28 julio, 2011

Indicador Político

Carlos Ramírez

Obama, un populista mexicano

En riesgo su reelección en 2012

La crisis en la negociación del techo de endeudamiento en Estados Unidos tiene dos lecturas:

1) Barack Obama y los republicanos se juegan, cada uno, la elección presidencial de 2012.

2) Obama manejó la política económica de su gobierno como si fuera un populista mexicano y hoy no quiere pagar las facturas del gasto.

Los dos escenarios son válidos: Obama desbordó el gasto social y el gasto para enfrentar la crisis de 2008, aun a costa de un colapso de 10 por ciento de déficit presupuestal; y los republicanos buscan el equilibrio fiscal y de paso limitar el populismo de Obama.

Salga lo que salga, viene una crisis económica originada en EU:

1) La reducción del gasto estadounidense implicará una nueva fase de desaceleración económica de Estados Unidos, además del abandono de programas sociales de apoyo al nivel de vida de los pobres porque la prioridad será la de estabilizar las finanzas públicas.

2) El aumento del techo de endeudamiento conducirá a un aumento en la emisión de circulante y presiones inflacionarias, además de que la nueva deuda tapará hoyos y no será productiva, por lo que la fase de desaceleración también llegará inevitablemente.

El problema central del presupuesto estadounidense radica en el hecho de que Obama autorizó multimillonarios programas de rescate por la crisis de 2008, pero a la larga esos rescates no se transformaron en aumento de la actividad económica.


EL PIB promedio anual de EU en estos tres años de Obama 2009-2011 sería de 0.4 por ciento y el desempleo es de 9.7 por ciento de la población trabajadora; en efecto, tanto gasto para que los estadounidenses sigan en crisis.

La población estadounidense no sabe qué pensar: ya le quitó el apoyo a Obama en las encuestas pero también castigó a los republicanos. El problema de la negociación del techo de deuda se ha politizado, pero de ambos lados.


Obama culpa a la derecha republicana pero en el fondo busca ocultar el desastre económico de su populismo. En el fondo, Obama está obligado a replantear su política económica, dejar de esperanzarse en el gasto-deuda y reordenar las finanzas públicas.

Obama ha llevado las finanzas públicas a una tercermundización: como cualquier populista, en la crisis aumentó el gasto con la esperanza de sostener el ritmo de crecimiento y que ello jalara a la economía; no fue así: al contrario, disparó el déficit a tasas de 12 por ciento.


En el pasado, el FMI obligaba a las naciones tercermundistas a severos programas de ajuste -bajar gasto, disminuir salarios, deprimir el PIB- para estabilizar la economía; hoy el FMI apoya la decisión de Obama de subir la deuda.

Para recibir deuda, Grecia fue obligada a un severo programa de ajuste; Obama quiere más deuda para tapar hoyos sin pagar su cuota de sacrificio. La deuda de EU es de 40 por ciento de su PIB. Ahí se encuentra la crisis, señala el economista mexicano José Manuel Suárez Mier en su columna Aquelarre Económico circulada por internet:


"(la deuda) significa que si EU no pudiera reponer la deuda que se vence a diario con nuevos bonos del Tesoro, su gobierno federal tendría que cortar su gasto abruptamente en 34% sólo por ese concepto y suponiendo que sigue pagando intereses, que en el presupuesto hoy representan apenas un 6% pero que se irían por las nubes en caso de entrar el país en suspensión de pagos."

En el fondo, el fracaso económico de Obama no radica estrictamente en aumentar el gasto sino en confundir a John Maynard Keynes con Paul Krugman:


Keynes razonó y racionalizó la intervención del Estado, Krugman sólo exige más y más gasto público.


Obama ignora la racionalidad económica de Roosevelt para encarar la depresión de los años veinte del siglo pasado. Las grandes inyecciones de dinero presupuestal a la economía no reactivaron el crecimiento. Por eso es que la Casa Blanca enfrenta la presión de la espiral de gasto: aumentar egresos cada vez más altos para tratar de mantenerse en el mismo lugar.

El gobierno de EU ha financiado su gasto con bonos, pero el peligro es que los compradores lleguen a la conclusión de que son -como EUropeos- "bonos basura". El dato lo enfatiza Suárez Mier: "la empresa calificadora Moody's anunció estar lista para degradar la deuda de EU, mientras que sus colegas de Standard & Poor's, que ya lo habían hecho desde abril pasado, anunciaron que veían una probabilidad de 50% que EU pierda su grado AAA y que en cualquier caso bajarían la calificación de no lograrse una reducción presupuestal de 4 billones de dólares (trillion en EU)".

Aunque a los progresistas no les guste, el error de Obama es querer conducir un capitalismo humano en una economía basada en el capitalismo salvaje. Y lo peor es que a pesar de la preocupación de Obama por los pobres, el electorado ya lo castigó: en dos y medio meses perdió el apoyo en encuestas que le generó el asesinato del terrorista Osama ben Laden; la desaprobación a su política ya es del 50 por ciento.

La paradoja es que si los republicanos no aprueban el aumento del techo de deuda, la crisis económica volverá con más fuerza; pero si lo aprueban, tampoco habrá garantías de una reordenación económica porque Obama no busca salir de la crisis sino seguir utilizando el gasto público, como político tercermundista al estilo Hugo Chávez, para mejorar su popularidad y ganar las elecciones presidenciales.

La crisis de EU es de modelo económico y de modelo político. Los datos revelan que Obama no es víctima del congreso republicano sino de la ineficacia de su política económica populista. Aunque a su favor tiene el hecho de que EU sigue siendo la locomotora que mueve al capitalismo y haya que salvarlos a los dos de sus propios errores, aunque el capitalismo ya no sirva para el mundo globalizado.

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