un acuerdo a largo plazo ya convenido.

¿Quiere decir que ejercería su veto si ese acuerdo más amplio exigiera varios meses en lugar de varios días? Hay que levantarle el farol. Que la Cámara tramite el del medio billón. Se le reta a poner a América en mora porque él considera insuficientemente ambicioso un acuerdo a corto plazo. Después de todo, encaja perfectamente con los capítulos del plan del Grupo de los Seis, al que el presidente ha manifestado apoyar y que brinda explícitamente la misma cantidad de tiempo más o menos -- seis meses -- para cerrar el acuerdo de mayor calado de entre 3 y 4 billones de dólares.

El plan del G6 se presenta convenientemente en dos partes. La Parte Uno introduce en vigor con efecto inmediato, sí, medio billón de dólares en recortes, incluyendo un cálculo de la inflación más preciso (que con el tiempo reduce considerablemente el gasto de la seguridad social) y deroga la ley CLASS (la menos conocida de las dos nuevas prestaciones del Obamacare, una estafa piramidal de la atención a largo plazo fiscalmente ruinosa).

La Parte Dos del plan del Grupo de los Seis es más problemática. Fija por ley seis meses de negociaciones en comité en torno a los grandes temas -- el programa Medicare de la tercera edad, la seguridad social, la reforma del marco tributario y los límites al gasto público independiente de la defensa. Por desgracia, los capítulos relativos al programa Medicare y la seguridad social son excepcionalmente tibios -- no se menciona ningún cambio estructural, como elevar la edad de jubilación para equiparar a la esperanza de vida. En cuanto a los límites del gasto público, no me apostaría la comida del perro a su longevidad.

En la cuestión de la reforma tributaria, el Grupo de los Seis insta a eliminar las desgravaciones, deducciones, excepciones y exenciones fiscales con el fin de reducir los tipos a todas las horquillas tributarias. Los nuevos tipos fiscales -- máximo individual de entre el 23% y el 29% -- nos devolverían a los niveles de la era Reagan (28 por ciento). Esto sería un buen resultado, pero hasta el momento las cifras son confusas y en parte contradictorias. Además, esas negociaciones aún no han comenzado.

En principio, sin embargo, si la mayoría sustancial de la recaudación pública recaudada a base de cerrar lagunas en el código se justifica bajando los tipos impositivos, y si la gran mayoría de la recaudación neta viene del incremento de la actividad estimulada a base de rebajar los tipos y eliminar las lagunas del código que producen deficiencias, la renuncia estaría justificada. Veremos.

¿Qué hacer ahora? La Cámara debería tramitar con efecto inmediato el plan del medio billón, poniendo así sobre la mesa algo eminentemente razonable que el presidente tendrá que encarar con una contrapropuesta rigurosa que utilice cifras reales. Si la contrapropuesta es la del Grupo de los Seis, los Republicanos deben aceptar la primera parte con su medio billón de dólares en recortes, el cambio del cómputo y la derogación de la ley CLASS, es decir, la parte del plan del Grupo de los Seis que se promulga con efecto inmediato y que es real. Esto se acompaña de un incremento del techo de la deuda por un importe equivalente a la reducción del gasto público, dando lugar casi exactamente al tiempo concebido en el seno del plan del Grupo de los Seis para cerrar los cambios de recaudación pública y gasto público más ambiciosos -- y se aplaza cualquier medida relativa a la segunda parte justamente hasta ese momento.

El del medio billón con o sin la primera parte del plan G6: techo de la deuda elevado, crisis aplazada, recortes en vigor y tiempo ganado para cerrar cualquier Gran Acuerdo. No se puede ser más razonable.

A ello. Y que el presidente se atreva a vetarlo.

Piñera, un derechista ligeramente ingenuo

Piñera, un derechista ligeramente ingenuo

Piñera es víctima de la progresía por ser de centro derecha. Son más aplaudidos aquellos políticos que se califican de izquierdas y actúan de derecha, que aquellos que se califican de derechas y actúan de izquierdas.



Por José Brechner

Sebastián Piñera sufrió su segunda crisis de gabinete. Su popularidad está en los suelos, con un rechazo a su persona del 60%.

Su primer equipo estuvo conformado principalmente por tecnócratas, el nuevo gabinete está formado por políticos. Afortunadamente comprendió que así como para construir un rascacielos se requiere de ingenieros, la política es conveniente hacerla con los que entienden del ramo.

Los errores de Piñera comenzaron el día en que le brindó su apoyo al chavista José Miguel Insulza en la OEA. No por ser chileno el Secretario General es confiable y no quepa la menor duda de que en cualquier momento asumirá su encarnado rol de marxista opositor. Como Insulza, en Chile hay miles.

Reconocer y conocer al adversario es hacer política, cualquier otra cosa es mentirse. Darles la mano o ceder a las demandas de los progres creyendo que con ellos se puede gobernar en paz, es la equivocación tradicional de la derecha libertaria.

Por más que Chile siga ocupando el primer lugar de Sudamérica en prosperidad y nivel de vida, con un crecimiento elevado y constante, el mandatario es furiosamente atacado por la oposición, que es consciente de que la batalla ideológica y la guerra por el poder es permanente. Para ellos no hay tregua.

Piñera es víctima de la progresía por ser de centro derecha. Son más aplaudidos aquellos políticos que se califican de izquierdas y actúan de derecha, que aquellos que se califican de derechas y actúan de izquierdas. Tal vez porque de las derechas se exige más que de su contraparte.

Desde el primer día que entró a La Moneda, Piñera ha venido tomando medidas de corte populista para congraciarse con la izquierda, pero obviamente ese gesto de comprometedora simpatía no es apreciado por sus contrincantes.

Como los izquierdistas tienden a ser ineficientes e irresponsables manipuladores de la economía y el estado, cuando logran algún efecto positivo son vitoreados por todos. De los derechistas se espera un manejo impecable, por tanto están sujetos a la destructora crítica progre.

La crisis chilena surgió en demanda de mayores recursos para la educación estatal, que los estudiantes reclaman que pase a manos del gobierno central en vez de seguir bajo el control de las municipalidades, pues estas generan diferencias cualitativas.

Según la UNESCO el gasto gubernamental de los países debería ser del siete por ciento. En Chile llega al 4,4 del PIB. El desfase existe desde antes de Piñera, pero las izquierdas no hicieron nada al respecto en los últimos 20 años que gobernaron. Por supuesto tampoco hubo protestas callejeras por ese motivo. Esperaron al ingenuo derechista para echarle el fardo encima.

El caso chileno de desfachatada oposición a la derecha resalta con claridad. Todo lo que no hicieron las izquierdas le será exigido al gobierno actual. Es el juego sucio y desleal al que están acostumbrados estos caraduras.

Peru: Se derrumba la popularidad de Ollanta Humala

Peru: Se derrumba la popularidad de Ollanta Humala; cae 30 puntos diez dias antes de asumir el poder – Univision

La popularidad del presidente electo Ollanta Humala en menos de un mes cayó 29 puntos, descenso atribuido a una polémica visita a Rusia de su hermano Alexis, según una encuesta nacional publicada el domingo.

De acuerdo con el sondeo realizado por la firma Ipsos-Apoyo y publicado por el diario El Comercio, la aprobación a Humala descendió a 41%, de un 70% que registró en una encuesta de la misma firma el 19 de junio sobre la popularidad de Humala, que ganó la presidencia el 5 de junio en la segunda ronda frente a Keiko Fujimori.

Según la nueva encuesta, Humala recibió una aprobación de 41% y una desaprobación del 31% de los consultados. No precisa, 28%.

El sondeo entrevistó a 1.200 personas de todo el país entre el 12 y 15 de julio. Tiene un margen de error de 2,8 puntos porcentuales.

El director de Ipsos Apoyo, Alfredo Torres, dijo a El Comercio que “el escándalo suscitado a raíz del viaje de Alexis Humala, el hermano del presidente electo, le ha costado a Humala la caída de 29 puntos en su aprobación”.

La encuesta muestra que 82% desaprueba el viaje a Moscú de Alexis Humala, hermano menor del presidente electo, quien se reunió con funcionarios y empresarios rusos la primera semana de julio donde habló de futuros convenios bilaterales.

El hermano de Humala - un empresario que estudió geología en Rusia – se reunió con el canciller ruso Sergey Lavrov, con autoridades del sector pesca y funcionarios de la gigante gasífera Gazprom y de la fabricante de armas Rosoboronexport.

Un 77% cree que el hermano de Ollanta Humala “fue (a Rusia) en beneficio personal”, mientras solo 10% considera que su viaje fue “en beneficio del país”. Un 13% no precisa.

Un hermano incómodo

Las reuniones del hermano en Rusia “como enviado especial del presidente electo” se convirtieron en noticia en Perú luego de publicarse sendos comunicados de la cancillería rusa y la firma Gazprom en sus respectivos sitios de internet.

Tras los sucesos, el izquierdista presidente electo sostuvo que desconocía del viaje de su hermano y que nunca le dio la autoridad para que lo represente en Moscú. No obstante, 60% cree que Humala “sabía del viaje” de Alexis.

Gana Perú, el partido político de Humala, suspendió al hermano Humala de sus derechos partidarios mientras dure la investigación por el viaje a Rusia.

El viaje a Moscú se ha tornando en una piedra en el zapato para Humala e incluso opacó su retorno de una importante gira por Estados Unidos donde se reunió con el presidente Barack Obama.

La derecha y un mayoritario sector de la prensa han pedido un pronunciamiento de Humala sobre el viaje del hermano.

El analista Sinesio López, quien apoyó a Humala durante la campaña, escribió el sábado en una columna de opinión en el diario La República que el silencio del presidente electo “es un error que alimenta la voracidad carroñera de la derecha”.

“Me parece que Ollanta tiene que salir en todos medios diciendo lo que ya ha dicho en otras ocasiones…’el presidente elegido soy yo y el que gobernará a partir del 28 de julio es Ollanta Humala y no mi familia’”, dijo López.

Humala iniciará su gobierno el 28 de julio de 2011 como sucesor del presidente Alan García, de quien es opositor.

Argentina: Mientras CFK inaugura una fábrica, se le fugan otras 25 por día

Argentina: Mientras CFK inaugura una fábrica, se le fugan otras 25 por día – por Roberto H. Cachanosky

Ilustracion: Luis Gaspardo

La semana pasada CFK anunció, con bombos y platillos, una inversión de solo 12 millones de pesos. Mientras ella hace su discurso se fugan por día 76 millones de dólares. El gobierno ha perdido el sentido de la realidad.

Si uno entra al sitio de la Casa Rosada se encontrará con un discurso de Cristina Fernández destacando la inversión de una empresa para fabricar cámaras de fotos digitales en Tierra del Fuego. La presidente trató el tema como todo un acontecimiento. ¡Un logro del modelo productivo! Ahora bien, si uno lee en detalle la información, la inversión comprometida es de 12 millones de PESOS. La palabra pesos la puse en mayúsculas para que el lector no se confunda con dólares. Si esa inversión la pasamos a dólares, estamos hablando de una inversión de algo menos de 3 millones. Es decir, una gota de agua en el océano.

Para que tengamos una idea de la desproporción de hacer un discurso por una inversión de menos de 3 millones de dólares, las estimaciones dan que en el primer semestre de este año la fuga de capitales llegó a los U$S 10.000 millones. Esta cifra da un promedio diario de fuga de capitales de U$S 76 millones. Es decir, mientras la presidente hacía una gran alboroto por una inversión de menos de U$S 3 millones, al mismo tiempo se le fugan por día el equivalente a 25 fábricas (76/3), sobre la que montó un show para mostrar que tenemos inversiones. Dicho en otras palabras, mientras hace su tipo discurso alejado de la realidad para destacar que tenemos una nueva fábrica, su modelo de inclusión fuga 25 fábricas diarias, con lo cual le queda un neto negativo de 24 fábricas. Es como si en Argentina hubiese 25 fábricas, 24 se van por inseguridad jurídica, y Cristina Fernández muestra como un logro de su modelo de inclusión la única fábrica que quedó. Lo importante para ella es que quedó una fábrica, no que se fueron 24.

De acuerdo a la información del sitio de la Casa Rosada, esa inversión creará 100 puestos de trabajo. Siguiendo con el mismo razonamiento de CFK, la fuga de capitales equivalente a 24 fábricas netas por día como la que ella se encargó resaltar como la gran hazaña argentina, a 100 puestos de trabajo, resulta que, por las barbaridades económicas que hace este gobierno, hay 2.400 puestos de trabajo por día que no se crean. Es decir, 52.800 puestos mensuales que nunca vieron la luz.

Desde que el kirchnerismo llegó al poder, se fugaron del país U$S 69.556 millones, el equivalente a 23.185 fábricas como las que ella anuncia por cadena. ¿De qué estamos hablando? ¿Tendrá noción esta señora de lo que está diciendo? ¿Puede un presidente de la nación hacer un discurso por una inversión de menos de U$ 3 millones cuando mientras está hablando se le fugan U$S 76 millones en el tiempo que dura su discurso? ¡A este paso va a terminar hablando por cadena nacional para inaugurar un maxikiosco!

Es alarmante el sentido de falta de la realidad que se observa en el discurso oficial. Porque la realidad argentina no es una fábrica que se instala en Tierra del Fuego con una inversión de menos e U$S 3 millones. La realidad es una Argentina que desde que llegó el kirchnerismo vio fugarse un sistema financiero entero de depósitos del sector privado.

La realidad argentina el consumo de 15 millones de cabezas de stock ganadero que generó la política gubernamental. La realidad argentina es que la política demagógica consumió reservas gasíferas que hoy tienen un costo de reposición de U$S 100.000 millones. La realidad argentina es que el gobierno confiscó ahorros de la gente en las AFJP para gastar alegremente en populismo. La realidad argentina es un BCRA que, si se hacen las cuentas bien hechas, tienen un patrimonio neto negativo de, por lo menos, $ 60.000 millones.

Muchos años atrás leí un artículo de Henry Hazlitt titulado “¿A cambio de qué?” En esa nota, Hazlitt demostraba cómo el intervencionismo puede engañar, porque los gobiernos suelen mostrar, por ejemplo, una inversión estatal innecesaria que la gente ve, pero la gente no ve todo lo que se dejó de hacerse porque el Estado les quito dinero a los contribuyentes para hacer esa inversión estatal. El argumento de Hazlitt era que la gente ve lo que le muestra el político, pero no ve todo los puestos de trabajo que dejaron de crearse al quitarle poder de demanda al contribuyente. Si el contribuyente no hubiese tenido que pagar más impuestos para financiar esa obra que muestra el político, podría haber adquirido otros bienes y servicios, creando puestos de trabajo e inversiones en otros sectores de la economía.

Justamente, recordando esa nota de Hazlitt, cuando la presidente se enorgullece de una inversión de menos de U$S 3 millones mientras al mismo tiempo que hace su discurso, por detrás de la escenografía que monta, se le fugan U$S 76 millones, uno debería preguntarle: ¿a cambió de qué? La respuesta sería a cambio de 24 fábricas por día que nunca veremos. En rigor son más de 24 fábricas por día que nunca veremos. Porque en un país con seguridad jurídica, estabilidad monetaria y disciplina fiscal, no sólo no se fugarían U$S 76 millones por día, sino que ingresarían más capitales, con lo cual a las 24 fábricas que nunca se crearon por la inseguridad jurídica que tenemos, se le agregarían muchas más empresas que invertirían en un país racional.

El punto a resaltar, y que es difícil de hacer comprender, es que la gente ve la camarita digital que muestra en cadena la presidente y piensa en los 100 puestos de trabajo. Pero no piensa en los miles de puestos de trabajo que dejan de crearse por tener un gobierno que espanta capitales. Esta es la cuestión que debería tenerse en cuenta. Lo difícil de hacer entender es que mientras la presidente inaugura un maxikiosco, hay miles de millones de dólares que escapan de tanta arbitrariedad e incertidumbre. La habilidad del kirchnerismo es mostrar por televisión una escenografía fantástica, pero que todos sabemos que es de cartulina y aglomerado. Algo absolutamente irreal, que el gobierno vende como real y, lo que es más preocupante, hasta ellos creen que esa escenografía de ficción es real.

Venezuela: La guachafita de la enfermedad

Venezuela: La guachafita de la enfermedad – por Jesús Antonio Petit da Costa

Compatriotas: Ha vencido el plazo que todos concedimos a El Tirano para que se sincere y le diga al país la verdad completa sobre su enfermedad. No lo ha hecho; por el contrario, al seguir ocultando el informe médico, el tema se ha convertido en una guachafita: ¿está enfermo realmente? ¿es cáncer? ¿dónde, en el colon, en el recto o en la próstata? ¿ya tiene metástasis? Ponerle fin a esta guachafita debería ser la tarea prioritaria de una oposición hasta ahora inútil.

La enfermedad de un presidente es asunto de Estado por sus consecuencias constitucionales. Tratándose de una enfermedad grave, sea crónica o aguda, debe informársele al pueblo soberano, por medio de la Asamblea Nacional, acompañando la comunicación con el informe médico que contenga el diagnóstico de la dolencia y el pronóstico de su evolución. En base a este informe médico la Asamblea Nacional podrá activar la sucesión constitucional, si lo cree procedente, sea declarando la falta temporal por incapacidad transitoria, física o mental, o poniendo en marcha el trámite ante el TSJ si la incapacidad fuese permanente. No es el presidente el que evalúa su salud física o mental. Son los médicos que lo asisten. Y no es el presidente el que decide sobre su incapacidad física o mental. Son los demás poderes públicos.

Mientras no sea enviado a la Asamblea Nacional el informe médico sobre la enfermedad grave del presidente, no consta su existencia. No existe legalmente. Y por ello no surte efectos jurídicos, lo que beneficia al presidente enfermo, quien así puede seguir ejerciendo el cargo estando incapacitado física o mentalmente. Pero, en contrapartida, por ocultar el informe médico, su declaración de que padece una enfermedad grave debe tenérsela por falsa o mentirosa, ya que no se sustenta en una prueba fehaciente. Al esconder el informe médico sobre la enfermedad está ocultando la verdad, por lo cual incurre en falta de ética o probidad. Un engaño de esta naturaleza es incompatible con la dignidad exigida para el ejercicio del cargo. ¿A qué se debería esta conducta de un presidente? Puede ser porque finja, por cálculo político, una enfermedad que no tiene, pudiendo ser otra menos grave, o porque trate de evadir las consecuencias constitucionales que acarrearía la enfermedad que dice tener, por sus efectos secundarios y por la expectativa de vida.

De este hecho, el ocultamiento del informe médico que contiene el diagnóstico de la enfermedad y el pronóstico de su evolución, se deduce en el caso concreto que El Tirano está escondiendo la verdad. Entonces miente: o porque no sufre de cáncer o porque no quiere que se sepa que su enfermedad lo incapacita, ahora mismo o a corto plazo, para ejercer el cargo. Si hubiese una oposición arrrecha acabaría con la guachafita formada en el país con el acertijo de la enfermedad presidencial, acusándolo sencillamente de mentiroso o falso, que es lo mismo, porque esconde el informe médico. La acusación obligaría a El Tirano a presentarlo avalado con la presencia de los médicos que lo atendieron. Si presenta el informe médico sabremos entonces porqué lo ha ocultado hasta ahora. Y si no lo presenta, pierde la solidaridad afectiva que busca con la manipulación política de su enfermedad.

En refuerzo de la acusación bastaría señalar la sucesión de mentiras, que la anteceden. Primero, al pueblo se le mintió diciendo que El Tirano no tenía nada. Segundo, al pueblo se le ocultó que el presidente fue operado dos veces. Tercero, al pueblo se le mintió cuando no se le dijo oportunamente el motivo y resultado de la segunda operación. Cuarto, el presidente reconoció tardíamente que la segunda operación duró seis horas, durante las cuales estuvo inconsciente por la anestesia, y después fue recluido seis días en terapia intensiva, estando por ello incapacitado para ejercer el cargo, lo que hacía procedente la declaración de falta temporal. Todo esto le fue ocultado al pueblo, lo que indica que se le mintió sin pudor. Quinto, sólo ahora, pasado un mes, el presidente dice que tal vez sea sometido a quimioterapia, lo que demuestra que ha ocultado la gravedad de su estado. Y aún así sigue ocultando el informe médico.

No podemos pasarnos todo el año en una guachafita adivinando qué tiene El Tirano, mientras el país se cae a pedazos. Este asunto hay que despacharlo ya, poniendo las cartas sobre la mesa. Es lo que haría una oposición arrecha.

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