Vivimos la etapa más obscura de nuestra historia contemporánea. Todo huele mal. La podredumbre del régimen afecta la tranquilidad ciudadana, aunque hay siempre el peligro de que la gente se resigne a lo peor. No olvidemos que quienes viven al lado de las aguas negras terminan por no percibir el mal olor. Además, los países nunca tocan fondo. A eso se llega cuando las cosas que se hacen mal empiezan a hacerse bien. No sucederá mientras este régimen exista, al menos mientras esté dirigido por alguien de las condiciones del actual Presidente. No hay capacidad de rectificación. Mucho menos propósito de enmienda, ni deseo de unificar al país. Para que esto mejore, para que Venezuela recupere la dignidad perdida, tenemos que cambiar de Presidente, como primer paso para la reconstrucción institucional y ética de la República.
Los sectores honestamente democráticos tenemos que hacer un esfuerzo superior para clarificar los objetivos, unificar el liderazgo, así sea colectivo, pero con cara y simbología apropiada. Esto trasciende el hecho electoral y la lucha por la candidatura. Más que candidatos el país requiere liderazgos recios que lo conduzcan en medio del pantano, sin perecer en el intento. Imposible seguir tolerando lo inaceptable en cualquier sociedad medianamente seria.
Imposible que el mundo entienda que a cuatro meses del año electoral no sepamos cuando, ni cómo, se elegirá al próximo presidente, a los gobernadores y alcaldes y tampoco a los concejales y miembros de las Juntas Parroquiales, diferidas sin razones de peso, desde el 2009. La sospecha relativa a un posible fraude masivo aumenta con las noticias sobre la cedulación, el registro civil y todo lo relativo a la identificación en manos de los cubanos. Menos aún puede entenderse que algunas autoridades militares de alto rango insulten a la fuerza armada y al país anunciando su decisión de desconocer los resultados si son favorables a la oposición. El jalabolismo “revolucionario” es inaceptable, aunque entendemos que estos pobres hombres tienen que aferrarse a lo que tienen. Saben que son candidatos a reos nacionales e internacionales sin escapatoria posible. Las amenazas a la oposición en nombre de la FAN, tienen como objetivo meter miedo en ese mundo pensando en calmar las turbulencias generadas por el rechazo de los efectivos militares a sus tropelías.
Escándalo tras escándalo nos acercamos a un final que ojala no sea escandaloso. Lo último es lo de los helicópteros que se caen, la narcoavioneta que confirma dudas y graves sospechas denunciadas hace tiempo, la matazón impune en calles y cárceles y, entre muchas cosas más, lo relativo a las reservas operativas en dólares que se agotan y las reservas en oro que teóricamente regresan al Banco Central. La plata de la nación, nuestro dinero, se mueve de instituciones seguras y confiables a China, Rusia y Brasil, acreedores por excelencia de estos vende patria. Por mucho menos se cambia a un gobierno.
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