Prohibido prohibir Enrique Acevedo |
Cada vez que se habla de soluciones a la violencia en México, de cambio de estrategia, debemos abordar con seriedad el tema de la prohibición. Es un componente fundamental, diría yo fundacional del problema por el que atraviesa el país. Sí, existe vulnerabilidad institucional, corrupción e impunidad en el país. Existe una corresponsabilidad con los Estados Unidos por el consumo de droga, el lavado de dinero y el tráfico de armas hacia México. Más cuando nos enteramos de las estupideces cometidas por la oficina para el Control del Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF, por sus siglas en inglés), que operó la entrada deliberada de miles de armas automáticas a México, pero en ningún otro lado del mundo se ha vuelto tan aparente como aquí que los demonios de una prohibición fallida, rebasan por mucho los del consumo de droga. Con cada ejecución y cada acto cruel de violencia se vuelve más difícil ignorar las consecuencias del fracaso de otra política colectiva. Como bien lo establece la propia Comisión Global de Políticas sobre Drogas, esta guerra ha fracasado y no va a ganarse a balazos. Apenas en marzo de este año se cumplió el cincuenta aniversario de la Convención Única sobre Estupefacientes, celebrada en Viena en 1961. El mecanismo que ha delineado la política sobre drogas de gran parte de los países del mundo durante la última mitad de siglo. Su aniversario llegó con un número cada vez mayor de países y de actores sociales cuestionando su eficacia. Es claro que el acuerdo no ha logrado restringir la producción, distribución y posesión de una amplia gama de sustancias para cualquier fin que no sea médico ni científico, incluyendo la heroína, la cocaína y el cannabis, tal y como lo establece en sus objetivos. Según cifras de naciones unidas entre 1998 y 2009 la producción mundial de opio aumentó casi un 80 por ciento. El mercado de la cocaína, el producto que más ganancias genera por unidad, no se ha eliminado o reducido de manera significativa. Si acaso, solo se ha logrado trasladar su producción de un lugar a otro. La aplicación de medidas represivas o penales contra quienes consumen drogas tiene las cárceles llenas y a los narcotraficantes millonarios. Se calcula que el mercado global de sustancias ilícitas rebasa los 320 billones de dólares aunque, la cifra es sólo un estimado basado en datos de la ONU. Para entenderlo mejor, si el negocio internacional de la droga fuera una economía sería el trigésimo segundo producto Interior bruto, del planeta. La política de “prohibicionismo” ha causado más corrupción, violencia y violación de los derechos humanos que lo que podría generar el consumo de las drogas en sí. La solución ha sido más costosa que el problema con millones de dólares invertidos en armamento y estrategias de seguridad que evidentemente, no han logrado mucho. Como dijo el primer ministro británico, Winston Churchill: “Por más bella que sea la estrategia, hay que detenerse a ver los resultados.” La crítica aplica para quienes apoyan la prohibición y claro, también para lo que se ha planteado el Presidente Calderón. |
28 julio, 2011
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