27 octubre, 2011

¿90 por ciento alcohol, 10 por ciento botana?

La historia en breve 

Ciro Gómez Leyva

Como desconfío de los abstemios, me pareció una buena anécdota la cacería de borrachos del martes en la Cámara de Diputados. Anécdota digna de la precisión de nuestra Cámara: medio mundo se puso a hablar de que había alcohol en el salón de plenos, pero nadie vio una botella, anforita o vaso con tequila, whisky, ron o mezcal.
En esa intemperie cantinera, reconozco la puntada del tres veces diputado priista, el profesor Julián Nazar, ante la embestida de aliento puritano de un legislador del PT. Con la velocidad de los que invitan la segunda ronda, respondió: “Si le hiciéramos un análisis de alcohol al diputado Porfirio Muñoz Ledo (PT), sería 90 por ciento alcohol y 10 por ciento botana”.
Lo lamento por Porfirio, quien, por lo demás, no perdió la oportunidad para aclarar que él es sólo un buen bebedor gastronómico, pero la expresión de Nazar fue la pincelada a una de las mejores temporadas de vodevil político que se recuerde en años en San Lázaro.


Y eso es mucho decir. Los insultos de Gerardo Fernández Noroña a los secretarios de Estado pidiendo respeto para que nadie lo interrumpiera a la hora de atropellar con su democrática virilidad. Las increíbles ofensas hipermachistas de un diputado del PAN, Leoncio Morán, contra una asistente de Fernández Noroña, por dejarse “ofrecer” al primero que pase por ahí. La respuesta de la ofendida en el pleno con sus dos hijas menores de edad. La comicidad de Emilio Chuayffet para transmutarse de presidente de la Cámara en diputado raso y viceversa, y terminar el número con otra frase memorable: “¡Y ya de nuevo como presidente, no acepto preguntas!”
En fin. Con ese talento histriónico, quién necesita alcohol, si son 90 por ciento botana.

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