Un hombre se tapa la nariz, frente a decenas de cadáveres quemados. | Efe
Rosa Meneses (enviada especial) | Trípoli
Cadáveres encerrados en contenedores de cargueros, quemados en almacenes, fusilados y enterrados en fosas comunes. Trípoli abrió los ojos al horror con el desmoronamiento del régimen.
Los libios sabían lo que hacía el dictador con los opositores, pero nunca habían visto con sus propios ojos las pruebas de las masacres que perpetró. Esa realidad, la de un régimen brutal y represivo hasta los límites de la crueldad, comenzó a salir a la luz tras la caída de Bab al Aziziya, el pasado 23 de agosto.
En el cuartel general de la Brigada Jamis –la fuerza de élite comandada por el hijo menor de Muamar Gadafi- se encontró una cincuentena de cuerpos carbonizados en una habitación que servía de almacén. Se trataba de opositores que habían sido detenidos en las últimas semanas de la guerra.
Cuando los gadafistas vieron inminente la entrada de los rebeldes al distrito de Salah al Din –donde se alza el imponente complejo militar- decidieron ejecutar a los disidentes.
Los soldados les dispararon a través del tejado de metal y les lanzaron granadas por la puerta. Luego les prendieron fuego. Según Human Rights Watch, el propio Jamis ordenó la masacre y habría estado presente mientras se ejecutaba a los insurgentes.
Los restos de las víctimas fueron descubiertos cuando los rebeldes liberaron el lugar, el pasado domingo 28, y un día después los cadáveres habían sido retirados. Pero el olor intenso de la muerte persistía impregnado en la construcción y en el aire.
Durante una semana, la capital se llenó de muertos. Aparecían cadáveres en hospitales y en fosas comunes. El régimen mató también a militares que rehusaban disparar contra civiles desarmados.
"Un superviviente detenido relató que fue encerrado en el contenedor de un camión-frigorífico con otros tres hombres. Uno de ellos era su amigo. Al cabo de un tiempo, ellos murieron por sofocación. Cuenta que un oficial que rehusó disparar contra civiles fue ejecutado e introducido en el camión. Imagínese la experiencia de estar a oscuras en el contenedor de un camión, sin ventanas, junto a varios muertos", explicó Peter Bouckaert, investigador de Human Rights Watch desplazado a Trípoli, en una conversación con ELMUNDO.es.
Aunque según HRW no hay indicación de que haya un gran número de desaparecidos durante el conflicto que estos días está en sus últimos estertores, hay espeluznantes historias de personas 'secuestradas' por el régimen de las que nada se sabe.
Una de ellas es Fathi, 'maitre' del restaurante del hotel Corinthia, que desapareció hace más de tres meses sin dejar rastro.
HRW cree que las cifras de muertos están infladas
Según el Consejo Nacional de Transición, durante estos seis meses de guerra han muerto 50.000 personas. Pero HRW cree que estas cifras están infladas. "Creemos que el número de muertos durante el conflicto es significativamente menor", afirmó Bouckaert.
De los centros de detención secretos que varios rumores situaban en Trípoli nada se sabe todavía. Pero sí se ha podido acceder a siniestros lugares como la cárcel de Abu Slim, en la que en 1996 se masacró a 1.200 prisioneros en un solo día.
El hospital de este distrito fue abandonado por el personal médico en medio de los cruentos combates del pasado fin de semana. Allí se encontraron 75 cadáveres. En otro barracón, en una explanada del aeropuerto militar de Metiga, se hallaron 35 cuerpos, muertos desde hacía unos 10 días, según confirmaron fuentes del CNT.
Con tanto horror, el riesgo a que haya hombres armados que se tomen la justicia por su mano <="" strong="">. Y el CNT lo sabe.
"Todos nosotros hemos enviado un mensaje a los milicianos para que protejan a la población civil y se implemente un sistema judicial para todos, incluidos los leales a Gadafi. Condenaremos cualquier acto de venganza", dijo esta semana el ministro del Interior del CNT, Ahmad Darrat.
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