Ante la crisis económica mundial, los países de la Eurozona han reaccionado tarde, mal y de manera confusa, lo que ha llevado a algunos a prever la paralización de la economía del viejo continente.
BRUSELAS, Bel.- Ronald de Waele, un belga retirado de 62 años, gusta pasar la mitad del día frente al monitor de su computadora casera comprando y vendiendo acciones en diferentes mercados del mundo a través de un servicio financiero de internet. Empero, en los últimos días De Waele ha pasado más tiempo contemplando el comportamiento de los mercados que realizando movimientos. Como este hombre, dueño de una hermosa finca en el pueblo de Wasmunster, al norte de Bélgica, miles de inversionistas europeos han dejado de mover su dinero en los mercados debido a las crecientes preocupaciones sobre la deuda de la Eurozona y Estados Unidos (EU).
Frente a su monitor, plagado de números y gráficas que muestran el comportamiento de las bolsas de Londres, París, Francfort, Tokio, Nueva York y Sao Paulo, De Waele señala que lo peor para inversionistas como él han sido “las especulaciones que se han hecho en las últimas semanas. Me restrinjo al mercado estadunidense, ya que da más seguridad al disponer de información de las empresas en las que invierto”, dice. “Sin embargo, el problema económico y político de EU es el principal contribuidor de esta situación que vivimos ahora. Los EU no han podido lograr un balance en los últimos dos años”, sostiene este hombre situado a miles de kilómetros de Nueva York.
RESPIROS VACÍOS
En la primera semana de agosto, empujada por entre cinco y nueve sesiones a la baja, la actividad bursátil en Europa cayó 10 por ciento. Los mercados del viejo continente acumularon pérdidas de entre 7.3 y 10.4 por ciento, afectados por los temores de una posible crisis de deuda. De esa forma, el jueves cuatro, alarmado por el comportamiento de los mercados, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, salió a intentar dar un respiro a los inversionistas que buscaban un viso de estabilidad. Sin embargo, la lucha interna de grupos del BCE cocinaron una propuesta que enturbió aún más el ambiente. Durante la rueda de prensa en Francfort, sede del organismo, Trichet sostuvo que aunque los tipos de interés se quedaban como estaban, es decir en 1.5 por ciento —lo mismo para toda la Eurozona—, el objetivo prioritario del organismo era mantener la inflación a raya, “es la única aguja de nuestra brújula”, señaló. Estas declaraciones sembraron preocupación entre los inversionistas por una “asincrónica política monetaria en Europa”. “Por eso casi no invierto en los mercados de Europa: es muy difícil obtener información de las empresas que cotizan en los diferentes mercados europeos”, dice De Waele a M Semanal.
En ese momento, el saliente presidente del BCE puso en marcha nuevas líneas de liquidez para la banca y dijo que no descartaba la intervención en los mercados con la compra de deuda de Italia y España para calmar la especulación. Además, pidió a los 17 países de la Eurozona implementar cuanto antes los acuerdos que el grupo tomó el pasado 21 de julio, por los que se ampliaría el fondo para rescates y se daría a los países poder para comprar deuda. En un paradójico discurso, el francés insinuó que el BCE habría comprado deuda pública de algunos países periféricos, y se atrevió a vaticinar: “No me sorprendería que al final de esta conferencia vieran algo en el mercado”. Las palabras de Trichet causaron una debacle inmediata en las bolsas y los índices europeos registraron las caídas más fuertes del año. La mayoría de los inversionistas, como cuenta Ronald de Waele, se refugiaron en los bonos alemanes y estadunidenses.
IMPACTO MUNDIAL
El mismo jueves cuatro de agosto el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, en una carta a los representantes de la Unión Europea (UE) señaló que “está claro que ya no estamos ante una crisis que afecta únicamente a los países de la zona euro, sino que es a nivel mundial”. Barroso emitió el comunicado debido a que la prima de riesgo (la cual es la posibilidad de comparar el riesgo de impago entre dos países de la Eurozona) de los bonos soberanos de España e Italia se encontraron por encima de los 400 puntos, máximos históricos para ambas naciones desde la introducción de la moneda común. Barroso pidió también revaluar el pacto de los países de la zona euro del pasado 21 de julio para rescatar por segunda vez a Grecia y reforzar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). Sin embargo, dijo, “éste no podría ser suficiente para saciar a los inversores”, tal y como Europa venía defendiendo desde entonces. El funcionario aseveró en Bruselas que esas decisiones “no están teniendo el efecto deseado en los mercados”, entre otras cosas, por su “complejidad” y por el “estado incompleto” de ese acuerdo. El rescate del FEEF no se aprecia como una alternativa de corto plazo debido a que, entre otras cosas, aún no cuentan con el respaldo de los parlamentos de cada nación.
Los titulares de los diarios europeos del viernes fueron catastróficos, al punto de hablar de una paralización de la economía europea. Unos días después, las críticas a Barroso por “cuestionar” las decisiones de la última cumbre de la zona del euro y “confundir” a los mercados por parte del gobierno alemán no se hicieron esperar. El ministro de Economía alemán, Philipp Rösler, aseguró el martes nueve, sin citar directamente al presidente europeo, que quien “cuestiona estas decisiones sólo dos semanas después” de su aprobación “confunde a los mercados”, porque ya no saben con certeza qué decisiones va a “defender el eurosistema”, según publicó la revista alemana Focus.
DOMINGO SIETE
La semana negra había tomado por sorpresa y en bikini a los líderes europeos —quienes en su mayoría se encontraban de vacaciones— y se redondeaba con un fin de semana en el que diferentes líderes europeos buscaron alternativas en varias reuniones. El domingo siete el BCE, tras horas de consultas, llamadas y pocos acuerdos, anunciaba que compraría bonos de deuda de España e Italia. Con ello buscaría calmar y aminorar los efectos de lo que podría ser un “lunes negro”. Sin embargo, los mercados del viejo continente se hundieron de nueva cuenta al inicio de semana junto con los asiáticos, el brasileño y el de EU, que acaba de ver reducida su calificación de deuda por Standard and Poor’s por primera vez en su historia.
Muchos analistas coincidieron en que la respuesta a la crisis europea se centraba en la compra de bonos de deuda por parte del BCE. Al mismo tiempo se cuestionaban por qué el organismo financiero había esperado hasta el lunes para realizar la compra de los bonos de Italia y España. La respuesta fue que el BCE “está aplicando la táctica de la intervención menos costosa”. El miedo se acrecentó para el martes, cuando se cumplieron cuatro años del inicio de la crisis mundial, cuando muy temprano en la mañana de aquel nueve de agosto de 2007 el banco BNP Paribas anunció que no podía reintegrar el dinero a los inversores de tres fondos. “La completa evaporación de la liquidez en ciertos segmentos del mercado de EU hace imposible valorar algunos activos adecuadamente con independencia de su calidad o rating crediticio”, recordó el analista Ernesto Ekaizer en el diario español Público. “Los bancos centrales, que ya contaban con antecedentes desde febrero a julio en EU y en Alemania (el comienzo de la quiebra de las hipotecas subprime) intervinieron. El BCE, que acababa de elevar los tipos de interés hacía apenas un mes, inyectó 147 mil millones de euros en los mercados. La yugular del sistema financiero, el crédito interbancario, estaba bloqueada”, señaló. “Esto —sigue Ekaizer— es lo que a grandes rasgos se ha reproducido ahora, cuatro años más tarde (...) para salvar el sistema financiero. Porque, recuerdan, esa era la justificación para evitar una nueva Gran Depresión”, finalizó el especialista.
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