09 septiembre, 2011

El país más claustrofóbico del mundo – por Humberto Montero

El país más claustrofóbico del mundo – por Humberto Montero

Si piensa que su vida es un infierno, bendiga no haber nacido en Corea del Norte.

Un día cualquiera, a las 6:00 de la mañana, una sirena despierta a todos los habitantes de Pyongyang.

Es hora de levantarse. No hay escapatoria. Así lo ha decidido el glorioso líder de la revolución, el estrafalario dictador del último régimen estalinista del mundo, Kim Jong-il, hijo de Kim il Sung, presidente perpetuo pese a llevar muerto 17 años.

Son las 7:00 horas. Otro sirenazo rasga como un trueno el silencio claustrofóbico de la capital norcoreana, lo más parecido a una ciudad gigantesca de cartón piedra.

Es la hora de ir a trabajar. En orden marcial, sin hablar mucho. Los coches no existen desde que la crisis energética dejara seco al país.

A las 12:00 hará un alto para almorzar. A la una, volverá al trabajo y a las cuatro acabará su jornada. Cinco toques en total.

Mañana será igual. Y pasado también. Siempre verá los mismos programas en el único canal de televisión: un niño tocando eternamente el xilofón y algunas noticias, no demasiado variadas.

Siempre vestirá las mismas ropas: los hombres un traje negro de dos piezas; las mujeres, el hanbok, el vestido tradicional, blanco entre el cuello y el pecho, negro el resto, con una falda que llega a los pies. Algunas, las menos, le dan algo de color.

Todos, incluidos los niños, llevan un pin del primer dictador Kim adherido a la solapa. Nunca se lo quitarán mientras vivan.

Tampoco osarán doblar por la mitad los billetes nacionales, mancillando la cara del Amado Líder, algo que -según cuenta la leyenda- costó la cárcel a un diplomático suizo.

Si tiene la fortuna de pertenecer a la más alta de las 51 castas en que se divide la sociedad de este paraíso comunista, vivirá en Pyongyang, una ciudad fantasma de 3,3 millones de habitantes. Si no, vivirá en el campo (el país sólo dispone del 18% de superficie fértil) a merced de las continuas inundaciones provocadas por el cultivo intensivo.

Cuando llueve, el agua de las montañas baja como un torrente sin que nada lo frene. Entonces se desmorona la ideología juche, diseñada por el presidente perpetuo, que preconiza que el hombre es superior a la naturaleza y que sitúa el año 1 en el nacimiento del creador: Kim padre, claro.

Si mantiene la boca cerrada y tiene suerte evitará los campos de concentración, como el de Hoeryong, donde se hacinan unos 50.000 hombres, mujeres y niños.

Mientras el Amado Líder disfruta de su bodega de 10.000 botellas, del caviar que hace traer de Irán y de la langosta y del sushi que le llega en avión de Japón, usted apenas tendrá que comer. Su sueldo, en el mejor de los casos, rozará los 900 dólares al año. Una propina para el líder de la única dictadura comunista hereditaria del mundo, que se gasta la friolera de 700.000 dólares anuales en coñac.

Por no hablar de los fastos que organiza en su “cumple”, fiesta nacional bautizada como “Día del Sol” y en la que, al menos, usted recibirá ración doble de comida.

Este sujeto, que se cree un semidiós, acaba de darse una vuelta en su tren blindado por Rusia y China para pedir ayuda y comida a sus “socios”.

A cambio, ofrece decretar una moratoria al desarrollo de su arsenal nuclear y reanudar el diálogo que mantenían las dos Coreas, EE.UU., Japón, Rusia y China, estancado desde 2008 por su culpa.

Este sujeto, que tiene secuestrados a 24 millones de personas, está loco de atar.

Debería correr la misma suerte que Gadafi o los Castro. No hay nada qué negociar con él.

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