El pozo de los deseos reprimidos
Álvaro Cueva
El conductor se ha mantenido discreto ante la polémica
Estoy asqueado, verdaderamente asqueado, con toda esta historia de Carlos Loret de Mola, Laura G., los acostones, las cabañas y sucursales anexas.
¿Así o más claro que el periodismo de espectáculos de este país se ha convertido en una marranada inmunda? ¿Así o más claro que existen campañas de desprestigio a nivel mediático y personal?
¿Así o más claro que la sociedad mexicana va en franca decadencia y que se merece todo el paquete de monstruosidades que está viviendo en estadios, casinos, calles y carreteras?
Esto es más delicado de lo que parece. A mí me da vergüenza, me da terror.
¿Qué diferencia hay entre ver a un par de borrachas que le gritan “asalariado de mierda” a unos policías y leer a un enjambre de twitteros rabiosos que le gritan “infiel” a un periodista?
¿Cómo no queremos que un grupo de delincuentes venga, incendie nuestros casinos y nos mate a nuestras familias si ni siquiera nosotros mismos somos capaces de respetar a la autoridad?
¿Cómo no queremos que los medios de comunicación nos desinformen, nos manipulen y nos traten como a unos absolutos estúpidos si nosotros mismos no nos damos nuestro lugar como consumidores de información y los respetamos?
Porque la vida sexual de Carlos Loret de Mola no es nota, es una falta de respeto, es meterse en donde más le pudo haber dolido, es ir hasta su vida conyugal, atentar contra su matrimonio, aniquilar a sus hijos, acabar con su familia.
¿De eso se trata el periodismo mexicano del siglo XXI? ¿A eso vamos a jugar ahora en la fuente de espectáculos?
No, pues bonito futuro nos espera porque una cosa es que nos guste o no nos guste el trabajo de alguien y otra, muy distinta, jugar sucio como lo hicieron las publicaciones que sacaron este tema a la luz pública justo cuando México estaba más necesitado de verdad, de respuestas, de justicia.
¿Dónde quedó el respeto a la vida privada? ¿A dónde se fueron los códigos de ética? ¿Cómo es posible que la gente, en lugar de molestarse, lo haya tomado como una revancha contra Loret?
Carlos nos podrá caer bien o nos podrá caer mal, pero si lo vamos a criticar, critiquémoslo por su trabajo, por lo que fue a hacer a Monterrey o por la manera como entrevistó a Kalimba, no porque se haya acostado o no con una compañera de trabajo.
Además, si lo criticamos es en el entendido de que queremos que mejore su trabajo, que corrija, no porque aspiremos a acabar con su vida o con su carrera. La crítica no es un acto de venganza, es un acto de amor.
Laura G. participó por casi dos años en “Primero Noticias”
No y ni hablemos de Laura G. Ella, ante todo, es mujer, es una dama.
¿Con qué cara queremos que los mexicanos aprendamos a respetar a los mujeres si nosotros mismos somos los primeros en acabar con ellas por el lado sexual? ¡No se vale!
¿A usted le consta que Carlos Loret de Mola y Laura G. fueron solos a unas cabañas para tener sexo? ¿Eso es lo que dicen las imágenes que esos medios tan corrientes publicaron? ¿Hay manera de comprobar las fechas?
Y si lo hicieron, ¿qué? ¿Se da cuenta de lo mal que estamos como público como para tragarnos algo tan barato? ¿De lo enfermos que estamos como para reaccionar como reaccionamos en la opinión pública y en las redes sociales?
¿A usted no se le hace demasiada casualidad que este chisme haya salido al aire inmediatamente después del estreno de “Iniciativa México 2” donde Carlos Loret de Mola es conductor e imagen institucional?
¿A usted no se le ha ocurrido que estemos siendo objeto de una puerquísima manipulación como parte de una guerra empresarial? ¡Y caímos! ¡Y seguimos cayendo! ¡No puede ser!
Con razón luego vienen y nos ven la cara de tarados en las elecciones. Somos tan tontos, tan influenciables, tan poquita cosa.
Este escándalo tiene que ser un profundo ejercicio de reflexión y no, no sólo estoy hablando de sus protagonistas, estoy hablando de los medios de comunicación, de las autoridades y de nosotros como sociedad.
Carlos Loret de Mola y Laura G. tienen ante si una oportunidad de oro para redireccionar sus carreras y darle una lección a sus enemigos, independientemente de lo que pasó o no pasó. ¿La van a dejar ir?
Los medios no pueden seguir por este camino. Más allá de que tarde o temprano alguien les va a cobrar la factura, con sus chismecitos imbéciles están alimentando al crimen organizado, están atentando contra lo más valioso que tiene este país, contra sus familias. ¡Cuidado!
Autoridades: ¿cómo es posible que metan a la cárcel a un par de twitteros dizque por sembrar el pánico y que no le hagan nada a los responsables de esta nota que sembró algo peor y distrajo al pueblo de México en uno de los peores momentos de su historia.
¿Y nosotros? ¿Hasta cuándo le vamos a seguir haciendo el caldo gordo a estos traficantes de información? ¿Cuándo vamos a hacer a un lado nuestros rencores personales para analizar y para cuestionar? ¿Cuándo?
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