El despido de Batres no fue una sorpresa, estaba resuelto desde hace varias semanas.
Humberto Musacchio*La destitución de Martí Batres como secretario de Desarrollo Social no tenía por qué ser sorpresiva. Simplemente se atrevió a recordar que el PRD considera que Felipe Calderón carece de legitimidad, de donde se desprende que la presencia de Marcelo Ebrard en un acto no oficial del Ejecutivo federal y el saludo entre ambos contraviene lo acordado por el partido del sol azteca.
Ebrard arguyó que estaba obligado a asistir en su papel de presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores, la que ni siquiera fue invitada, pues los mandatarios de las entidades recibieron invitaciones particulares y circula en las redes una declaración de Marcelo según la cual sus colaboradores no pueden opinar sobre lo que hace él, que es su jefe.
El despido de Martí estaba resuelto desde hace varias semanas. Tan es así, que en el directorio del Gobierno del DF, documento que se ha repartido profusamente a los comités ciudadanos, no aparece Martí Batres (tampoco Benito Mirón Lince, otro de los funcionarios non gratos a Ebrard). Es extraño que se deje fuera a Batres, titular de la Secretaría de Desarrollo Social, dependencia que operaba exitosamente sus programas.
Casa Taller para la Vida , uno de esos programas, se encarga de los albergues para la población “en situación de calle”. Ahí se han echado a andar cursos que ha permitido a un número creciente de niños y jóvenes terminar la primaria, la secundaria y aun el bachillerato. Varios de estos jóvenes se han incorporado a la vida productiva y es muy elocuente que hayan sido contratados por hoteles de lujo.
En la misma línea está el Seguro contra la Violencia Familiar, que da asistencia jurídica y sicológica a mujeres maltratadas, les proporciona mil 500 pesos mensuales mientras dura el juicio y las capacita para que se incorporen a la vida productiva.
El programa de uniformes escolares representa un beneficio en dos sentidos para la población más necesitada. Da a cada niño dos uniformes al año y una buena parte de esta vestimenta es producida por cooperativas de producción creadas por la Secretaría de Desarrollo Social, lo que en este rubro beneficia a un millón 200 mil escolares.
Durante la gestión de Martí Batres se abrieron 260 de los 350 comedores comunitarios existentes. Estos tienen carácter autogestivo, reciben del gobierno alimentos no perecederos y con sus propios recursos adquieren los perecederos. Venden la comida en diez pesos y se ha beneficiado a un millón 700 mil personas.
El programa más exitoso es el de Mejoramiento Barrial, que funciona con una inversión mínima y mediante el trabajo comunitario. En 2009 recibió el premio del Observatorio Internacional de la Democracia Participativa, de Barcelona; al año siguiente el Urban Age que otorga el Banco Alemán y en 2011 el Premio Mundial del Hábitat de la ONU y la Fundación para la Construcción Social de Vivienda, organismo con sede en Londres.
A Ebrard le urgía deshacerse de un funcionario tan eficaz, pues su delfín es un perfecto ejemplo de grisura. Ya lo hizo y Andrés Manuel López Obrador tuvo que apechugar, pues se especula que él y Ebrard llegarán a un acuerdo para que el primero tenga la candidatura presidencial del PRD y el otro la dirección de la fracción aurinegra en el Senado y la facultad de imponer a su delfín en el gobierno de la ciudad. Pero quienes así piensan se adelantan a los hechos. Por lo pronto, el domingo pasado, en un mitin de apoyo a Martí, había una manta que decía: “Gracias Marcelo: nos quitaste un secretario y nos diste un candidato”.
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