Creo que el mayor desafío que tiene en esta nueva etapa pueden ser muchos de los peñistas. Hay una intención de cerrar el círculo en torno suyo.
Jorge Fernández MenéndezHoy se inicia, en los hechos, la verdadera lucha electoral con miras a 2012.
No es casualidad que en el penúltimo día de la gestión de Enrique Peña Nieto en el gobierno del Estado de México se haya finalmente desatorado la reforma política que un año atrás había votado el Senado ni que la despedida del gobernador haya sido la más festejada que se recuerde en la historia reciente del PRI. Peña dejará hoy el gobierno e inmediatamente comenzará su precampaña presidencial y, sobre todo, el siempre difícil, para el priismo, tránsito entre septiembre y noviembre, cuando en los últimos cuatro sexenios ha sufrido, siempre, rupturas dolorosas. Es un desafío ir atrás en las encuestas, pero también partir con demasiada ventaja. Si creemos en los números de los principales encuestadores, la ventaja de Enrique en estos días es de por lo menos 20 puntos. Con el tiempo, esa distancia tenderá a reducirse: su gran desafío es administrarla y no permitir que pase la sorpresa, la expectativa, hacia otro contrincante. Le ocurrió a López Obrador.
Llega hoy al Edomex Eruviel Ávila que, como otros gobernadores que ya asumieron su responsabilidad, estoy pensando en Javier Duarte de Veracruz, Roberto Borge de Quintana Roo o desde las oposiciones en Gabino Cué de Oaxaca o Rafael Moreno Valle en Puebla, entre otros, es parte de la nueva clase política del país. Peña Nieto sobre todo (pero también cualquiera de sus contrincantes, llámense Vázquez Mota, Cordero o Ebrard) deberá asentarse en esa nueva clase política y en el caso del mexiquense la está construyendo en torno suyo de una forma evidente. El caso de Eruviel es particularmente interesante porque modificará, por origen y carrera, las relaciones de poder en el Edomex y también la relación tanto con el DF como con la Presidencia de la República. Y tiene que hacerlo mostrando un margen importante de independencia.
Creo que el mayor desafío para Peña en esta nueva etapa pueden ser muchos de los peñistas. Hay una intención de cerrar el círculo en torno al candidato, incluso excluyendo a distintos sectores del priismo, hay la intención de muchos de mostrarse como interlocutores directos, aunque no lo sean, y eso complica cada día más llegar directamente a Peña y termina generando aislamiento del candidato que comienza a vivir en una burbuja. Le ocurrió en su momento a Colosio (también al candidato Zedillo, pero esa fue una decisión personal suya), pero fue mucho más notorio con Labastida cuando fue candidato. El entorno y los adversarios internos mataron más su candidatura que el discurso de Fox. La peor tentación que podrá tener Peña, en esta etapa que comienza, será jugar a la defensiva, cuidarse, no arriesgar nada, dejar que otros lleven la iniciativa.
Algo de eso ocurrió con la actitud ante el paquete económico. La primera reacción del priismo, de un rechazo total a la propuesta, fue contraproducente porque, además, partía de algunas, no todas, bases erradas. Los estados y los municipios pueden pedir más, pero también deben dar una respuesta ante sus respectivas deudas. Sí se requieren más apoyos en distintos ámbitos, sobre todo en seguridad, pero cómo explicar entonces que esos mismos estados y municipios estén regresando recursos a la Federación porque no pueden cumplir con los compromisos adquiridos en la materia. Cómo exigir más espacios de poder y querer asumir menos responsabilidades, entre ellas la siempre ingrata de cobrar impuestos locales. Pero, después de la primera reacción, el PRI creo que revisó los números y vio que las modificaciones que podía proponer debían ir por otros cursos y modos, y que era mucho más positivo para su causa un discurso constructivo, más reformador que confrontador. No se puede jugar, desde el gobierno o desde la oposición, con la economía, porque ni el país ni el mundo lo permiten. En ese mismo sentido pareciera que se abrió finalmente paso a la reforma política.
Se abre el verdadero proceso electoral, además, en una jornada de Fiestas Patrias en la cual buena parte de las principales plazas del país estarán en alerta por las posibilidades de atentados de grupos del crimen organizado. No es un dato menor: la seguridad y la economía marcarán la política de este año electoral.
Hablando de fiestas cívicas. ¿No le parece patético que el gobierno le libere todos sus recursos, y les entregue desde el principio 21 millones de pesos a un grupo que tenía secuestrado el Zócalo para que lo libere y permita esas festividades? ¿Esa es la norma: chantajear para lograr objetivos políticos y económicos? Qué mala negociación gubernamental.
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