¿Entrarle a la política? En teoría eso debería hacer un buen ciudadano inconforme con la situación pública de su país.
Leo ZuckermannDurísimo, pero certero, el diagnóstico de México que presentaron ayer cinco líderes sociales. Primero Alejandro Martí habló del problema de la seguridad poniendo el foco en la corrupción. Luego vino Claudio X. González, quien, con un puñado de cifras contundentes, expuso la deplorable situación en materia educativa. Le siguió Alejandro Ramírez para referirse a los problemas que frenan la competitividad económica. Federico Reyes-Heroles expuso los nudos del régimen político al que urge una reforma que simplemente no prospera. Finalmente subió al podio Eufrosina Cruz a recordar la lacerante pobreza de 50 millones de mexicanos.
Presente se encontraba el Presidente (era la comida que organiza anualmente la revista Líderes Mexicanos). ¿Qué contestaría el mandatario a esta especie de “contrainforme presidencial” de miembros de la sociedad civil? Paso a paso, con algunas cifras, Calderón fue dando su versión de los hechos. Pero, al final, lanzó un reto: “Hay que estar en política, ir a la prueba del ácido y encontrarse con la gente que vota. Yo quiero invitarlos, amigos, de corazón, a que estas elecciones, si no les gustan los partidos, hagan un partido. Si no les gustan los candidatos a diputados, sean ustedes candidatos a diputado. Si no les gustan los candidatos a presidentes municipales, gobernadores o Presidente de la República, sin agraviar a los presentes, sean ustedes los candidatos y tomen ustedes, líderes de México, a México en sus manos. Sí, sí me estoy refiriendo a ser candidatos y candidatas”.
Es un buen argumento, pero es retórica pura. ¿Entrarle a la política? En teoría eso debería hacer un buen ciudadano inconforme con la situación pública de su país. La pregunta es si podría hacerlo en México. Y la respuesta es que muy probablemente no.
¿Por qué? Porque en México sólo se puede hacer política desde un partido. Ellos son los que tienen el monopolio de las candidaturas. Y si cualquier ciudadano, sea de la lista de los 300 líderes mexicanos o no, quiere lanzarse a un puesto de elección popular, pues los partidos, que están controlados por distintas facciones, le dicen que con gusto, pero que haga cola porque primero van los militantes que llevan tiempo esperando y que han sido leales a los jefes de las facciones.
No dudo que uno que otro de la lista de los 300 líderes pudiera colarse por ser figuras públicas, pero tampoco creo que llegarían muchos. Eso nos deja con la otra idea del Presidente: formar un nuevo partido. Suena bien. Lo que no dice Calderón es el proceso tortuoso que se requiere para ello.
Una organización de ciudadanos debe realizar asambleas lo cual significa movilizar a 60 mil ciudadanos con credencial para votar en casi todo el país. Más aún, la ley obliga a que el nuevo partido cuente con por lo menos el “0.26 por ciento del padrón electoral federal” de afiliados. Al día de hoy, esto implica 186 mil ciudadanos. Es una barbaridad de gente. Ni Calderón logró movilizar esa cantidad en la elección interna del PAN para escoger a su candidato presidencial en 2005. Digamos que alguien lograra esta hazaña. Tendría que enfrentarse, entonces, a un viacrucis burocrático para obtener el registro. Para empezar, el IFE sólo abre una vez cada seis años la posibilidad de nuevos registros “en el mes de enero del año siguiente al de la elección presidencial”. Eso quiere decir que ya no hay posibilidad de formar un nuevo partido para las elecciones de 2012. Luego la organización tiene que celebrar asambleas certificadas por el IFE. Hay que presentar “las listas de afiliados” y ya no lo aburro más con otros requisitos legales.
Es muy fácil invitar a los ciudadanos a la fiesta política cuando a la entrada hay un cadenero muy perro que no deja entrar. En el discurso suena bien la idea pero en la práctica el sistema desincentiva la participación ciudadana. Por donde se vea, los partidos, incluido en el que milita Calderón, cada vez le cierran más las puertas a la ciudadanía. Por eso, lo que dijo ayer el Presidente es pura retórica.
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