Hola papá… ¿qué hacés escribiendo? Sonrío, mi hija entra como una tromba cargada de libros y de ojeras. Se le adivina en la cara ese largo día en la facu.
Le miro la cara mientras nos damos un beso. En verdad me hace feliz verla con esa cara de cansada que reconozco feliz. Es la fuerza de la vocación. Y la vocación es un poco como el amor, cuando uno tiene la dicha de descubrir su vocación o de encontrar el amor, la felicidad es casi ineludible. Pero me estoy yendo por las ramas… pues decía que en verdad ahora que me lo pregunta mi hija, también me lo pregunto yo. Es muy cierto que no tengo idea qué hago hoy escribiendo en esta noche en que la ciudad parece haberse reconciliado casi definitivamente con la primavera.
Ah claro, eso, la vocación. Mis ganas de escribir contra viento y marea. Mis ganas de sortear mil escollos para hacer lo que me más me gusta. Mis delirios de quitarles horas y horas al sueño solo por esta vocación de escribir y arrojar escritos como botellas al mar.
Y sí, si lo pensara sin la vocación, tendría que cerrar la computadora y andar caminando las calles ya henchidas de aromas primaverales. Pobladas de Jazmines que rebozan, de flores que se desperezan en mil colores en cada rincón de cada plaza y de cada ventana y de cada cantero. De árboles que comienzan a vestirse, ahora con una extraña prisa. De gentes que se animan sin culpas a mostrar brazos y piernas tras un invierno empeñado en esconder pieles.
Allí afuera, el mundo se prepara para la primavera, y yo acá entre cuatro paredes.
Ahora que aprovecho ese café bien negro que me enerva las entrañas hasta encender por un buen rato los ojos cansados que reclaman sueño, digo, que aprovecho y releo lo que acabo de escribir, me digo que tal vez deba dejar de lado la realidad yerma y ponerme a escribir sobre flores y primaveras.
Digo, porque las noticias repiquetean las mismas diez cosas calcadas. Y mañana serán otras diez y la semana que viene otras más. Curiosa sincronía de noticias la de cada día por estos lares… todos detrás de las mismas calcadas diez noticias de entre millones. Como esos virus feroces que arremeten contra todo… y terminan por invadirlo todo, así se comportan los medio de este lado del mundo para con las noticias.
Un envejecido Carlos Menem escucha la sentencia que anuncia su absolución. Don Carlos Menem sonríe con una mueca. Desde hace un tiempo que se viene descociendo en elogios a la presidenta Cristina como conjuro. Carlos Menem no rezonga ni resopla de alivio. Apenas una mueca parecida a una sonrisa sobradora. Si hubiera sido el hombre todopoderoso de los ochenta, seguro que ante el asedio de medios que le pide unas palabras, don Carlos hubiera sonreído con la geta torcida, se hubiera parado con las dos manos en los bolsillos de su pantalón y con esa tonada riojana tan compradora hubiese dicho: “Síganla… no los va a defraudar”. Carlos se jugó y ahí está. Crease o no… sin culpas.
Acá la justicia es para los de otra categoría. Es para el pobre fletero que llevó unos muebles de una casa donde un testigo de sospechosa identidad reservada dice que estuvo Candela.
Cristina en Francia paseando su luto y actuando llantos sobreactuado. Aquí siete muertos y doscientos heridos en una tragedia de esas que cada tanto se reeditan en una Argentina acostumbrada a la muerte imbécil. A la tragedia inútil.
A veces cuando uno toma un poco distancia de las cosas y de las tragedias y puede ver un poco en perspectiva… digo, una barrera que no funciona en toda la noche, un guardabarrera que se va sin dejar un relevo… autos motos camiones colectivos y gentes que asumen que la barrera no anda y arremeten temerarios. Trenes obsoletos en vías con escaso mantenimiento. Boletos a un peso, una tarifa irrisoria que el gobierno nacional y popular intenta enmascarar con subsidios millonarios que nadie controla.
Todo un extenso rosario de negligencias, necedades, irracionalidad y corrupción que no puede no terminar en una tragedia.
Rara Argentina de prioridades raras. Cámaras de video de última generación graban con lujo de detalles la imbecilidad de todos nosotros ante las normas, y la muerte en trenes obsoletos. Miles de cámaras de seguridad de última generación como ventanas en alta definición hacia una realidad tercermundista. El reino de las prioridades al revés.
En la esquina misma de la tragedia, un cartel inmenso del gobierno nacional anunciando el soterramiento de las vías. La imagen es digna de una película de Fellini.
Y ahora las muertes absurdas. Absurdas por evitables. Y ahora las familias destrozadas para siempre. Y ahora los de siempre rasgándose las vestiduras y ahora el comienzo del juego del gran bonete. Yo no fui. El no fue. Nadie fue.
Por más que mintamos hacia afuera… nosotros bien sabemos que fuimos todos. Que somos todos cómplices de este tipo de tragedias.
Sergio Schocklender prendió el ventilador y ventila cosas tan obvias que nadie siquiera pega un grito. Por un diez por cierto de lo que denuncia Schocklender, un gobierno serio en un país serio tendría que dar muchas explicaciones. Pero estamos en Argentina y ahora Sergio Schocklender es para los seguidores del gobierno todas las cosas que yo escribí en esta columna durante muchos años. No quiero imaginar cómo será la corrupción en las altas esferas para que Schocklender las denuncie asombrado. Robo para la Korona.
Pensar que hasta hace unos meses Sergio era el hijo predilecto de la madre putativa de “todos los argentinos”. El jefe de gabinete desacredita a Schocklender como testigo en base a su prontuario. Lo extraño es que con ese mismo prontuario hasta hace unos meses manejaba junto a Hebe de Bonafini una billetera estatal de casi ochocientos millones de pesos.
Supongo que en un país donde en los supuestos “juicios por la verdad” fueron testigos los asesinos de Larrabure, Viola, Ibarzábal, Sacheri, Villar y tantos otros… también puede calificar de testigo un personaje como Schocklender, tan siniestro como los otros.
En fin, otra vez el café en mi garganta que me estremece las entrañas hasta abrirme los ojos. Otra vez repaso las letras… y sí, definitivamente tendría que estar disfrutando la primavera con otros sentidos allá afuera donde la naturaleza prepara su fiesta.
Es martes, no te cases ni te embarques repetía mi abuelita, que vivió mitad de su vida esperando a que mi abuelo recalara en su puerto. Es martes y es 13. Y todos sabemos lo que eso significa. Vuelo a sonreír… hace unos años Néstor Kirchner se tocó los testículos cuando Carlos Menem pasó junto a él en el Senado de la Nación.
Y curiosamente hoy martes 13 Carlos Menem resulta absuelto de culpa y cargo por la justicia kirchnerista… mientras aquél del conjuro testicular yace esperando mausoleo.
Así son las cosas… que el Dalai Lama anduvo por entre nosotros y ni Macri ni Cristina se animaron a recibirlo. China es potencia y compra el yuyito al por mayor. Y China tiene la costumbre de castigar a quienes osan distinguir al Dalai Lama.
Al final ese yuyito mágico llamado soja, mantiene a Cris en su nube… y a los muchachos del campo ciegos sordos mudos… y ricos.
Abrazo.
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