Un escándalo casi idéntico al Casino Royale fue el del salón de baile Lobohombo. ¿Y qué pasó? ¿Quién está en la cárcel?
Ricardo AlemánCon toda razón, la sociedad de Nuevo León —y buena parte del país— parece intolerable al crimen del casino de Monterrey: muestra extrema de violencia que desató una virulenta reacción social y mediática contra los gobiernos municipal, estatal y federal.
Más aún, en una expresión inédita, el tema llegó incluso al V Informe de Gobierno de Felipe Calderón, y hasta se inauguró la modalidad de un minuto de silencio por las víctimas de la violencia criminal.
Por lo pronto, hoy están en el banquillo de acusados los hermanos Larrazabal, presuntos pillos de filiación azul, que estarían medrando con el poder municipal de Monterrey. Pero también se acusa al gobierno estatal, del PRI, cuya ineficacia asoma por todas partes; la más reciente, cuando descubrió ¡que la policía de la capital “regia”, es corrupta!
Lo curioso del asunto, sin embargo, es que la misma sociedad enojada e indignada que hoy reclama la pira en leña verde para los pillos Larrazabal y para Rodrigo Medina, es la que con una amnesia imperdonable olvida que, en otro momento, otros gobiernos, otros gobernantes de otros partidos, han cometido iguales o peores omisiones, corruptelas, desaciertos, transas y cochineros.
Pero lo más cuestionable es que los políticos, gobernantes, líderes y partidos que critican y piden la guillotina para los implicados en el escándalo del Casino en Monterrey, son los mismos que protagonizaron escándalos iguales o peores y, en su momento, se comportaron igual que los implicados en los escándalos de hoy. Por eso no debe sorprender que luego del escándalo mediático, del olvido social, no pase nada; a pesar de que todos los gobernantes y dirigentes de partidos están metidos en el mismo lodazal. Y si tienen dudas, un recuento elemental.
¿Quién quedó atrapado en el escándalo de los videos de Gustavo Ponce y René Bejarano? En efecto, Andrés Manuel López Obrador —entonces jefe de Gobierno— apareció como solapador de transas y rateros. ¿Y quién le pidió que renunciara? Nadie, porque, en el caso de Bejarano, desde el GDF se simuló un tiempo en prisión y hoy, de nueva cuenta, el Señor de las Ligas es el promotor de AMLO, con dinero salido de quién sabe dónde.
Un escándalo casi idéntico al Casino Royale fue el del salón de baile Lobohombo; tragedia ocurrida en el corazón del Distrito Federal, en tiempos en que la esposa de René Bejarano, la señora Dolores Padierna, era delegada en Cuauhtémoc. ¿Y qué pasó? ¿Quién está en la cárcel? Todo lo taparon, a pesar de que el lugar funcionaba sin los mínimos de seguridad y protección civil. Hoy, el grupo político de la señora Padierna reclama quemar en leña verde a los responsables del crimen en el casino.
Parecido fue el caso del New’s Divine, una ratonera habilitada dizque como salón de fiestas juveniles. Todos conocen la historia: un operativo policiaco mal realizado se convirtió en la tumba de once personas que fallecieron aplastadas. La estupidez hizo lo suyo, y si bien Marcelo Ebrard retiró al jefe de la policía y al procurador de Justicia, hoy nadie está en la cárcel. Y si se quiere abundar, también está el linchamiento en Tláhuac que, casualmente, le costó el trabajo a Marcelo Ebrard, quien fue retirado de la Secretaría de Seguridad Pública.
En escándalos que implican a gobiernos estatales del PRI y vinculan al gobierno federal del PAN, la joya de la corona se llama guardería ABC. Una tragedia que indigna a todos y que, igual que en el Casino Royale, que en los videoscándalos, que en Lobohombo y el New’s Divine, involucra al gobierno municipal y/o estatal —o a los dos—, pero también vincula al gobierno federal. Salvo responsables menores, ¿quién está hoy en prisión? Nadie.
Pero gobernantes del PRI, dirigentes y líderes de ese partido tampoco están exentos, en los años recientes, de estar metidos en el lodazal. Justamente el crimen en el casino de Monterrey, prácticamente “mató la fuerza mediática” del escándalo que involucra al presidente nacional del PRI, Humberto Moreira, en un escandaloso y presuntamente ilegal endeudamiento del erario de Coahuila. La atención mediática se mudó a los quesos oaxaqueños de los Larrazabal, y ya nadie se acuerda del cochinero de Coahuila.
¿Pero cuál es la lección?
Todos conocen la respuesta, aunque pocos son capaces de aceptarla. Es decir, que todos los políticos, gobiernos y partidos, están metidos en el mismo lodazal. Y que por doloroso e indignante que resulte, los ciudadanos solapamos al transa de nuestra preferencia. ¿O no?
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