¡Sólo Dios, presidente!
La historia en breve
Ciro Gómez Leyva
No lo podía creer. Tendría que estar acostumbrado, pero, incluso en esta circunstancia, la frase me pareció excesivamente peculiar. Por eso se lo pregunté una segunda y una tercera ocasión. Y en las tres respondió lo mismo.
Temprano corrió la noticia de que, otra vez, había muertos en la cárcel de Ciudad Juárez: 17, esta vez.
Claudicante, el presidente municipal, Héctor Murguía, explicó más o menos lo de siempre: un pleito entre dos pandillas en un penal donde debería haber mil 800 reos y hay 4 mil.
Luego adelantó como exclusiva que para resolver el recurrente problema, la policía estatal se hará cargo de la cárcel municipal y la Policía Federal hará lo propio con la cárcel estatal.
Muy bien, pero cuándo, le pregunté a Murguía. Noviembre, respondió. Muy bien, pero quién garantiza que de aquí a noviembre no habrá una, dos, diez matanzas.
Fue entonces que el responsable de Ciudad Juárez y, por tanto, del presidio de Ciudad Juárez, soltó una respuesta que no por sincera deja de ser increíble:
—Sólo Dios puede garantizar eso, porque en las condiciones en que están las cosas en el Cereso municipal es casi imposible poder controlar ese tipo de eventos.
—¿Sólo Dios puede garantizarlo,
presidente?
—Sólo Dios puede garantizar que no vuelva a suceder alguna matanza en el penal.
—¿Sólo Dios?
—Sólo Dios, porque si no es Dios, la única forma en que yo pudiera desfogar ese Cereso es abriendo la puerta y dejando que los reos escapen y salgan para que no estén hacinados. Ese Cereso ha sobrevivido con una vida interna fuera de todo estándar penitenciario. Y no ahorita, sino por años.
Pues, ayúdalos, Dios.
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