Llama la atención lo popular que se ha vuelto criticar al presidente Obama. Lo están llenando de adjetivos negativos.
Leo ZuckermannHace poco leí una biografía sobre Napoleón del historiador Paul Johnson. Desde la primera página me quedó claro que el personaje le caía mal al biógrafo. A lo largo del libro se la pasa criticando y acusando a Bonaparte de todo tipo de errores y crímenes. Johnson incluso cuestiona sus habilidades en la cama y argumenta que fue un pésimo estratega militar. Escuchar que Napoleón era un autócrata, no es nada nuevo; que era un mal amante, pues uno sonríe; pero donde de plano uno suelta la carcajada es cuando nos tratan de convencer que el emperador francés era un guerrero fallido.
Menciono esto porque hace un par de días me encontré un editorial de Bret Stephens en el Wall Street Journal cuestionando la inteligencia del presidente Obama. Después de leerlo, recordé aquella biografía sobre Napoleón. Es el colmo que critiquen al mandatario estadunidense de falta de inteligencia. No puede ser. El impresionante currículum de Obama atestigua exactamente lo contrario. Sólo alguien con una inteligencia privilegiada puede tener una licenciatura en Columbia y posgrado en Harvard con las mejores calificaciones. Sólo una mente brillante puede tener una carrera meteórica como editor del Harvard Law Review, profesor de la Universidad de Chicago, senador local en Illinois, senador federal y presidente de Estados Unidos, todo ello siendo un hombre de raza negra, en un país racista, y viniendo de una familia destruida con pocos recursos económicos.
Stephen se equivoca al cuestionar la inteligencia del Presidente norteamericano. A lo mejor Obama es un pésimo gobernante. Quizá su paso por la Casa Blanca deje mucho que desear. Evidentemente ha cometido muchos errores. Pero eso no justifica decir que Obama sea un estúpido, el antónimo de inteligente. Insisto: Obama puede tener muchos defectos pero es una verdadera estupidez negar que se trata de un hombre inteligente. Tanto como rechazar que Napoleón era un genio militar. Es estirar mucho la liga hasta romperla.
Stephens argumenta que “el Presidente no es muy brillante. Sócrates enseñó que la sabiduría comienza en el reconocimiento de lo poco que sabemos. Obama intenta permanentemente decirnos lo mucho que sabe. Aristóteles escribió que el tipo de inteligencia que más se necesita en la política es la prudencia, que a su vez requiere de experiencia. Obama llegó al poder sin ninguna experiencia. Plutarco advirtió que la adulación se convierte en un obstáculo y la pestilencia de las grandes casas y de los grandes asuntos. La Casa Blanca de hoy, más que cualquier otra en la memoria, está llena de aduladores”.
Vaya colección de ocurrencias falaces. El mismo Aristóteles, que cita Stephens, también dijo que “el ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona”. Decir que Obama no es brillante es una afirmación ignorante sin sustento empírico.
Pero lo que dice Stephens no es lo importante. Su artículo es malo y punto. Lo que llama la atención es lo popular que se ha vuelto criticar al presidente Obama estos días. Lo están llenando de todo tipo de adjetivos negativos. Vaya: hasta de tonto lo tildan. Y aunque sea un mal artículo, resulta muy significativo que la pieza de Stephens haya sido la más leída en el sitio del Wall Street Journal durante dos días.
A Obama las críticas le llueven a diestra y siniestra. Esto a casi un año de que tenga que presentarse en las urnas para ver si el electorado lo reelige como Presidente. En mayo, cuando anunció la muerte de Bin Laden, los apostadores en intrade.com le daban 70% de probabilidad de ser reelegido. Hoy ha caído al 50 por ciento. No hay duda: Obama está pasando por el peor momento de su Presidencia. Hasta su innegable inteligencia ya la están cuestionando en medios serios como el Wall Street Journal.
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