06 septiembre, 2011

La cuesta de la candidatura

Entre más cerrada sea la elección, más costoso será para los partidos grandes asegurarse esos tres o cuatro puntos que los pequeños pueden proporcionar. Insistamos en algo: para 2012 nada está dicho ni definido

Jorge Fernández Menéndez

Ya queda poco margen para la especulación en el camino de los partidos y sus aspirantes de cara al 2012. Sin embargo, todos ellos comienzan a realizar el muy difícil tránsito entre sus responsabilidades públicas y las candidaturas, que se oficializarán hasta enero o febrero próximos. Particularmente complejo resultará, por razones diversas y para los distintos aspirantes, el tramo que va desde este septiembre hasta noviembre de este año.

En el PAN es donde el proceso interno se ha tornado más interesante y también delicado. Ya Josefina Vázquez Mota ha anunciado que deja la coordinación de los diputados panistas y buscará consolidar la ventaja que las encuestas le dan en ese proceso. Tiene respaldos muy importantes, dentro y fuera del partido, pero queda la duda de cuánto pesará en la estructura de militantes y adherentes panistas que son en última instancia quienes decidirán la elección interna. También esta semana, ahora sí y si no cambian nuevamente de opinión, dejará Ernesto Cordero la Secretaría de Hacienda para lanzarse a la búsqueda de la candidatura. No cabe duda que él tiene el respaldo de buena parte de la estructura gubernamental pero, fuera de eso, deberá mostrarse ya como un candidato y buscar la comunicación con la gente. De aquí a noviembre, si quiere la candidatura presidencial, necesitará mostrar una nueva faceta. Tiene todo para hacerlo.

Santiago Creel no podrá crecer más. Y las declaraciones de Vicente Fox lo ayudan cada día menos. El gobernador Emilio González buscará mantener presencia, pero sabe que no tiene posibilidades. Ambos proseguirán en la carrera porque saben que esa permanencia es una carta a negociar con Ernesto o con Josefina, los dos verdaderos finalistas, en un proceso que se prevé cerrado. De todas formas, lo más importante es que, si es bien llevada esta elección interna, con debates, aspirantes, campañas implícitas, puede posicionar a un panismo que ha estado muy alejado de la gente.

En el PRD, las declaraciones de Alberto Anaya, el líder del PT, a Excélsior, confirman que ese partido, y Convergencia, no admitirán una candidatura diferente a la de López Obrador. La declaración de Anaya respecto a que Marcelo Ebrard, “si apenas está buscando novia bien puede esperar hasta el 2018”, demuestran, además del sutil estilo político del que hace gala el líder del PT, que no dejarán pasar a Marcelo y, también, que si por alguna razón López Obrador no es el candidato del PRD, ellos lanzarán de todas formas al tabasqueño. En realidad es un chantaje político: una forma de decir que sólo con López Obrador se podrá garantizar la unidad de la izquierda, sabiendo que, divididos, sus posibilidades, hoy escasas, desparecerán definitivamente. La diferencia con el PAN es que esta será una lucha soterrada, de golpes bajos y de acomodos y negociaciones entre los grupos internos de poder, incluido el diseño de la famosa encuesta que decidirá quién será el candidato perredista.

Ayer fue el informe-despedida de Enrique Peña Nieto en el Estado de México y, a partir del 16 de septiembre, Enrique comenzará a recorrer el país para consolidar su candidatura. No todo será, como ayer, miel sobre hojuelas. Resultará difícil para Peña incrementar la ventaja cuando se tienen picos de popularidad tan altos como los de hoy en día. Es difícil hacerlo, sin sortear las preguntas y las definiciones que como gobernador no tenía por qué tomar, pero que como precandidato debe asumir. Será difícil, porque el proceso interno en el PRI no está resuelto y puede hacer eclosión, si no es bien manejado, en el Congreso. La relación de Emilio Chuayffet y Manlio Fabio Beltrones nunca fue muy tersa que digamos, y Manlio está lejos de haber abandonado sus aspiraciones. Las decisiones que se tomen en el Congreso en este periodo ordinario abonarán o costarán en la precampaña y en la percepción del priismo. Alguna vez hemos dicho que el PRI debería definir cómo quiere jugar: si administrando su ventaja o manteniendo la ofensiva. Y eso va mucho más allá de una analogía futbolística.

A eso habrá que sumarle la decisión del Partido Verde y de Nueva Alianza. Entre muchos analistas se suele subestimar la fuerza de ambos. Y es verdad: en una elección muy abierta, con grandes diferencias entre el primero y el segundo, su participación se diluye. Pero no creo que hoy estemos en ese terreno, en la medida en que se vayan definiendo las candidaturas y la lucha interna en los partidos, vamos a asistir a una competencia más cerrada. El Verde y Nueva Alianza representan un porcentaje de votos pequeño, pero que no puede ignorarse, ambos mantendrán su registro y, si no hay mayoría legislativa a partir de 2012, sus diputados serán necesarios para quien gobierne. Y cuanto más cerrada sea la elección, más costosos resultarán para los grandes asegurarse esos tres o cuatro puntos que esos partidos pueden proporcionar. Insistamos en algo: para 2012 nada está dicho ni definido.

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