Verdades y mentiras sobre la frontera
Por: Cristina F. Pereda
Un campo abierto en la frontera entre San Diego y Tijuana representó en los años 90 la lucha contra la inmigración ilegal. Por el día se agrupaban en el lado Mexicano de la frontera cientos de emigrantes. En frente, California. Estados Unidos. Un futuro mejor. Y un puñado de agentes de policía. Cada noche cientos de personas echaban a correr en la oscuridad con dirección al norte. Les esperaban también peligrosas autopistas y traficantes de personas. Y la esperanza de alcanzar Los Ángeles.
Comparativa de las detenciones en los diferentes puntos de entrada en 2000, en rojo, y en el año 2010, en azul.
Mucho ha cambiado en 18 años. Según un informe elaborado por el Center for American Progress, con sede en Washington, las detenciones en la frontera han descendido un 73 por ciento. En determinados puntos pronto rozarán el nivel nulo de entradas. La frontera entre Estados Unidos y México es más segura que nunca, y ahora la ‘Zona Cero’ está en Arizona. Allí también arrancó hace ya un año el debate más duro sobre la reforma de inmigración.
Distintas leyes aprobadas por distintas administraciones, desde Bill Clinton hasta Barack Obama, han incrementado el número de agentes desde los 3.300 que había en 1993 hasta los 22.000 actuales. Las 616.000 detenciones en Arizona en el año 2000 han descendido a 212.000 en 2010. Este año serán la mitad. En la década de los 90 los agentes trabajaban con camiones y focos para interceptar a personas por la noche. Hoy disponen de aviones no tripulados.
Doris Meissner, Comisaria de Inmigración de la administración Clinton, y Alan Bersin, que ahora ocupa ese cargo en el gobierno de Obama, participaron en un encuentro en Washington para explicar los comienzos de la lucha contra la inmigración ilegal a través de la frontera con México.
En 1993, el mismo año que Meissner se incorporó al gobierno de Clinton, el gobernador de Texas hizo un experimento en El Paso, fronteriza con Ciudad Juárez. ¿Qué pasaría si todos los recursos y autoridades fueran desplazados hasta ese punto de entrada? La ‘Operación Bloqueo’, como fue denominado este experimento, consiguió lo que se proponía: “el puerto de El Paso quedó cerrado”, recuerda Meissner. Su repetición un año después en la frontera entre San Diego y Tijuana dio los mismos resultados.
“Lo que hemos visto después es el mismo efecto que cuando estrujas un globo lleno de agua”, explicó Bersin. “Las rutas de entrada se han desplazado desde California hacia el Este y desde Texas hasta el Oeste”. ¿Qué queda en el medio? Arizona. El epicentro del debate político por el control de la frontera, la seguridad de los ciudadanos norteamericanos, cientos de inmigrantes víctimas de redes de tráfico de personas y de la dureza del desierto.
Un debate político alejado de la realidad
“Con la información que se publica actualmente, es como si la historia de los últimos 18 años de la frontera no hubiera ocurrido”, comentó Marshall Fitz, autor del informe. Punto de entrada de terroristas, un coladero de criminales, la violencia de México que acaba en Estados Unidos, un gobierno federal que no hace nada por solucionarlo... “Pero las detenciones detenciones por entrada ilegal en el país se encuentran en un máximo histórico y la criminalidad está en el punto más bajo de la década”.
Ambos expertos coincidieron en que la presión migratoria ha descendido a causa de la mala situación económica en Estados Unidos y porque la oferta de trabajo ya no es una garantía de futuro. Eso hace que este momento sea el idóneo para solucionar la situación en la frontera, según Bersin. “Puedes hablar con cualquier alcalde de las ciudades fronterizas, con los empresarios y te dirán lo mismo que demuestran los datos del FBI, que la tasa de crimen es la más baja de los últimos años. Eso debe formar parte de la conversación”.
El tenso debate político alrededor de la inmigración ha llevado a muchos a pedir un muro completo entre Estados Unidos y México. “Parece que ni siquiera el muro de Berlín sería suficiente para algunos republicanos”, comentó Bersin. Tal esfuerzo necesitaría además del apoyo de 45.000 agentes en la frontera, el doble de los desplegados ahora.
Marshall Fitz explica las conclusiones del informe.
“Creo que muy pocos norteamericanos estarían dispuestos a pagar por ese tipo de muro”, dijo Bersin. “La polémica en torno a la seguridad en la frontera hace pensar a muchos que está fuera de control, sobre todo a los que no viven en ella”.
“Tenemos que lograr difundir esa sensación de que las cosas han cambiado en la frontera. Los residentes allí ya lo saben, ya lo sienten, pero el resto del país no”, añadió Meissner. “En Arizona no hemos alcanzado el nivel de control deseado, pero el gobierno debe hacer un trabajo mucho mejor a la hora de compartir con la población las pruebas de que la situación ha cambiado en estos años”.
“Todas esas iniciativas que han logrado prácticamente cerrar la frontera desde California hasta Texas no funcionan simplemente con crear un muro”, apuntó Meissner. “Hace falta cambiar leyes, coordinar esfuerzos de diversas agencias federales, preparar agentes e invertir en recursos y el apoyo de los dos partidos políticos”.
Medidas que funcionan
Meissner explica el éxito de la estrategia adoptada estos últimos 18 años en seis elementos. El primero es disuadir las entradas mediante prevención. “Antes los agentes estaban a este lado de la frontera, esperando a que llegaran los inmigrantes e intentar detenerlos. Eso es una invitación al caos y a todo tipo de problemas”. La prevención también se basa en concentrar todos los recursos y en combinar tecnología y personal en los puntos de entrada en el país, no de manera igualitaria. El 20 por ciento de todas las entradas en los años noventa tenían lugar en El Paso, San Diego, Nogales y El Centro, pero tenían los mismos recurso que otros puntos sin apenas incidencias.
Meissner también decidió entonces involucrar al Departamento de Justicia y establecer programas de entrenamiento y comunicación entre las diversas agencias y las autoridades locales a uno y otro lado de la frontera. Además, el lugar más protegido debía ser siempre el puerto de entrada. “Ahí es donde debes facilitar las entradas legales y prevenir los cruces ilegales, pero es precisamente donde se juntan y unos y otros, de ahí la dificultad”, comentó.
Finalmente, la experta reconoció que la seguridad en la frontera siempre ha sido frágil. “Cuando cierras determinadas áreas, estás empujando a los emigrantes a zonas más arriesgadas y peligrosas”.
“En los noventa podías detener a 516.000 personas al año, pero sabías que el doble conseguían cruzar la frontera, subir caminando por las autopistas y acceder al sistema de transporte, que podía llevarles a cualquier punto del país”, comentó Bersin. “Nos ha costado una década, pero en 2011 alcanzaremos las 212.000 detenciones en Arizona y sabemos que el número de entradas será significativamente menor”.
Según los expertos, la construcción del muro siempre debió ir acompañada de otras medidas. Antes los agentes detenían al inmigrante y le ofrecían la deportación voluntaria -lo que favorecía nuevos intentos- o lo trasladaban al otro lado de la frontera con México. No había registros ni archivos informatizados con la identidad de las personas que querían entrar en Estados Unidos. Ahora cualquier detención va acompañada de un “historial de entradas” que permite a las autoridades determinar qué debe hacerse con el detenido.
Mientras, el debate político sigue lejos de esta realidad. Apenas se considera la dificultad de manejar una frontera de miles de kilómetros, 3.200 de ellos con un muro; los políticos dejan de lado el contexto económico y muy pocos críticos consideran que Estados Unidos ya gestiona, cada día, un millón de entradas legales al país.
Los expertos apuestan por recordar que las grandes oleadas migratorias y los momentos de más inmigración irregular coincidieron con la época de mayor creación de empleo desde la Segunda Guerra Mundial. La crisis económica y de empleo ha producido el efecto contrario, las entradas desde México se reducen cada año más y quizás sea este el mejor momento para llegar a un acuerdo y arreglar el sistema.
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