Finalmente, el jefe de Gobierno se está fajando los pantalones y desafiando a López Obrador.
Leo ZuckermannAhora sí comenzó el rompimiento de Ebrard con López Obrador. El viernes pasado, el jefe de Gobierno asistió al evento del Presidente con motivo de su V Informe. Ya lo había hecho en ocasiones anteriores. Sin embargo, Marcelo se apersonaba cuando ya había entrado Calderón, de tal suerte que no tenía que saludarlo, y se iba inmediatamente cuando el Presidente terminaba su discurso a fin de no despedirse de él. Y es que Ebrard había prometido que, mientras Calderón fuera Presidente, no le daría la mano en público. Pues resulta que el viernes se la dio y fue una de las fotos más publicadas al día siguiente en la prensa.
Dentro de la izquierda lopezobradorista esto se vio como una traición. Hay que recordar que los seguidores de AMLO siguen considerando a Calderón como un presidente espurio. Para ellos, “el legítimo” es el tabasqueño. Ebrard, en cambio, justificó su asistencia y saludó con un argumento institucional. Afirmó que, como presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores, “represento a todos los gobernadores del país”. Se trató de una “actitud responsable” frente a la difícil situación por la que estamos atravesando. Dijo, con razón, que en este contexto lo conveniente es dejar a un lado las preferencias personales y “trabajar para que el país tenga las mejores condiciones en los próximos meses”.
Desde que vi la foto de Ebrard saludando a Calderón y leí su justificación, pensé que el jefe de Gobierno se estaba distanciando de AMLO y, por tanto, que el lopezobradorismo se le vendría encima. Ni tardo ni perezoso, así ocurrió. La secretaria general del PRD, Dolores Padierna, dijo que los perredistas no tienen permiso del partido para asistir a este tipo de actos ya que con su presencia legitiman a Calderón: “Ebrard tendrá que dar sus motivos para haber acudido a este evento innecesario e imprudente […] para qué vas a saludar a alguien que tiene el país en desastre, cayéndose a pedazos, pese a lo ilegal de su llegada, yo no saludaría a alguien que ha causado tanto dolor al país”.
Por su parte, el secretario de Desarrollo Social del Distrito Federal, Martí Batres, criticó a su jefe. Dijo que “si realmente se quiere avanzar, es necesario ser consistente con los ideales y creencias […] Yo, en lo personal, no lo he reconocido nunca como Presidente ni lo voy a reconocer, voy a defender el proyecto por el que he luchado toda mi vida […] Es muy importante la lealtad a la gente, luchamos en contra de un fraude electoral, le informamos a la gente cómo nos robaron la Presidencia en el 2006”.
Nótese que al hablar de lealtad, el subordinado califica a su jefe de traidor. Supongo que esto fue lo que enfureció a Ebrard quien le mandó a decir a Batres “que si no está a gusto pues no tiene nada que hacer en el gobierno, si a él no le parece correcto pues que sea congruente. Cada quien está en libertad de opinar lo que quiera, pero para ser miembro de un gobierno tienes que ser congruente”. El secretario, sin embargo, se negó a renunciar. Horas después, Ebrard lo destituyó.
Se trata de un mensaje claro del jefe de Gobierno en contra de AMLO porque Batres es uno de los operadores más cercanos del tabasqueño dentro del Gobierno del DF. Ahora lo corren de un puesto toral donde se reparte el dinero público para programas sociales, donde se construyen las clientelas electorales.
El asunto no es menor. Ya Ebrard había tratado en el pasado de remover a Batres para poner a su secretario de Finanzas, Mario Delgado, en ese puesto. No pudo por el poder que todavía tiene el lopezobradorismo, en mancuerna con el bejaranismo, en la capital. Por tanto tuvo que enviar a Delgado como secretario de Educación.
Finalmente el jefe de Gobierno se está fajando los pantalones y desafiando a AMLO. Primero saludando a Calderón y luego echando a Batres quien, por cierto, aspira a ser candidato de la izquierda al Gobierno del DF. Es evidente, por tanto, que ya comenzó el tan esperado rompimiento de los dos personajes principales de la izquierda. La pregunta es si Ebrard va a tener las fichas para enfrentarse a AMLO y si le va a alcanzar el tiempo. Lo que suceda en los próximos días será determinante para evaluar si el jefe de Gobierno tiene el tamaño para ganar una de las partidas más importantes de su vida.
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