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Si existe un mensaje claro entre todos los informes publicados hasta ahora por el Fondo Monetario Internacional (FMI) es la necesidad de recapitalización de la banca europea. La radiografía elaborada por el equipo liderado por José Viñals en el organismo ha contabilizado ya el coste que los desatinos de la deuda soberana, empezando por Grecia y acabando por España, han tenido hasta ahora en las entidades financieras del Viejo Continente.
Si dejamos de lado los mayores riesgos crediticios que los bancos han tenido que afrontar en el mercado interbancario ante este escenario, la factura asciende los 200.000 millones de euros. Si los incluimos, la cifra asciende hasta los 300.000 millones de euros.
De dicha cifra, 60.000 millones de euros son atribuibles a las tensiones de la deuda soberana de Grecia, 20.000 millones a las tensiones de la deuda de Irlanda y Portugal y 120.000 a las tensiones de la deuda de Bélgica, España e Italia. El acecho de los mercados bursátiles sobre nuestro país y el encarecimiento a la hora de colocar nuestra deuda han provocado que España haya costado a la banca 44.000 millones de euros.
No fija el capital que necesitan
En su Informe sobre Estabilidad Financiera (GSFR), el Fondo deja bien claro que los bancos europeos necesitan captar capital, eso sí, prefiere obviar una cifra explícita ante la polémica suscitada desde que en Jackson Hole, Wyoming, la nueva matrona de la institución, Christine Lagarde levantase la voz de alarma sobre la banca europea.
Así el documento apunta que la cifra de 200.000 millones de euros durante los últimos dos años "no tiene en cuenta las necesidades de capital de los bancos, para lo cual sería necesario llevar a cabo una evaluación completa de los balances y las posiciones de ingresos de los bancos". Eso sí pone de manifiesto que "la capitalización de la banca europea ha caído un 40%" desde diciembre.
En este sentido, el FMI es consciente de que el tiempo se acaba y los riesgos podrían afectar tanto al sistema financiero como a la recuperación económica global. El GSFR considera, además, que si "los bancos europeos no tienen acceso a capital privado y los balances de cuentas de los gobiernos no dan más de sí, las entidades financieras deberían poder acudir al fondo de estabilidad de la UE en busca de ayuda".
Las necesidades de España
El documento realiza un detallado perfil de la situación de España en lo que respecta al azote de la deuda soberana europea. Así, las necesidades brutas de financiación del Gobierno, si se incluye la maduración de deuda y el déficit, será del 20,6% del PIB en 2012 y del 19,4% en 2013. Al fin y al cabo, tampoco hay que pasar por alto que la deuda bruta de las entidades financieras españolas supone un 111% del PIB de España y la de las empresas relacionadas con el sector bancario supera el 192%, es decir, el nivel de endeudamiento de las compañías españolas es excesivamente elevado.
Según los datos que baraja el FMI, el 28,4% de la deuda emitida por el Tesoro español está fuera de nuestras fronteras, un porcentaje relativamente pequeño si lo comparamos con el 91,3% de Grecia, el 60,8% de Irlanda o el 51,4% de Italia . En lo que llevamos de año, España ha puesto a disposición de la banca cerca del 24,2% de su PIB a disposición de sus entidades financieras. Sin embargo, el CDS a cinco años cuenta con un spread de 357 puntos (a cierre del 31 de agosto) y las perspectivas sobre la deuda por parte de las agencias de rating es "negativa" señala el Fondo.
El panorama para deuda soberana de la UE se complica. Según el GSFR casi la mitad de los 6,5 billones de euros en deuda emitida por los países miembros ha mostrado algún síntoma que indica que el aumento del riesgo ha incrementado su coste.
Las fases de la crisis
Según da a entender el FMI, la crisis de deuda soberana en Europa se ha desarrollado en varias fases. La primera en Grecia, la mecha que dinamitó la situación actual, con un impacto de alrededor de 56.000 millones de euros. Posteriormente, llegaron Irlanda y Portugal, con un coste de 7.000 y 17.000 millones de euros respectivamente. Ahora, el contagio y la especulación señalan ya a Bélgica, con un coste de 9.000 millones de euros, Italia, con 71.000 millones de euros y, finalmente España con un impacto que oscila los 44.000 millones de euros. Si sumamos estas cifras la factura alcanza los 204.000 millones de euros antes mencionados, sin añadir, una cuarta fase que podría aumentar el coste hasta los 300.000 millones de euros.
El equipo de José Viñals, director del Departamento de Asuntos Monetarios y Capital del Fondo considera que la crisis de deuda soberana ha entrado en "una fase mucho más política" y reconoce que en el Viejo Continente las diferencias entre los países que se han sometido a ajustes fiscales y los que suministran apoyo "ha impedido que se alcance una solución duradera".
Además, los propios mercados financieros "dudan" de la efectividad de los gobiernos para tomar más medidas. "Los inversores han empezado a perder la paciencia" advierte el GSFR al mismo tiempo que señala que la debilidad política y financiera aumenta "el riesgo de impago".
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