Por Luis Figueroa
El Periódico, Guatemala
Votamos porque vivimos en una república, no porque vivamos en una democracia. La democracia es el gobierno por la voluntad de la mayoría, pero la república es mucho más.
Aristóteles escribió que “el hombre estableció la comunidad política para vivir agradablemente y no sólo con el fin de vivir”. De ahí que, en el contexto de una república sana, sea tan repugnante la tiranía de uno, como la tiranía de la mayoría. Lo que importa en una república es el respeto a los derechos individuales de todos, por eso es que la igualdad de todos ante la ley es un principio republicano fundamental.
Características propias de una república sana son la división del poder; el hecho de que el gobierno y sus funcionarios estén sujetos a la Constitución y a las leyes; que como dijo V, de V for Vendetta, las personas no le teman al gobierno, sino que el gobierno les tema a las personas; que los ciudadanos y tributarios puedan ejercer el sufragio y ser electos; y que haya control jurisdiccional de los actos de quienes ejercen el poder público en nombre “del pueblo”.
Ninguna de estas es una característica de la democracia –que no es más que el gobierno por la voluntad de la mayoría–, sino del sistema republicano.
La confusión es tan generalizada que el maestro, F.A. Hayek, le atribuyó a la democracia beneficios útiles que son propios de una república: 1) Tomar decisiones por medio del sufragio es menos dañino que imponerse y apelar a la violencia. 2) El sistema republicano, por su compromiso con los derechos individuales y sus instituciones, engendra más libertad que otras formas de gobierno. 3) La república es más educativa y formativa con respecto a los negocios públicos.
Todo este proceso cansino que hemos atravesado para llegar a los comicios del domingo debería ser de carácter educativo. Deberíamos meditarlo y aprender de él. ¿Qué lección nos deja que los partidos no respeten la ley electoral? ¿Qué aprendemos de que la calidad del debate y la de los candidatos sea muy pobre? ¿Qué nos enseñan los discursos populistas y clientelares acerca del sistema? ¿Cuánto puede aguantar un sistema así, antes de colapsar? ¿Empezamos a discutir ahora la reforma necesaria del sistema, o esperamos a que sea tarde? Hazte las preguntas que puedas.
Yo votaré nulo en unas papeletas y escogeré diputados en otras. ¿Por qué? Porque quiero contribuir a establecer una república sana, y no quiero ser cómplice de la continuidad del sistema actual. Urge que sea reformado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario